A estas alturas de la legislatura -y desde la óptica del saneamiento democrático, el cambio de paradigma y la esperanza en la concreción de alternativas – el panorama es más que desalentador: es letal para las expectativas creadas y todavía mantenidas desde las casi agotadas reservas de ilusión y compromiso. La sociedad española necesita con […]
A estas alturas de la legislatura -y desde la óptica del saneamiento democrático, el cambio de paradigma y la esperanza en la concreción de alternativas – el panorama es más que desalentador: es letal para las expectativas creadas y todavía mantenidas desde las casi agotadas reservas de ilusión y compromiso.
La sociedad española necesita con urgencia lenguajes reposados, maneras suaves en las formas y fuertes en los contenidos. Pero, sobre todo, necesita de una propuesta de cambio explicada en calles, organizaciones cívicas, medios de comunicación oficiales y alternativos, universidades, colegios profesionales, y en los más diversos foros que existan. Centrar la actividad política en zaherir, asaetear a un Gobierno, emblema y símbolo de la corrupción y el cinismo extremos, es darle vida en el ruedo mediático e institucional. Es, en definitiva, gastar la pólvora en salvas.
Una actividad política hecha desde la vocación de alternativa económica, social, cultural y de valores debe, a mi juicio, señalar con decisión, sin ambages y sin concesiones a la feria de las encuestas, la cruda realidad y el origen de la misma. Hay momentos en los que los pueblos necesitan del discurso profético que no es otra cosa que ayudar a ver lo evidente velado por la retórica frenética del espectáculo político institucional y mediático.
La movilización, actividad indispensable para forjar el contrapoder ciudadano, no puede quedar en reiteradas, repetitivas y hasta cansinas ocupaciones de la calle que agotan su fuerza ante la constatación de que van los de siempre. Movilizar es crear un estado de opinión que se centre en propuestas concretas y que vaya ganando espacios cada vez mayores de opinión pública. Entones la calle será el escenario visible de la rebeldía serena en la que los contenidos no necesitan decibelios para hacerse entender…
Esa opinión pública necesita desde ya conocer, y saber los contenidos de los primeros y urgentes cinco primeros Decretos que se llevarían al Parlamento y a la opinión pública. Y desde luego también necesita de una actividad política que marque ella misma la agenda, los tiempos y los discursos…
Julio Anguita. Colectivo Prometeo. FCSM.
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