Si algo faltaba para que la espiral de violencia, crisis humanitaria y desgobierno se profundice en Yemen, era que se produjera una muerte impactante. Y esa muerte ocurrió el lunes pasado, cuando los medios de comunicación informaron que Ali Abdulah Saleh, ex presidente del país, había sido alcanzado por un bombardeo que terminó con su […]
Si algo faltaba para que la espiral de violencia, crisis humanitaria y desgobierno se profundice en Yemen, era que se produjera una muerte impactante. Y esa muerte ocurrió el lunes pasado, cuando los medios de comunicación informaron que Ali Abdulah Saleh, ex presidente del país, había sido alcanzado por un bombardeo que terminó con su vida.
Saleh dirigió Yemen con mano de hierro desde la reunificación del país, en 1990, hasta que en 2011 las masivas protestas que cruzaban a Medio Oriente llegaron a Saná, capital del país. Saleh, un dirigente hábil y pragmático, siempre se mantuvo cerca a Arabia Saudí, con la cual Yemen comparte una extensa frontera.
El ex mandatario, frente a las protestas del 2011, dejó el poder apañado por la Casa de Saud, y accedió al Ejecutivo su entonces vicepresidente, Abd Rabbuh Mansur Al Hadi. Al mismo tiempo, la tribu houthi y su brazo político-militar, el movimiento Ansarolá, desencadenó una fuerte lucha por el poder. En marzo de 2015, la monarquía saudí decidió la invasión militar de Yemen para detener el avance de Ansarolá. La operación militar saudí, que dura hasta estos días, convirtió a Yemen en un infierno: más de 12 mil muertos, 20 mil heridos, un país sumido en una epidemia de cólera incontrolable y la infraestructura de la nación, que siempre fue la más pobre de Medio Oriente, totalmente destruida.
Para desentrañar las incógnitas de la situación en Yemen dialogamos con Mariela Cuadro, Licenciada en Sociología y Doctora en Relaciones Internacionales, profesora de la Universidad de San Martín y coordinadora del Departamento de Medio Oriente de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
«La política interna yemení es complicada -afirma Cuadro-, y a eso se agrega, por supuesto, la continua intervención de distintas potencias regionales e internacionales. Básicamente, estamos hablando de los países del Golfo Pérsico, sobre todo Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU), y por el otro lado está Irán». Para la investigadora, comprender la política interna yemení no es tarea fácil, «porque tienen ciertas relaciones internas muy ligadas a relaciones de poder entre tribus, que hacen difícil para nosotros, que estamos más acostumbrados a otro tipo de identidades, poder entender del todo lo que sucede».
-¿Cómo analizas lo que sucedió con el ex presidente Saleh?
-En primer lugar hay que tratar de explicar quién era Ali Abdulah Saleh, que fue presidente de Yemen desde 1991 hasta el 2011. Yemen antes estaba dividido en el sur y el norte, y en 1991 se unificó y, desde ese momento, Saleh fue presidente. En 2011, en toda la región que se denomina como mundo árabe, hubo una serie de revueltas populares, incluido Yemen. Saleh es invitado a retirarse de la presidencia. Me parece que acá es donde empiezan un poco las complicaciones. Se tiende a escuchar que la Primavera Árabe fue una suerte de grito de los pueblos por la democracia y un grito popular espontáneo, pero no fue tan así, sobre todo en Yemen. Lo que hubo fue mucha incentivación de estas revueltas populares por parte de un grupo que se llama Alianza de las Tribus Yemeníes (ATY). Esta alianza estaba liderada por una de las tribus, que lo que querían era enfrentarse a Saleh para sacarle el control sobre la producción de petróleo y los medios de comunicación. Hubo mucha participación de grupos económicos concentrados, que intentaron sacar del medio a Saleh, de manera tal de quedarse con el negocio. La ATY se vincula con los Hermanos Musulmanes de Yemen, que se llaman Islah. Y estos dos grupos fueron los que más alentaron las revueltas populares en el país. Cuando se ve que esta situación se va de las manos, Arabia Saudí reúne al Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) y arman una salida negociada para Saleh. Le dicen que se iba a ir de la presidencia y en su lugar iba a asumir su vicepresidente. Desde ese momento, Hadi es el nuevo presidente, sin embargo nunca pudo gobernar, porque inmediatamente a esta alianza de tribus y el Islah, que pusieron a Hadi en el poder, se le opusieron los houthis, que es una tribu del norte, y el propio ex presidente Saleh, que no quedó para nada contento con lo que había sucedido. Sintió que lo habían traicionado y, por lo tanto, se alió con los houthis. Esta alianza fue muy importante y exitosa, porque Saleh tenía el apoyo del ejército yemení. Esta alianza empezó a tomar poder y de hecho tomaron Saná.
-En medio de esta situación, Arabia Saudí decide bombardear Yemen.
-Una vez que los houthis y Saleh toman Saná, Arabia Saudí afirma que los houthis están apoyados por Irán. Además hay que imaginarse el mapa de Yemen: Arabia Saudí tiene toda la frontera sur, que es muy grande, con Yemen. Históricamente, Arabia Saudí ha tenido un papel muy fuerte en la política de Yemen. De hecho, Saleh fue apoyado por los saudíes durante los 30 años de su gobierno. En el marco de que los houthis empiezan a tomar poder, porque Saleh y el ejército yemení se unen a ellos, Arabia Saudí interviene. Esta intervención es un desastre y lo único que ha llevado es a una catástrofe y al gasto por parte de Arabia Saudí. Es importante pensar que esta intervención no es solo liderada por Arabia Saudí, sino por quien es el príncipe heredero, Mohamed Bin Salman, un personaje muy relevante y que está marcando profundos cambios en las políticas del reino, una política que se ha mantenido sin cambios desde el año 1932. Pero viene este muchacho y trata de imponer un montón de cambios. Esta intervención militar es la guerra de Mohamed Bin Salman. Si Mohamed Bin Salman quiere hacerse con el trono en Arabia Saudí tiene que ganar esta guerra, porque sería un golpe muy fuerte si no lo hace. Y la verdad es que no la está ganando. Por lo menos, se puede decir que están en un empate técnico, pero lo único que generó es gasto y más gasto, más allá de la terrible situación humanitaria en Yemen.
-¿El gasto de la invasión a Yemen repercute dentro de Arabia Saudí?
-Cualquier país del mundo que tenga que sostener una guerra durante dos años y medio tiene repercusiones. Es la primera intervención militar saudí abierta, que dirige y lidera. Y es importante en términos simbólicos, no solamente económicos. Cualquier intervención que dure este tiempo conlleva un gasto gigante. Hay que recordar que esta intervención comenzó en el marco de un precio del barril de petróleo muy bajo para Arabia Saudí, por lo cual todavía tiene que remontar un déficit que le quedó desde ese momento. Además, tiene otra pata problemática en término económicos: el príncipe heredero está con todo un plan de reformas muy profundas, que nosotros podríamos entender como una neoliberalización de la economía. Uno de los pilares de este plan radica en disminuir el gasto del Estado, lo que nosotros llamamos ajuste. Quieren retirar al Estado y que deje de tener un peso tan fuerte, y empezar a privatizar, que tengan un rol mayor las empresas privadas. Con lo cual, todo este gasto gigante del Estado en la intervención a Yemen es absolutamente contradictorio con el objetivo de Mohamed Bin Salman. Por otro lado, el plan tiene como otros de los pilares las inversiones extranjeras. Pero en un marco en el que el país está rodeado por guerras e intervenciones militares, es más complicado que lleguen las inversiones extranjeras. Por parte de Mohamed Bin Salman existe, tanto en términos simbólicos como políticos y económicos, cierta urgencia de ponerle punto final a esta guerra, que no le ha traído más que dolores de cabeza, porque no obtuvo la victoria que esperaba lograr en muy poco tiempo. Eso no sucedió y ahora están estancados en Yemen.
-Frente a la situación interna en Yemen, ¿se puede pensar en una resolución a mediano plazo?
-Creo que no. Como todos los conflictos en Medio Oriente, lo único que está sucediendo es una profundización de ellos. Y cuanto más intervienen las potencias extranjeras es peor. Lo que vamos a ver es una suerte de desorden, porque hasta ahora existían un montón de grupos, pero había un cierto orden. Estaban los houthis y Saleh por un lado, supuestamente apoyados por Irán; por el otro lado estaba el presidente Hadi, apoyado por Arabia Saudí y EAU. Emiratos Árabes Unidos es un país al que no se le presta la suficiente atención, pero es un jugador fundamental en las relaciones de poder en Medio Oriente. EAU no está contento con Hadi y fue uno de los grandes artífices de que Saleh rompiera su alianza con los houthis, que es lo que llevó a su asesinato. Arabia Saudí está con mucha urgencia de salir, pero el tema es en quién se apoya a nivel interno. Hay que ver si el rol que ocupaba Saleh es posible que lo ocupe algún seguidor. En esta ecuación, Hadi está quedando bastante afuera y no va a cumplir un rol importante, por lo menos en Yemen. Habrá que ver quién va a tomar la posta que dejó Saleh. Suenan algunos nombres, entre ellos el hijo de Saleh (Ahmed Alí), pero que no tiene la misma relación personal que tenía su padre con los miembros del ejército. Por ahora va a haber un momento de transición hasta que se vuelvan a acomodar un poco las fichas. En este momento de transición la catástrofe humanitaria se va a profundizar. A mediano plazo no veo un buen futuro para Yemen y para la pobre gente que vive en el país. Desde una lectura muy política, académica y despojada, pienso que el único que podía destrabar esta situación era Saleh aliándose con Arabia Saudí y EAU. Si esa alianza se recompone con algún sucesor de Saleh me parece que se puede esperar que vuelva a existir un control central y una posible derrota de los houthis. Pero por ahora, los houthis están en mejor posición, porque son la única fuerza interna bien ordenada.
*Entrevista realizada en el programa Resumen de Medio Oriente, que se emite los martes de 20 a 21hs por AM 740 Radio Rebelde.