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El independentismo y la izquierda en Cataluña

Fuentes: Rebelión

Las elecciones catalanas han puesto al descubierto una importante pérdida de influencia de PODEMOS en Cataluña en solo un año. Una primera explicación de este bajón podría estar en la crisis que ya había abierto a lo interno y que no se explica únicamente por la actitud del anterior Sec. Gral que ya dimitió. Los […]

Las elecciones catalanas han puesto al descubierto una importante pérdida de influencia de PODEMOS en Cataluña en solo un año. Una primera explicación de este bajón podría estar en la crisis que ya había abierto a lo interno y que no se explica únicamente por la actitud del anterior Sec. Gral que ya dimitió. Los datos de las elecciones precedentes revelan que había crecido el independentismo en muchos de los adscritos cuando sopló el viento a favor de la DUI, como rechazo a la ola de represión desencadenada por la aplicación del 155. El precio pagado por alinear la política catalana de Podem a la estrategia electoral general del partido estáría en esa pérdida de votos.

Había mucho votante catalán de PODEMOS que tenía su corazón puesto en la independencia. La propuesta oficial de reconocer el derecho a la autodeterminación (derecho a decidir), mediante un Referéndum pactado y votar No a la independencia en esa consulta, fue desdibujada y marginada, durante la campaña, impidiendo una reflexión serena, donde predominaron los factores más emocionales provocados por la aplicación del 155. Puesto que los hechos posteriores han mostrado que la DUI no era viable, ahora lo es mucho menos. Si examinamos las tendencias del voto en los últimos 10 años, vemos que no son nada favorables al crecimiento del independentismo, con lo que la hoja de ruta marcada por Catalunya en Comú Podem, sería la ponderada y podría contar, en el futuro, con el apoyo de amplios sectores catalanes, como ocurrió en las Elecciones generales de 2015 y 2016.

Esta reacción emocional, libertaria y movilizadora de rechazo cívico a la represión brutal, a la judicialización de la política, al descabezamiento del Govern y el encarcelamiento de los líderes con mayor popularidad se extendió por amplios espacios del pueblo catalán más allá del independentismo e incluso de otros sectores populares minoritarios en el resto de España, influido en gran parte por el sentimiento republicano de la rebelión catalana. Con ese viento a favor el independentismo/republicanismo ganó muchos apoyos y facilitó el rechazó a la opción electoral presentada por Catalunya en Comú Podem con perdida de muchos miles de votos. Transcurrido un tiempo y una vez agotado el estado emocional de repulsa, esa pérdida podría ser coyuntural y el partido podría conseguir recuperar a esos miles de votantes perdidos una vez que las aguas vuelvan a su cauce.

Como puede verse en la evolución recogida en el CUADRO adjunto, de las 6 ultimas elecciones, se aprecia que el voto independentista es mucho alto en las Elecciones Autonómicas que en las Elecciones Generales, pero con tendencia a una perdida de su influencia, en ambos casos, a medida que pasa el tiempo. En efecto en las Elecciones Autonómicas podemos ver la evolución del independentismo marcada por un 51,58% (2012), un 49,81% (2015) y 48,25% (2017) y en las Generales se pasa del 39,64% (2011) al 32,46% (2015) y al 33,08% (2016). Esta tendencia marca a la larga la inviabilidad de una Independencia de Catalunya y solo podría invertirse si el Gobierno central cometiera la torpeza de seguir adoptando una política opresiva sobre esta comunidad nacional. Se hace necesario pues buscar un estatus para este territorio nacional, donde se regule un mejor trato de Cataluña por un Gobierno central y encontrar el punto de equilibrio en el reparto de los tributos catalanes, que son el quid de la cuestión para alcanzar un Estado Federal Republicano. Lo mismo para cada Comunidad Autonomía, considerando que la Comunidad del País Vasco y Navarra disponen ya de un sistema tributario propio articulado al Estado central, que podría ser modélico para ser aplicado a la nación catalana.

Buscar este punto de equilibrio es la tarea mas complicada y requiere un nuevo diseño para el Estado español cuyo rompecabezas autonómico no puede articularse bajo las pautas emanadas del régimen del 78.

Una segunda tendencia que se observa en el CUADRO es que el voto de las izquierdas (incluyo a PODEMOS a partir de 2015) también desciende en las Autonómicas (26,23%, 22,62% y 21,67%, años 2012, 2015 y 2017) y sin embargo suben en las Generales (37,83%, 42,27% y 41,88%, años 2011, 2015 y 2016) [Estos % está referidos a la suma de votos de los partidos que acceden al parlamento], aunque en esta tendencia última de las Generales de 2016 se haya producido en un escenario de irrupción de PODEMOS que difícilmente se volvería a dar.

Una tercera tendencia es el estancamiento del PSC , tras una importante sangría en las Generales de 2015. Así, obtiene el 29,01% (2011), pero baja al 16,41% en las Generales de 2015) y se estabiliza en el 16,61% en las de 2016, mientras que en las Autonómicas no logra crecer pasando del 15,56% (2012) al 13,29% (2015) y finalmente al 14,10% en 2017.

Por otra parte la irrupción de PODEMOS en el escenario catalán en las autonómicas de 2015, logra 366.494 votantes provenientes de la disolución de ICV ( sin lograr arrancar votos significativos del PSC), sin embargo en las Generales de 2015 logra 927.940 votos, que provienen de los votantes del PSOE catalán, que ha pasado de tener en 2011 (Generales) 922.547, a 589.021 en las del 20 de diciembre de 2015. Esta sangría de votos alarmó al PSOE, pues supuso una pérdida de 336,526 votos, un descenso del – 63,85%, descenso que prosiguió en las generales de 26 de Junio con 558.033 votantes. Esto en Cataluña. La tendencia del PSC es de declive debido a que tiene que seguir la disciplina centralista de Madrid, cuando es un partido con cierta identidad catalanista. Las tensiones entre Iceta y Sánchez lo revelan.

Es patente que de los 848.526 votantes de PODEMOS alcanzados en las Generales 2016, una parte se radicalizó y votó independentismo en las Autonómicas de 2017. La confrontación entre ese sector que llamamos «emocional» y las posiciones más sopesadas de la Dirección estatal del partido, quedaron expuestas en el conflicto con el anterior Secretario General Albano Dante Fachin, que se enfrentó a la visión estatal y que explica también la defección de los muchos votantes de PODEMOS que no podían votar las listas de Catalunya en Comú Podem. Pero pasada la euforia de la DUI, PODEMOS estaría en muy buena posición para recuperar muchos de esos votantes, dando el declive del independentismo radical, que no supone para nada pérdida de identidad catalana, que podría aceptar muy bien la oferta de una Republica de Republicas.

Sin embargo, si se me permite, diría que existe un dilema en PODEMOS debido a debilidades propias fruto de su nacimiento espontáneo. Nos atreveríamos a señalar tres carencias estratégicas esenciales: una primera procede de la falta de identidad ideológica propia que cohesione el partido (Podemos está en reflujo y ya no se podrá cohesionar en base a la ilusión de «tocar poder» a corto plazo); la segunda sería la falta de acumulación de fuerza organizada por sus contradicciones orgánicas y los problemas de los Círculos que excluyen a muchos activos y la tercera se centraría en un vacío de sentido internacionalista, que favorece la deriva endogámica nacional, impidiendo dirigir la evolución histórica de un país como España en un marco más internacional, e incluso más allá de Europa y más solidario con América Latina.

José M. Torres. Expresidente de la Fundación Rubén Dario de Cooperación Internacional.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.