‘Esto es lo que me pasó’ recoge documentos gráficos y testimonios de la represión franquista y la no asunción de responsabilidades de los torturadores y sus dirigentes en la democracia
El Born, centro de cultura y memoria, es el punto en donde en una exposición, formada por un conjunto de paneles en un rincón de la instalación, se habla de la represión que sustentó al franquismo y se interroga sobre si la impunidad de sus ejecutores es uno de los pilares de la democracia.
Esto es lo que me pasó es una frase que seguramente pronunciaron muchos de los detenidos y detenidas por la maquinaria franquista ante la extrañeza de los que tuvieron la suerte de no pasar las fauces del monstruo que fue la represión. Las detenciones, las torturas, los juicios y las persecuciones de los afectados forman el cuerpo central de la primera parte de Evocaciones de la ruina, un conjunto de actividades que se llevarán a cabo en el Born este otoño.
La maquinaria represiva, con sus policías. Los jueces que evitaban investigar cuando tenían frente a sí detenidos brutalmente torturados, o los médicos forenses, que certificaban que no había señales de malos tratos a personas con marcas más que evidentes de haber sido agredidas, no han sido molestados ni identificados. Constituyen la otra cara de la moneda: la de la impunidad. Esta percepción es parte constituyente de la democracia en España.
Unas declaraciones del exministro Martín Villa, en la cuales se niega a explicar al programa @lasextacolumna por qué condecoró al policía torturador Billy el Niño, cuando antes había sido sancionado por malos tratos por el mismo régimen franquista, pone el colofón a la muestra.
Topografía de la represión
El número 43 de Vía Laietana, donde está actualmente la comisaría de la policía nacional, era el centro neurálgico de la represión en Barcelona durante el franquismo. Pero la exposición muestra cómo la ciudad estaba dividida científicamente en una topografía del terror con centros donde se podía torturar sin disimulo, aunque los malos tratos podían empezar en el mismo momento del transporte de los detenidos.
Los paneles recogen también las detenciones de demócratas, «capturas» las denominaba la policía, como si se tratara de cacerías. Otro apartado es el de los interrogatorios de los detenidos. Los torturados detallan las sádicas actuaciones de los especialistas en tortura: la deshumanización que se pretendía con las prácticas degradantes: se quería romper la personalidad los disidentes, para así abatir al enemigo y anularlo.
Núñez: «¿Cuánto te pagan?»
Junto con la tortura, aparecen, deflagraciones heroicas: la resistencia de las interrogadas y los interrogados. En la muestra se ven casos como el del dirigente comunista, Miguel Núñez, que estando colgado de un tubo de calefacción dialogó con su torturador. El prisionero le preguntó cuánto le pagaban por hacer lo que hacía. Al saber la cifra, le dijo: «Te pagan poco». Núñez no cantó, a pesar de las palizas que le dejaron secuelas de por vida.
Pero todo ello no se podía hacer sin un entramado que lo facilitase. Los dirigentes del régimen sabían por qué se dictaban las normas y qué uso podían hacer de ellas. El Tribunal de Orden Público (TOP) fue la quintaesencia de la colaboración entre el aparato judicial y el franquismo. Pero también lo eran los jueces de guardia, como el que al presentarse una detenida pidiendo denunciar sus torturas, le respondió: «¿Tú estás loca? ¿Sabes que te puedo volver a enviar otra vez para adentro?».
La represión tuvo protagonistas directos, como el comisario Juan Creix. «Creix, creix pero no et multipliquis (un juego de palabras, en catalán creix es crece)», le dijo el poeta Pere Quart en un interrogatorio. Estos policías, conocidos por su agresividad, tuvieron cómplices: jueces que miraban hacia otro lado ante la tortura o personal sanitario que evitó hacer constar las marcas de los interrogatorios, cuando eran evidentes. Unos y otros siguieron en sus puestos una vez instaurada la democracia.
Al respecto, el comisario de la exposición Javier Tebar, explicó que la ley del patrimonio histórico evita la consulta de la documentación de instituciones como los gobiernos civiles y también de la policía. «Es un caso único en Europa», dijo .
La impunidad tiene un icono destacado: el exministro franquista y después de la UCD, Rodolfo Martín Villa, que evita, en unas declaraciones filmadas que se muestran en la exposición, explicar por qué condecoró el excomisario Antonio González Pacheco, Billy el Niño, cuando constaba que había sido sancionado por el mismo régimen franquista por maltratar detenidos.
El primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, Gerardo Pisarello, recordó que la presentación coincidía con el día en que el régimen franquista fusiló a los cinco últimos presos políticos, el 27 de septiembre de 1975. También se felicitó de que el Gobierno español haya autorizado que Martín Villa sea interrogado por la juez argentina que investiga los crímenes del franquismo.
Pisarello añadió, que el gobierno municipal de Barcelona tiene abierto el proceso para retirar la medalla de honor de la ciudad a Martín Villa, antiguo gobernador civil de la provincia.
Hacer la declaración de la renta al torturador
La persistencia de la dictadura enquistada en la democracia es un aspecto que siendo cotidiano no aflora, pero existe. Un ejemplo es lo que explica una de las detenidas y torturadas: María Teresa Vilajeliu, que tras ser maltratada por un policía, y al ser funcionaria de la Agencia Tributaria se encontraba con que cada año su torturador se presentaba en la oficina para qué le hicieran la declaración de la renta. Ella siempre se negó: «A este tío no quería dirigirle la palabra», declara.
También Francisco Téllez, militante comunista y de CCOO de Santa Coloma de Gramenet, cuenta cómo fue detenido y torturado salvajemente por la Guardia Civil, 22 días después de la muerte de Franco. Ahora figura como acusador en la denuncia argentina contra altos dirigentes del franquismo.
La muestra sobre la represión y la impunidad en el franquismo y la democracia se completa con otras actividades.
Así, el 19 de octubre se hablará sobre las violencias del siglo XX. El 2 de noviembre se debate sobre «La Catástrofe: Arte, ética y política». El 17 de noviembre, se debatirá sobre prácticas y usos memoriales en el espacio público. El 12 de noviembre, sobre vulneración de los derechos humanos y modelos de impunidad. El 1 de diciembre se hablará sobre trauma, transmisión y memoria social. El programa se puede consultar en la web del ciclo.