Una vez más el doble rasero de Washington hacia Cuba se ha puesto de manifiesto, cuando hace solo unas horas, el presidente Barack Obama renovó la validez de la Ley del Comercio con el Enemigo, cuya aplicación ya cuenta los 40 años de existencia. Resulta muy incoherente que la Casa Blanca prosiga al menos en […]
Una vez más el doble rasero de Washington hacia Cuba se ha puesto de manifiesto, cuando hace solo unas horas, el presidente Barack Obama renovó la validez de la Ley del Comercio con el Enemigo, cuya aplicación ya cuenta los 40 años de existencia.
Resulta muy incoherente que la Casa Blanca prosiga al menos en documentos, calificando a la Mayor de Las Antillas como enemiga, justo cuando ambos gobiernos han decidido avanzar hacia el restablecimiento y normalización de relaciones respetuosas.
En su visita a Cuba, el señor Barack Obama, presidente de la potencia hegemónica imperial, sugirió en no pocos escenarios «dejar atrás el pasado», y ahora por cuatro décadas consecutivas renovar una Ley que se afirma en intereses tan risibles como, «seguridad Nacional» de EEUU.
En los momentos actuales, ni Obama, ni ningún presidente de EEUU, desde hace 20 años, posee facultades para eliminar totalmente el genocida bloqueo económico comercial y financiero contra Cuba, pues así quedó codificado en 1996 con la Ley Helms-Burtom, firmada por Willian Clinton.
Si bien es cierto que muchas autoridades estadounidenses han calificado al bloqueo como obsoleto y anacrónico, este es una compleja madeja integrada por diferentes normativas con diferentes jerarquías, que solo el congreso puede echar abajo definidamente, aunque mucho más de lo que ha hecho pudo y puede hacer Obama en aras de dejarlo prácticamente como un cascaron.
Lo cierto es que el bloqueo ha sido por años condenada en la Asamblea General de la ONU por abrumadora mayoría, y miles de personalidades, Premios Nobel, mandatarios, exmandatarios, han reiterado lo caduco de ese engendro que EEUU ha mantenido por más de cinco décadas para tratar de asfixiar al pueblo cubano, política que hasta el mismísimo Obama reconoce que no ha funcionado.
A pesar de ese reconocimiento por el inquilino de la Casa Blanca, claro está, nosotros los cubanos sabemos que lo expresó en función de cambiar su táctica y estrategia, porque el fin imperial sigue siendo el mismo: Apoderarse de Cuba.
En la firma que Obama acaba de estampar ratificando esa Ley, que en la actualidad solo se aplica a Cuba, se evidencia la falta de coherencia que hay entre ese acto y lo que él mismo ha reiterado de cambiar la política, de olvidar la historia, pues con ello empodera a los Departamentos del Tesoro y de Comercio para la manipulación y aplicación del bloqueo en la práctica, mediante los sistemas de normativas conocidos como, las Regulaciones para el Control de los Activos Cubanos y las Regulaciones para la Administración de las Exportaciones.
¿Y si con la renovación de esa Ley, Obama defiende las prerrogativas ejecutivas del Presidente respecto a Cuba, por qué anda a tan lento paso con muchas de esas prerrogativas que puede usar y no lo ha hecho hasta ahora?
A Obama se le acaba el tiempo de mandato y su incoherencia en lo que hace y lo que dice, como diría mi Guajiro abuelo, su incoherencia anda al galope…
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