«Sin embargo, a los militares les sobrevino una democracia formal y tuvieron que tragar carros (de combate) y carretas para desempeñar el papel, si no de un ejército democrático (¿es acaso posible?), sí del ejército de una democracia. Por razones nada antimilitaristas, sino económicas y operativas se acabó (¡con Aznar!) aquel secuestro llamado mili, y […]
(Juan Antonio Aguilera Mochón)
Recientemente hemos conocido que el Gobierno sueco ha adoptado la decisión de restablecer el servicio militar obligatorio en el país siete años después de haber sido abolido. Esta decisión se toma con el objetivo de paliar la falta de soldados, según argumentan fuentes oficiales. Suecia es un modelo de país avanzado y un modelo a seguir en muchos aspectos, pero creemos que se equivoca rotundamente con esta decisión y con este planteamiento. Pensamos que el Gobierno sueco debería plantearse el por qué de esa falta de soldados, atender a sus verdaderas causas, en vez de pensar en volver a establecer como obligatoria una actividad que literalmente secuestra la vida de miles de jóvenes durante un cierto período de su vida. Esa propuesta ha sido apoyada en nuestro país por el famoso Juez de Menores de Granada, Emilio Calatayud (un estupendo profesional por el que siento un enorme respeto, famoso por sus sentencias originales y «ejemplarizantes», basadas en los aspectos de reeducación y reinserción social más que en los aspectos punitivos), quien se ha manifestado a favor de reimplantar el servicio militar obligatorio también en España, sobre todo para el colectivo de los denominados «ni-nis» (chicos y chicas jóvenes que ni estudian ni trabajan).
Pensamos que se equivocan, que la vuelta de la «mili» obligatoria no es ninguna solución para paliar los graves problemas y conflictos que nuestra sociedad demanda, especialmente para el colectivo de jóvenes. Argumenta Calatayud que los jóvenes suecos «van a a tener que aprender a ser soldados, o lo que es lo mismo, disciplina y autoridad, que nunca son mala cosa». Y efectivamente, no son mala cosa, como no lo son tampoco la solidadaridad, los derechos humanos o los valores cívicos y democráticos, que tampoco se les enseñan en la actualidad, pues los planes de estudios de los jóvenes de nuestro tiempo están casi totalmente imbuidos en el espíritu del neoliberalismo. Se les enseña y se les adiestra en la competitividad, en el individualismo, en el egoísmo, y por supuesto, en el adoctrinamiento religioso. Ya no estudian música ni filosofía, pero en cambio estudian finanzas. Pero parece ser que estos peligrosos valores no preocupan a nuestros gobernantes. Y por lo que respecta a la disciplina y a la autoridad, no nos parecen las Fuerzas Armadas el mejor sitio para aprenderlas, sino el propio hogar, el seno de la familia, que debe volverse menos «protector» (hay informes de expertos denunciando los graves peligros de las madres superprotectoras de la actualidad) y más ajustado a dichos valores. Y en segundo lugar, el propio entorno educativo, la escuela pública, que también debe velar por realzar en su justa medida la figura del docente, y por activar toda una serie de protocolos para que dichos valores también se difundan.
Continúa el juez Calatayud argumentando que «Aquí, en España, deberíamos tomar nota y plantearnos la necesidad de que nuestros jóvenes hagan un par de meses de campamento, o sea, de instrucción militar. Ellos y ellas. Y los «ni-nis», un año o dos». Y concluye: «Lo que iba yo a disfrutar viendo marcar el paso a esos niños y niñas que ni estudian ni trabajan y están todo el santo día con el móvil…». En fin, creemos que es un planteamiento ciertamente peligroso y equivocado, y que la solución para esos «ni-nis» dista mucho de colocarles un fusil y unas botas, y ponerlos a desfilar. En nuestro país, el movimiento pacifista y de objeción de conciencia se tuvo que emplear a fondo durante muchos años para que finalmente el servicio militar obligatorio dejara de ser eso, obligatorio, lo cual costó como decimos años de lucha, y muchos reproches penales, malos tratos, vejaciones y manifestaciones de cientos de miles de jóvenes y no tan jóvenes durante las décadas de los 80 y de los 90, y al final se consiguió…¿Vamos ahora también a tirar por la borda esa gran conquista social de la juventud y el movimiento pacifista y antimilitarista? Pensamos que no es el camino, que el camino es otro bien distinto. Porque, según el planteamiento del juez Calatayud, ¿qué se pretende entonces? ¿Un servicio militar obligatorio sólo para los pobres? Porque no sabemos si el juez Calatayud es consciente de que la inmensa mayoría de esos chicos y chicas que ni estudian ni trabajan, no son precisamente hijos de grandes empresarios, ni de gobernantes de élite. Suelen ser más bien hijos de un sistema que los desprecia, que renuncia a educarlos sin poner toda la carne en el asador, y que los abandona a su suerte a los albores de una cruel sociedad capitalista.
Por tanto, lo que hay que evitar es que existan esos «ni-nis», así como que las Fuerzas Armadas sean el «sancta-sanctorum» donde se vayan a aprender los principios de la disciplina y de la autoridad. Unas Fuerzas Armadas que hoy día continúan siendo el mejor espejo del carácter retrógrado de una Institución absolutamente anacrónica y antidemocrática. No hay más que seguir los artículos del Colectivo ANEMOI de militares demócratas y republicanos, o del ex Teniente del Ejército de Tierra, Luis Gonzalo Segura (miembro también de dicho colectivo), expulsado de las Fuerzas Armadas precisamente por poner al descubierto toda la ponzoña y la corrupción que se esconde detrás de nuestros Ejércitos. Ellos nos han ilustrado con ejemplos por doquier que durante los últimos tiempos, han sido numerosas las manifestaciones ultraconservadoras de los mandos militares, y sin ir más lejos, la página web del propio Ejército de Tierra mantiene bloqueado el acceso al diputado Alberto Garzón, de UNIDOS PODEMOS, en un episodio más de bochornoso espectáculo para cualquier país que se precie de avanzado y democrático. Unas Fuerzas Armadas que continúan practicando un fervor católico desatado, como vestigio del salvaje nacionalcatolicismo practicado durante la dictadura franquista. Y unas Fuerzas Armadas que continúan bajo la dependencia, el enfoque y el prisma de la OTAN, la organización bélica mundial por excelencia, que el bipartidismo (PP-PSOE) gobernante desde la Transición se ha empeñado en incrementar. ¿De verdad pensamos que son estas Fuerzas Armadas el mejor sitio para inculcar a nuestros jóvenes ciertos valores?
Decididamente, la vuelta de la «mili» obligatoria no es ninguna solución ni para esos «ni-nis» ni para la juventud en general, ni creemos que las Fuerzas Armadas puedan transmitir a dichos jóvenes ningún valor a recuperar. Lo que necesita la juventud española (como la de otros muchos países del mundo) es poder acceder sin reservas a una educación pública absolutamente gratuita y universal, laica, inclusiva, democrática y participativa. Lo que la juventud necesita no es volver a una mili para aprender a desfilar, ni a cultivar los valores imbuidos en el seno de unas Fuerzas Armadas ancladas en el pasado. Lo que la juventud necesita es que sus gobiernos les dediquen atención, les dediquen recursos, les dediquen medios, les ofrezcan salidas laborales y profesionales, y no les condenen, como ahora ocurre, al paro, a la precariedad más absoluta, al exilio laboral, y a la imposibilidad de emanciparse y emprender un proyecto de vida personal. Lo que la juventud necesita es poder encontrar verdaderos referentes más allá de tal o cual futbolista, o de tal o cual youtuber, y eso se fomenta desde la educación y desde la inclusión. Porque es el sistema precisamente el que fomenta en los jóvenes estos ridículos referentes, y el que los difunde de forma perversa no sólo entre la juventud, sino en el conjunto de la población. Lo que necesita la juventud es liberarse de los efectos y nocivas influencias del pensamiento dominante, que es el que legitima precisamente la ausencia de salidas para esa juventud desesperada. Se superó la «mili» obligatoria hace muchos años. Su recuperación sería un nefasto precedente de involución democrática en nuestra sociedad.
Blog del autor: http://rafaelsilva.over-blog.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.