Frases populares como «Cuba es lo que se lleva» o «me dicen Cuba», entre otras muchas, se repiten a diario por doquier desde diciembre pasado, cuando Estados Unidos decidió tomar otro sendero, esta vez de acercamiento a la nación caribeña, después de admitir que su prolongada política de bloqueo y hostilidad fue un verdadero y […]
Frases populares como «Cuba es lo que se lleva» o «me dicen Cuba», entre otras muchas, se repiten a diario por doquier desde diciembre pasado, cuando Estados Unidos decidió tomar otro sendero, esta vez de acercamiento a la nación caribeña, después de admitir que su prolongada política de bloqueo y hostilidad fue un verdadero y total fracaso.
La mayor de las Antillas está más de moda que nunca, luego de ser prohibida durante largos años por Washington, es lo que resaltan esas expresiones, incluidas hasta en canciones, y que se replican en Latinoamérica, Europa y otras regiones del mundo, tras el presidente norteamericano, Barack Obama, decidir apostar por un cambio en la conducta de la Casa Blanca hacia La Habana, lo cual no quiere decir que todo será color de rosa en lo adelante.
Ahora todos quieren ir y ver a Cuba, me manifestaron entrañables amigos latinoamericanos de ese pequeño archipiélago del Caribe, pero muy grande por su dignidad, resistencia y ejemplo de solidaridad, acotaron mis interlocutores.
Coincidieron en que los cubanos han luchado con tenacidad, y en reiteradas ocasiones prácticamente solos, frente a todo tipo de agresiones de la más grande superpotencia mundial de la historia, sin ceder en sus principios y convicciones, y al mismo tiempo ayudando a todos los pueblos del mundo.
En tal sentido, recordaron las intervenciones de la mayoría de los dignatarios de la Patria Grande presentes en la recién concluida Cumbre de las Américas de Panamá, quienes en sus alocuciones destacaron que constituyó una gran victoria la asistencia a ese cónclave de una delegación de Cuba encabezada por su presidente, Raúl Castro.
Concordaron en que el discurso de Raúl en la cita de Panamá fue una clase magistral de historia y de diplomacia de la Isla a su cercano y hasta ahora beligerante vecino del norte, cuyo mandatario Obama, por cierto, acaba de proponer al Congreso de Estados Unidos sacar a la mayor de las Antillas de su espuria lista de países patrocinadores del terrorismo.
Los amigos latinoamericanos resaltaron las palabras en la Cumbre de las Américas de los presidentes de Ecuador, Rafael Correa, de Bolivia, Evo Morales, de Venezuela, Nicolás Maduro, de Nicaragua, Daniel Ortega, y de las valientes Dilma Rousseff, de Brasil, Cristina Fernández, de Argentina, y otros caribeños.
Subrayaron que Cristina no solo le aguó los ojos al afamado cantautor Silvio Rodríguez, como él escribió en un reciente artículo suyo, sino también a muchos habitantes de la Patria Grande cuando dijo: «Cuba está aquí (en Panamá) porque luchó por más de 60 años con una dignidad sin precedentes, con un pueblo que sufrió y sufre aún muchas penurias, y porque ese pueblo fue dirigido por líderes que no traicionaron su lucha».
La Isla caribeña siempre ha sido admirada y respetada por esas y otras muchas razones, a pesar de severas campañas mediáticas, que todavía persisten, dirigidas a denigrar de su pueblo, y de sus guías históricos Fidel y Raúl.
Se ha ganado el derecho a ser reconocida y respetada por su enemigo histórico, Washington, y no por gusto hoy millones de personas tararean esa canción titulada «me dicen Cuba».
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.