Los Objetivos de Desarrollo Sostenible ofrecen a los partidos la oportunidad de trazar planes de futuro creíbles y viables respecto a cuestiones clave como la sostenibilidad o la igualdad
Las campañas electorales aumentan el ruido que domina la conversación política. Atrapados por las encuestas y por el sondeo continuo de las redes sociales, los partidos amontonan promesas, ataques y gestos cuyo recorrido se mide en días u horas.
Mientras tanto, los problemas estructurales que nos afectan a todas esperan su turno. Somos el cuarto país más desigual de la Unión Europea, con un 14% de las personas que trabajan en situación de pobreza y más de 12 millones de habitantes en riesgo de exclusión social, de los que tres millones son niños y niñas. Y no se trata de una situación derivada solo de la crisis. Antes de 2008, en la cúspide de un ciclo económico favorable, el 23% de la población estaba en riesgo de exclusión. España es además un país en grave riesgo climático, y los procesos de desertificación y destrucción de biodiversidad ponen en peligro no solo los ecosistemas del país, sino también su economía, el turismo, la producción de alimentos o la sostenibilidad de las ciudades.
La violencia hacia las mujeres sigue siendo alarmante: más de 940 asesinadas por sus parejas o exparejas en los últimos 15 años. Y este dato solo refiere a la máxima expresión, pero no a todas las otras formas de violencia machista que cotidianamente sufren las mujeres. Asimismo, con el auge del discurso de la seguridad articulado sobre el miedo y la criminalización de determinados colectivos como las personas migrantes y refugiadas, asistimos a una reducción de los espacios cívicos seguros donde la ciudadanía pueda expresarse y actuar libremente. Cuenta de ello dan las 25.000 sanciones que se pusieron en el primer año y medio de vigencia de la llamada ley mordaza.
Ante estos grandes retos, al menos durante la campaña, los partidos y los medios deberían levantar la mirada y tratar de abordar las cuestiones que de verdad impactan en la vida de la población. Y sobre todo, proponer una hoja de ruta de largo recorrido que dé respuesta a las mismas.
Para las más de 50 organizaciones que formamos parte de Futuro en Común, la Agenda 2030 marca la senda a seguir. Esta agenda global del desarrollo sostenible -acordada en 2015 por 193 países con 17 objetivos– no es perfecta, pero ofrece a los partidos la oportunidad de trazar planes de futuro creíbles y viables respecto a cuestiones clave como la sostenibilidad o la igualdad.
Uno de los primeros pasos -al que todos los partidos se comprometieron en este debate- debería ser emprender un proceso, participativo y con la búsqueda de consenso como premisa de partida, para la elaboración de una Estrategia de Desarrollo Sostenible . Partiendo de una reflexión sobre nuestro modelo de desarrollo y con el horizonte puesto en 2030, esta estrategia deberá afrontar los retos económicos, sociales y ambientales para transitar hacia una sociedad más inclusiva, sostenible e igualitaria. Una nueva hoja de ruta que oriente el giro de timón que nuestro país necesita. Por eso, el pasado 5 de abril Futuro en Común presentó, en un debate con los cuatro principales partidos con representación parlamentaria, su documento Elementos clave para un desarrollo transformador de la Agenda 2030, en el que se recogen una serie de propuestas concretas que el próximo gobierno debería de poner en marcha.
En el debate organizado por Futuro en Común, los cuatro partidos políticos afirmaron una y otra vez que, tal y como defiende la Agenda 2030, no hay que dejar a nadie atrás. Para evitar el vaciado de contenido al que se expone, sin embargo, todo buen eslogan con su uso repetitivo y autómata, pedimos una reflexión rigurosa sobre quienes son en España las personas que sí se están quedando atrás. Además, demandamos superar la mirada con foco en el crecimiento económico como único factor de desarrollo, y de las políticas de empleo como única receta para la inclusión.
En el seno de una economía globalizada y tecnológica debe encontrarse la forma de repartir la riqueza creada, dignificar el empleo, apostar por mecanismos sólidos de protección social y garantizar los derechos sociales básicos mediante servicios públicos de calidad, imprescindibles para avanzar hacia la igualdad y la cohesión social. Esto requiere de recursos suficientes y por lo tanto de un sistema fiscal justo y sin paraísos fiscales.
Las desigualdades no son, sin embargo, solamente de carácter económico. También lo son de acceso a derechos y a diferentes espacios de poder. Por eso la lucha por los derechos de las mujeres, cada vez más visible en España, representa con fuerza singular la lucha contra la desigualdad. Medidas para avanzar hacia la igualdad salarial, la democratización de los cuidados que todas y todos necesitamos, la erradicación de las violencias machistas y la educación en igualdad, son más que nunca inaplazables.
También es cada vez más patente la relación inequívoca entre justicia social y justicia ambiental. Como decía recientemente un eurodiputado, «que no tengamos que escoger entre fin del mundo o fin de mes». Economía y sostenibilidad no son incompatibles, sino aliados, pero necesitamos grandes cambios. Cambios que han de empezar por la política y la industria, pero en los que todas debemos también implicarnos.
Y, mientras tanto, se nos agota el tiempo para adecuar nuestra economía a los imperativos de la naturaleza: la transición energética, el transporte sostenible, la gestión racional del agua, etcétera. Pasos urgentes, necesarios, y, además, susceptibles de ser convertidos en oportunidades, sociales, ambientales y económicas. Después del 28 de abril, el Parlamento y Gobierno que salgan de las urnas ten drán una nueva oportunidad de caminar hacia ese país -y ese mundo- más justo, igualitario y sostenible que miles de mujeres y hombres reclamaron el 8 de marzo y qu e nuestros y nuestras jóvenes reclaman en las calles desde hace meses en todo el mundo. Todos los grandes partidos durante nuestro debate parecían coincidir en el reconocimiento de la necesidad de avanzar hacia un modelo de desarrollo y de progreso que respete los límites de la naturaleza y frene el deterioro ambiental. No se ponen de acuerdo, sin embargo, ni en la profundidad del cambio que necesitamos ni en el ritmo necesario para conseguirlo.
En la Agenda 2030 encontrarán una aliada.
Marco Gordillo (Coordinadora Estatal de ONGD), Filomena Ruggiero (Federación Estatal de Planificación Familiar) y Santiago González (sindicato USO) son miembros de Futuro en Común
Publicado originalmente en Planeta Futuro/elpais.com
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