No era muy difícil predecir lo que ocurriría. El 31 de marzo, hace casi siete meses, cuando faltaba más de un mes para el cierre de la primera legislatura a principios de mayo, escribía en este blog que el plan del poder consistía en una «investidura fallida, nuevas elecciones, investidura fallida de nuevo y pocos […]
No era muy difícil predecir lo que ocurriría. El 31 de marzo, hace casi siete meses, cuando faltaba más de un mes para el cierre de la primera legislatura a principios de mayo, escribía en este blog que el plan del poder consistía en una «investidura fallida, nuevas elecciones, investidura fallida de nuevo y pocos días antes de la convocatoria de unas terceras elecciones (en otoño)» consumar la gran coalición, fuese en la forma que fuese («un gobierno de coalición, un gobierno por la abstención de unos u otros, un gobierno de responsabilidad gestado por hombres de Estado«). Si bien es cierto que el plan se ha materializado, no lo es menos que no ha salido todo lo bien que se pretendía, pues, como también expliqué existía la posibilidad de ello: «puede que sea necesario eliminar de la ecuación a Rajoy o a Sánchez o a ambos, puede que la operación salga mal como entonces salió mal y surja un Felipe González (¿Susana Díaz?) que por ambición se preste a hacer lo que le demandan con tal de llegar al poder… Todo es negociable menos lo que de verdad importa: el dinero y el poder».
Bases para la predicción
Ni me dedico al arte de la adivinación ni ha sido un ejercicio de fortuna ni existen extraterrestres de por medio. Ha sido mucho más sencillo: bastaba con analizar el pasado. Sé que muchos, algo más de cinco millones de personas exactamente, se niegan a creer que el PSOE solo es la parte más progresista del Régimen del 39 y que las feroces batallas que pensábamos se producían entre la izquierda y la derecha o entre los herederos de Franco y su oposición solo eran luchas intestinas del Régimen. Cuando Franco murió fue su sucesor, Juan Carlos I, el que ocupó el poder y tuvo que elegir entre continuar con un régimen duro o establecer un régimen de apariencia democrática basado en el juego rojos y azules. Se decidió por esta última elección.
Para ello se escogió a políticos, periodistas o intelectuales lo suficientemente progresistas dentro del Régimen como para que ocuparan el color rojo, pero lo suficientemente moderados como para no haber ejercido jamás la oposición a la dictadura. De ahí salieron Cebrián, que se hizo con El País (fundado por Manuel Fraga a tal efecto), y González, que se hizo con el PSOE y lo convirtió en lo que el Régimen le pidió que lo convirtiera.
El PSOE se apropió del discurso de la izquierda engañando a millones de socialistas de corazón, hoy todavía lo hace, para convertirse en oposición y terminar haciendo política de Régimen. La izquierda es republicana, pues el PSOE también (aunque sea fiel apoyo de Juan Carlos I y Felipe VI); la izquierda es contraria a la OTAN, pues el PSOE también (aunque ya estamos integrados en el aparato militar); la izquierda es propalestina, pues el PSOE también (aunque Zapatero y Chacón le hayan vendido y comprado armas a Israel); la izquierda es antimilitarista y pacifista, pues el PSOE también (aunque no haya desmilitarizado la Guardia Civil, ni desmantelado el aparato militar franquista, y haya multiplicado por diez la venta de armas en el gobierno Zapatero); la izquierda es respetuosa con los Derechos Humanos y el Derecho Internacional, pues el PSOE también (aunque bajo su gobierno se crease una organización paramilitar de extrema derecha para asesinar ciudadanos como los GAL); la izquierda es partidaria de la redistribución de rentas, pues el PSOE también (aunque sus políticos más destacados hagan uso de infames puertas giratorias); la izquierda es partidaria de lo público y el gasto social, el PSOE también (aunque hayan consentido la privatización de medio país y no pisen una escuela o un hospital público salvo para inauguraciones); y así podríamos seguir enumerando hasta el fin de los días, pero no es necesario. A estas alturas es más que evidente que el PSOE solo es un aparato más del Régimen. Solo eso.
Opciones del Régimen
El Régimen tiene ahora por delante un gran reto, como lo tuvo entre 1975 y 1982, año en el que el valido del rey, Felipe González, llegó al poder. No tiene fichas rojas porque en su ánimo de supervivencia acaba de ejecutar al PSOE y sin fichas rojas el gran juego no puede continuar, o puede hacerlo con dificultad. La primera opción para recomponer el Régimen (Susana Díaz) es la más rastrera y costosa, pero la más sencilla y fiable. Comprobada la catadura moral de Susana, nada agradaría más al Régimen que convertirla en líder de la izquierda y, si pudiera ser, en presidente. Puede que hoy parezca imposible, pero ahí está el Partido Popular de la corrupción a punto de conseguir mayoría absoluta si hubiera unas terceras elecciones. Por tanto, no hay que subestimar a los medios de comunicación, salvo contadas excepciones, ni a los infames periodistas que en ellos trabajan. Si el sistema siente que ello es posible, recompondrán la imagen de Susana e intentarán que sea presidente a corto-medio plazo (de cuatro a ocho años). Por tanto, esta opción consiste en introducir al enfermo en la UCI y revivirlo.
La segunda opción, menos apetecible para el Régimen, que no es nada proclive a experimentos, sería convertir a Pedro «El Rojo» en el líder del PSOE. Tiene dos ventajas evidentes: podría optar a la presidencia a corto plazo (cuatro años) y no haría falta campaña de marketing alguna (su crucifixión ya lo fue). Pedro, al que solo le motiva la ambición personal, podría ser el perfil ideal del Régimen: de buena imagen, ambicioso hasta el extremo, martirizado y capaz de cumplir el papel de González o Zapatero.
La tercera opción pasa por la conversión de Unidos Podemos. Esta es la vía más atractiva y a la vez más compleja del Régimen. Ningún partido podría ocupar mejor el color rojo que Unidos Podemos, no existe otra opción de mayor credibilidad en estos momentos. El problema es conseguir corromper a la cúpula del partido poco a poco hasta que termine convirtiéndose en parte del Régimen, lo que pasaría por el acatamiento de los pilares fundamentales (tal y como hace el PSOE). Se trataría de ceder a una evolución significativa en lo formal a cambio de poder. No parece sencillo que ello vaya a producirse, pues Unidos Podemos representa a la izquierda que fue oposición durante la dictadura, no a los acomodados de esta.
La cuarta vía, una de las más complejas, sería virar por completo a Ciudadanos para que ocupe el espacio que pudiera dejar el PSOE si no sale de la UCI, y la quinta posibilidad, aunque no la última, sería la creación de un nuevo partido político que se haga con el control de las fichas rojas. Se trataría de personas alejadas de la política y marcadamente progresistas, de prestigio en sus ámbitos, que se unieran por patriotismo para conseguir que España saliera de la crisis política en la que se encuentra. Todos ellos acatarían lo fundamental del Régimen y pretenderían, únicamente, terminar con la parte más oscura y sucia del mismo. Unos barrenderos de emergencia.
El juego debe continuar
Lo fundamental para nosotros, de nuevo, será no dejarnos engañar por el PSOE u otro PSOE ya que más de cinco millones de personas han sido capaces de votarles en las últimas elecciones y más de once millones lo hicieron hace ocho años. Igualmente importante resultará no caer en las trampas del Régimen: convertirnos en fanáticos de un partido político, como si esto fuera fútbol, hacer uso del voto útil, no castigar la incoherencia o votar para evitar el gobierno de aquello que tememos en lugar de hacerlo por aquello con lo que estamos de acuerdo.
Luis Gonzalo Segura es exteniente del Ejército de Tierra, miembro del colectivo Anemoi.
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El Colectivo Anemoi recomienda la lectura de las novelas «Código rojo» (2015) y «Un paso al frente» (2014), un hito histórico en la lucha por unas fuerzas armadas decentes al servicio del pueblo.
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