Reseña de David Fernández y Julià de Jodar, CUP. Viaje a las raíces y razones de las Candidaturas de Unidad Popular, Madrid, Capitán Swing, prólogo de Anna Gabriel (traducción de María Eugenia Frutos)
Nota previa (sin duda innecesaria). No es este texto una aproximación a una determinada fuerza política (aunque algunas notas críticas, que ahora no escribiría, rocen ese terreno). No es un comentario sobre sus singulares alianzas parlamentarias. No hay referencia alguna a los últimos acontecimientos de la política catalana. Nada (o muy poco) de eso. Es, simplemente, la reseña de un libro escrito por dos autores vinculados a una fuerza política.
CUP. Viaje a las raíces y razones de las Candidaturas de Unidad Popular es la traducción castellana de un libro publicado en catalán, Cop de CUP. Viatge a l’ànima i a les arrels de les Candidatures d’Unitat Popular (no estoy seguro de que el subtítulo castellano sea una buena traducción) en 2012, antes o en los momentos en que las CUP llegaron a ser una fuerza política presente en el Parlamento catalán. Mucho antes desde luego, un caso más que singular en la historia política reciente y no tan reciente, de que esta fuerza que se presenta como transformadora, radical y anticapitalista (socialista-comunista) apoyara la investidura del nuevo presidente de la Generalitat de Cataluña, el tapado neoliberal Carles Puigdemont. La Patria, según parece, según indican los hechos (no solamente los apuntados), por encima de todo.
La estructura de Cop de CUP es la siguiente: 1. Prólogo(s). 2. Raíces: hurgando en la historia. 3. Alma(s). 4. Voces: la CUP desde dentro. 5. ECO(s): la CUP desde fuera (¡130 páginas que se abren con una cita… de Jean Baudrillard!). 6. Futuro(s). 7. Epílogos y Anexos. Como no podía ser de otro modo teniendo en cuenta los autores y la prologuista, un libro pro domo sua. Desde el principio hasta el final, incluso en el capítulo 5, el de la CUP desde fuera: las voces elegidas, en su gran, en su inmensa mayoría, son voces secesionistas o cuanto menos muy pero que muy nacionalistas-soberanistas.
Sin asomo de autocrítica o crítica en prácticamente ninguna de sus páginas, no se trataba de eso probablemente, estamos ante una apología, muy complaciente, de la historia y trayectoria política de las CUP y, más en general, de la autodenominada izquierda revolucionaria de una entidad política sin definir conceptual ni territorialmente conocida con el nombre de «Países Catalanes» o «Països Catalans», una entidad, decía, cuya construcción parece ser compatible con la vindicación de la independencia de Catalunya, sin demostrar o argüir en ningún momento que esta construcción estatal, destructora de un demos (popular) común, es favorable o cuanto menos consistente con la finalidad última perseguida: la formación de un Estado propio del conjunto de los Países Catalanes, sea lo que sea lo que esa expresión indique o señale. ¿Incluye una parte de la región murciana? ¿También el sur de Francia? ¿Las denominadas «franjas catalanas» de Huesca y Teruel? ¿Es el catalán el elemento unificador de una realidad en la que el castellano, entre otras lenguas, está muy ampliamente extendido?
El subtítulo castellano del libro es más que generoso y un pelín impreciso: seguramente el libro representa un viaje a las raíces de estas candidaturas municipalistas autodenominadas de «unidad popular» (aunque estén lejos, muy lejos, de las clases trabajadoras catalanas, especialmente las de Barcelona y el área metropolitana) pero no se ve que los autores expongan con precisión y claridad las razones a las que se alude. Yo no he sido capaz de detectar ninguna de ellas.
Hay, además, pasos más que sorprendentes. Algunos ejemplos, hay muchos. «Tres años después: 25N, 9N, 24M, 27S. Somero epílogo a la edición castellana» es, digamos, el cierre del libro y está escrito a finales de 2015. En él podemos leer: «Y, por último, cuatro, y de sobra conocido: en las elecciones del 27-S de 2015, la CUP batió, triplicando resultados, sus propias barreras… Todo ello en el contexto de unas elecciones de carácter plebiscitario, que dieron una histórica mayoría absoluta independentista en el Parlamento de Catalunya (72 diputados) y dejaron el sí a la independencia a 79.667 votos de la victoria refrendataria» con la siguiente reconstrucción del resultado de las votaciones: 48,05% a favor de las candidaturas del «Sí», 39,31% (hay aquí una errata muy significativa: 39% 31), a favor de las candidaturas del «No» y 12,64% a favor de las candidaturas favorables al referéndum, pero contrarias al carácter plebiscitario del 27S». ¡Ya está, a otra cosa! Y eso a pesar de que ellos mismos, la CUP, por boca de su candidato, Antonio Baños, hablaron de derrota la misma noche del 27S; a pesar de que las CUP han criticado mil y una veces la ley electoral (no proporcional) catalana; a pesar de que uno de los autores del libro, poco antes del 27S, habló de mayorías cualificadas del 55%, e incluso a pesar de que algunos de los votantes de la tercera opción de la que se habla hemos dicho un millón de veces que votamos lo que votamos porque la opción elegida no hablaba de independencia, es decir, de secesión, de ruptura de un demos trabajador común. No lo hubiéramos hecho si hubiéramos sospechado cualquier aproximación a esa ruptura antipopular.
Hay otros pasajes que llaman la atención. Este por ejemplo: «.. y el atentado de Terra Lliure contra Federico Jiménez Losantos, uno de los firmantes del «Manifiesto». Un espeso silencio planeó sobre la información de que los detenidos… habían sido torturados en la Jefatura Superior de la Via Laeitana…» Ni que decir tiene que las torturas denunciadas merecen ser denunciadas, no olvidadas y criticadas. Insisto: sin ninguna duda. Pero ¿no resulta extraño, más que extraño, la forma de referirse al secuestro (junto a Isabel Izquierdo que nada tenía que ver con el tema ni posiciones calificadas despectivamente de espñolistas) y disparo a Jiménez Losantos? ¿Observan algún temblor poliético en la descripción de lo sucedido? ¿No se habla del secuestro como si se hablara del quinto número perfecto de una serie desconocido? ¿Qué importa que aquel Jiménez Losantos, poco ver con el actual, hubiera firmado o no el Manifiesto de los 2.300? ¿Era, sigue siendo, causa justificativa?
Para no cansar más finalizo con el prólogo de Anna Gabriel, impropio, en mi opinión, de una simpatizante del movimiento zapatista y una feminista con coraje, con admirable coraje: 1. Lo titula: «»Breve prólogo para españoles». ¿Un prólogo para españoles porque el libro está traducido al castellano? ¿A qué ciudadanos se está refiriendo Gabriel? ¿Excluye a los catalanes, a sus propios conciudadanos? ¿Sólo están incluidos los que también se sienten españoles? 2. Lo firma así: «Països Catalans, febrero 2016». ¿Se imaginan que alguien firme su prólogo en España, marzo de 2016, por ejemplo? 3. Hablando de una de las campañas electorales: «Se empezó la campaña en Mallorca y se cerró en Valencia. Y se llenó un pabellón al grito de «¡Anticapialistas!», homenajeando a Diego Cañamero», unas de las voces más potentes del acto central de campaña. Esto último también es de Anna Gabriel. Conclusión (de las CUP por supuesto): para seguir rindiendo homenaje a Diego Cañamero aspiramos a levantar un Estado entre él y nosotros, a separarnos de él. ¿Lo entienden? Yo no. Me resulta incomprensible.
Hay más, mucho más. Lo dejo aquí por limitaciones de espacio.
En síntesis: la generosidad de la editorial madrileña -¡madrileña, qué horror!- no solo es infinita, que lo es en este caso, sino que es infinita no numerable, biyectable cuanto menos con los elementos de un espacio ilimitado de tres dimensiones. ¡Hay que ser muy pero que muy generosos para emprender una edición como ésta!
Nota final: no hay error de este reseñista en los acentos de los apellidos de los autores; es creación lingüística propia. Igualmente incomprensible para el firmante. Las citas de Gramsci y Galeano que encabezan algunos aparados son inconsistentes, en mi opinión, con muchas de las ideas y posiciones que se defienden en este libro para convencidos que no creo que logre convencer a ningún ciudadano, español, catalán, francés, portugués o boliviano, que no esté ya convencido y que piense, por supuesto, con su propia cabeza crítica.
Fuente: El Viejo Topo, mayo de 2016.