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III Feria de Economía Solidaria

La Feria del Mercado Social de Madrid, el 13 y 14 de junio en Matadero

Fuentes: Diagonal

En su tercera edición, el evento pretende fortalecer y visibilizar la Economía Social y Solidaria de Madrid.

Orígenes del mercado social: la economía solidaria rompe con los paradigmas del neoliberalismo

El Salmón Contracorriente, Comisión de Difusión

Hasta hace bien poco, lo más parecido a un mercado social era un encuentro ocasional con tenderetes de artesanía, comercio justo o alimentación ecológica. Tras años de trabajo, la Red de Economía Alternativa y Solidaria (REAS) y otras entidades cercanas han conseguido generar una estructura estatal, la Red de Mercados Sociales, que transciende la diversa y cambiante actividad de la economía social en cada territorio.

La propia REAS y sus compañeros de viaje -Coop57 (servicios financieros éticos y solidarios), Fiare (banca ética), CAES (aseguramiento ético y colectivo) o Som Energia (energías renovables)- plantean su estrategia en redes intercomarcales, pero el Mercado Social va más allá de la dimensión espacial. «Visibiliza el consumo como acto político y transformador, apostando por las relaciones de proximidad y de confianza entre productoras y consumidoras», apunta Fernando Sabín, del Consejo Rector del Mercado Social de Madrid.

La creación de REAS en 1995, con más de 300 entidades y empresas organizadas en 13 áreas territoriales del Estado español, venía a consolidar una corriente de economía casi experimental, pero a la vez con profundas raíces en otros proyectos.

La historia está llena de experiencias en las que la gestión del trabajo se entiende como una tarea radicalmente colectiva. Por ejemplo, las fábricas autogestionadas en la Italia de principios del siglo XX o las colectivizaciones en la España de 1936. Pero también ha crecido en número y fortaleza legal el cooperativismo empresarial, una fórmula ignorada por los distintos gobiernos, a pesar de haber demostrado con números su capacidad para generar riqueza en tiempos de crisis.

REAS comparte con estos proyectos la creencia de que la riqueza son los bienes y servicios que resuelven las necesidades de la sociedad, más allá de su rentabilidad en el mercado. Frente a la idea de competencia como núcleo de la actividad económica, este tipo de economía está compuesta de proyectos que tienen como objetivo ubicar la solidaridad y la cooperación en el centro. «Los mercados sociales son herramientas innovadoras que nacen de la inteligencia colectiva», dice Sabín, quien además se muestra convencido de que «no sólo es posible transformar el modelo económico», sino que también «es necesario». El Balance Social

La economía social sigue creciendo de la mano de muy distintos actores, pero el Mercado Social aporta red, nuevas ilusiones y, también, números. Hace unas semanas, el Mercado Social de Aragón dio a conocer su Balance Social de 2014, que puede servir de radiografía: una treintena de empresas, cooperativas y asociaciones aragonesas generaron el año pasado 453 puestos de trabajo y movieron más de 9,5 millones de euros. Entre las entidades, destacan las coope­rativas de trabajo que suman ya un 36,7% del total, y en buena parte explican el éxito del Mercado Social en casi todo el Estado.

El balance, que analiza una serie de indicadores económicos, laborales, éticos y medioambientales, es una herramienta que permite evaluar, dar seguimiento y comunicar a la sociedad el comportamiento de todas las entidades del Mercado Social, pero también sirve para, «a nivel interno, diagnosticar, planificar y establecer mecanismos de mejora continua en la gestión de las entidades», explican desde MesCoop Aragón.

La forma jurídica con la que operan es, sin embargo, diferente en cada caso. En Euskadi y Navarra es REAS la organización que ampara el proyecto. El Mercado Social de Madrid se constituyó a principios de año como cooperativa mixta­/in­tegral. En Aragón, surge como una cooperativa de servicios, y en Baleares -con un gran peso de las ONG- tiene forma de asociación. En Euskadi, con una gran tradición de pequeñas empresas de inserción sociolaboral, tejido cooperativo y proyectos de finanzas éticas, REAS agrupa a más de 60 entidades, y la mitad ya se han unido al Mercado Social. Cataluña y Madrid aportan otras cien cada una. Pero es un proceso muy reciente al que se están sumando organizaciones de Baleares, Murcia, Andalucía o Valencia.

A medida que ha aumentado el número de entidades y la complejidad de sus iniciativas, se hizo necesaria la creación de un espacio de vinculación más amplio y abierto, donde pudieran interactuar las entidades proveedoras y una ciudadanía que no sólo quiere ser cliente. Así, termina cristalizando en 2012 el Mercado Económico Social, una estructura que aglutina a empresas solidarias, ahorradores e inversores éticos y consumidores que reclaman un papel activo en el modelo económico. En este espacio se pueden conseguir e intercambiar bie­nes y servicios de sectores tan distintos como la alimentación, el transporte, la formación, el ahorro o el diseño gráfico.

Las entidades del Mercado Social comparten varios elementos: un catálogo de bienes y servicios en el portal mercadosocial.net, un sistema de certificación de proveedores, el Balance Social y una imagen reconocible para el gran público. En 2014, las ferias de Barcelona y Madrid movilizaron más de 200 expositores, 20.000 visitantes y más de 50.000 euros en moneda social. El ecosol (Cataluña), el ekhi (Euskadi), el boniato (Madrid) o el eco (Valencia) son algunos ejemplos de esta moneda que potencia los intercambios locales y fortalece sus redes. «Han sido creadas por empresas y entidades que tienen criterios de sostenibilidad, democracia económica e igualdad, así que también sirven de aval de consumo responsable para las consumidoras y los consumidores», explica César Gómez, Coor­dinador de la Feria del Mercado Social de Madrid.

La relación de los mercados con las instituciones, de momento, es pequeña y está vehiculada a través de REAS en cada territorio, aunque «empezamos a ser reconocibles como mercado de criterios que reclama la ciudadanía», añade Gómez. Las relaciones comienzan a establecerse debido a la facilidad de contratación o como proveedores, si bien su intención es ampliar esa presencia institucional, «apostando por la transformación de las relaciones de gobernanza», continúa.

La economía solidaria atraviesa un momento especial. El Mercado Social es la herramienta que hacía falta para generar las sinergias y aprendizajes que impulsen definitivamente este modelo económico. Es también la respuesta a una ciudadanía cada vez más comprometida con otras alternativas, ante un escenario de crisis económica, social y medioambiental. En definitiva, ya es posible producir, trabajar y consumir a través de una economía que rompe con los paradigmas del capitalismo neoliberal.

Pilares del cooperativismo: Madrid, un mercado con valores

Fernando Sabín, Consejo Rector

Transformar, aunque sea mínimamente, las dinámicas propias que tiene el mercado en el que damos satisfacción a una parte significativa de nuestras necesidades como personas, familias, empresas o colectivos es un reto a veces abrumador. La economía solidaria se ha propuesto intervenir sobre el mercado con el objetivo nada pequeño de cambiar las formas de producir, intercambiar y consumir que tenemos. Por eso hemos adjetivado el mercado como social, porque detrás del sistema de relaciones de intercambio de bienes y servicios, que es necesaria en cualquier sociedad, deben operar principios como la transparencia, la democracia, el compromiso con el entorno o la sostenibilidad ambiental. Dimensiones básicas para lograr una mejor vida en común en la que el equilibrio entre el mercado, el Estado y lo que se gestiona en común sea en beneficio de todos y todas. Total, hacer un mercado más pequeño, cercano y con valores. Casi nada. A objetivos grandes, medios innovadores.

Un nuevo instrumento jurídico

El Mercado Social de Madrid se ha dotado del mejor instrumento jurídico para crecer fortaleciendo los pilares que lo convierten en una potente herramienta de transformación económica: una cooperativa de personas que producen y consumen, que se sostiene y apuesta por cinco ejes diferentes.

El primero es la participación democrática de las distintas personas que son socias en los órganos de decisión de la cooperativa. Un poder que se distribuye de forma igualitaria en la asamblea y el consejo rector.

El segundo eje son los sistemas de evaluación y autodiagnóstico, que cuentan con las especificidades de la producción y el consumo. Así se logra que el tejido productivo del mercado social alcance mejores niveles de adecuación entre consumo y producción, dos esferas tradicionalmente enfrentadas. La nueva cooperativa genera una herramienta capaz de dotar de trascendencia esta visión y constituir una ‘marca’ o ‘sello’ desde la unión de intereses.

Un tercer eje es que la moneda social tenga un respaldo jurídico y social ante cualquier problemática que pueda acontecer. La cooperativa facilita la identificación de la comunidad de referencia que dirige democráticamente el modelo de gestión y uso de la moneda compartida. Este hecho genera una mayor confianza, elemento principal junto a otros para que una moneda se use más.

Un cuarto elemento central es la asunción de mayores responsabilidades. Las entidades y personas que son elegidas para formar parte del Consejo Rector de la Cooperativa se hacen responsables de elaborar y aprobar un plan de trabajo de varios años, que permite proyectar y trabajar de forma más cohesionada en torno a los objetivos que se aprueben en la asamblea.

Por último, la participación de entidades que no son proveedoras -no venden productos ni prestan servicios-, pero son referente en campos tan importantes como la sostenibilidad, la educación, la sensibilización… Hasta tres entidades pueden ser elegidas por la asamblea para ocupar un puesto temporal en el Consejo Rector de la Cooperativa. En el actual consejo rector parti­cipan, además de la secretaría de ­REAS Madrid, las organizaciones Fundación Hogar del Empleado y Economistas sin Fronteras. Su papel es fundamental para dotar de sentido y visión estratégica al desarrollo del Mercado Social. La experiencia y conocimiento que poseen estas entidades es un activo importantísimo que integramos de forma estructural gracias a esta nueva forma jurídica.

El corazón del Mercado: tres años de Balance Social

Sandra Salsón, Comisión de Balance Social

El objetivo fundamental de la Economía Solidaria es el desarrollo local al servicio de la vida, poniendo en el centro a las personas y los bienes comunes, y desplazando del centro la lógica de la acumulación y el enriquecimiento de una minoría a costa del empobrecimiento de la mayoría. La Economía Solidaria, en diálogo constante y necesario con otras economías como la economía feminista o la economía ecológica, propone alternativas para salir de la situación de crisis global que vivimos y que son claves para crear una vida digna de ser vivida para todas las personas en un entorno vivo. La Economía Solidaria busca transformar las relaciones económicas concretas para transitar hacia otro modelo de desarrollo basado en la sostenibilidad de la vida. El foco lo pone en las distintas relaciones que atraviesan la economía: la producción, el consumo y las empresas. En las relaciones de producción las empresas cooperativas transforman la relación entre capital y trabajo, cuestionan el concepto de propiedad privada, cuestionan qué producimos, cómo lo hacemos y en qué cantidades. Al poner el foco en el consumo, éste se visibiliza como acto político y transformador, que apuesta por relaciones de confianza y proximidad entre personas productoras y consumidoras e incorpora a las consumidoras en el debate económico y en la gestión democrática de las prácticas económicas. Y si hablamos de empresas se apuesta por relaciones de cooperación, de búsqueda de sinergias y la construcción colectiva.

En definitiva, busca la transformación de las relaciones sociales, nuevas formas de gobernanza y un desarrollo económico comunitario, anclado al territorio y a los ritmos necesarios para sostener la vida.

El Balance Social

La Economía Solidaria, a través de las herramientas de construcción de Mercado Social, pone en marcha un proceso de transformación social, económico y político de los territorios en los que opera. Esta transformación se realiza bajo los principios de trabajo, equidad, cooperación, sostenibilidad ambiental, compromiso social y ausencia de fines lucrativos, que son los principios que asumen las entidades que forman parte de este movimiento social. La herramienta de Balance Social, esencial en la construcción de Mercado Social, permite reflexionar y valorar en qué medida nuestras prácticas de organización están en consonancia con el sostenimiento de la vida. ¿En qué nos basamos para hacer esta afirmación? Para responder a esta pregunta aportaremos tres argumentos, que ilustraremos con algunos datos del I Informe de Balance Social del Mercado Social de Madrid, correspondiente a la campaña 2013-2014. En primer lugar, el Balance Social pone el foco en aspectos desatendidos o invisibilizados por la economía convencional. El primer ejercicio de Balance Social realizado por las entidades del Mercado Social de Madrid pone de manifiesto que estas entidades hacen una apuesta clara por la conciliación como estrategia para la buena vida. Entendiendo la conciliación en sentido amplio y aplicando medidas de conciliación más allá del ámbito familiar. Todas las entidades tienen medidas de conciliación para permitir los compromisos activistas de sus trabajadoras y la mayoría tienen medidas de conciliación tanto con cuidados a terceras personas como para necesidades personales. La mayoría de las entidades del Mercado Social se comprometen con la formación de sus trabajadoras y aplican alguna medida para fomentar la formación, como incluir tiempo de formación en la jornada laboral, financiar parcial o totalmente la formación o flexibilizar los horarios para facilitarla.

En segundo lugar, la realización del Balance Social ya representa, en sí misma, una práctica subversiva con las prácticas económicas convencionales, más centradas en la optimización y rentabilidad monetaria y en la acción que en la reflexión acerca de cómo hacemos las cosas y cómo queremos hacerlas, o acerca del impacto de nuestras prácticas económicas en la sostenibilidad de la vida y del planeta.

En la mayor parte de las entidades del Mercado Social, tres cuartas partes de las personas trabajadoras son también socias y por lo tanto propietarias de las entidades. La participación es la regla general, la elaboración de los presupuestos y los planes estratégicos es participada en las entidades del Mercado Social, al menos un 80% de las personas de cada equipo participan en estas cuestiones.

Un ejercicio de transparencia

En tercer y último lugar, hacer el Balance Social es un ejercicio de transparencia. Los resultados del Balance Social nos descubren el corazón del Mercado Social, con sus limitaciones y sus potencialidades. Es, sobre todo, el deseo de transformar y transformarse, por eso todas las entidades que hacen el Balance exponen públicamente sus compromisos de mejora. De esta manera, asumen la responsabilidad de trabajar para mejorar en el cumplimiento de los principios de la Economía Solidaria. Esta responsabilidad tiene doble efecto: uno interno que asegura un incesante proceso de auto-reflexión para mejorar las prácticas organizativas y uno externo que visibiliza los esfuerzos de la Economía Solidaria para alcanzar mayores grados de coherencia y, en ese afán, construir cultura de sostenibilidad.

Los datos del I Informe de Balance Social del Mercado Social de Madrid, correspondiente a la campaña 2013-2014, se presentarán ante la prensa en la inauguración de la III Feria de la Economía Social y Solidaria de Madrid. Durante la Feria podrás asomarte al corazón del Mercado Social de la mano de las propias entidades.

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/movimientos/26944-la-feria-del-mercado-social-madrid-13-y-14-junio.html