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Corrupción en Cuba: Cuando el río suena

Fuentes: Progreso Semanal

Hay corruptos baratos, corruptos «en precio», y corruptos caros. Para Cuba el fenómeno no es nuevo, en lo absoluto. Lo que pone el tema en boga en los últimos meses es precisamente la inusitada atención por parte de la agenda mediática pública. De antes sabíamos que existe el profesor de preuniversitario que cobra un peso […]

Hay corruptos baratos, corruptos «en precio», y corruptos caros. Para Cuba el fenómeno no es nuevo, en lo absoluto. Lo que pone el tema en boga en los últimos meses es precisamente la inusitada atención por parte de la agenda mediática pública.

De antes sabíamos que existe el profesor de preuniversitario que cobra un peso a sus alumnos por dejarlos ir antes de que se acaben las clases; así como el ministro caído de su puesto por venderle información clave a firmas extranjeras, o el gerente de una empresa importadora que recibe «comisión» de ciertas firmas que no venden las mejores mercancías a Cuba, etc. ¿Cómo sabemos todo eso? Por rumores, huelga decir. De fuentes más o menos confiables, con datos más o menos escabrosos.

Tampoco Cuba escapó a sucesos de corrupción lo suficientemente notorios como para escandalizar al país. En los años 80 acaecieron los casos del ministro de Transporte Diocles Torralbas y quien ocupó la dirección de la Unión de Jóvenes Comunistas, Luis Orlando Domínguez.

Probablemente, el conocer mal y poco sobre el asunto sea tan nefasto como el desconocimiento total.

Dato sin contexto es aguja en el pajar

En marzo pasado la revista Bohemia analizó el tema de corrupción mediante datos aportados por la Fiscalía General de la República y las sentencias del Tribunal Supremo Popular. Las prácticas más habituales, cómo se tipifican luego en delitos y los escenarios más recurrentes no confirman que el fenómeno se haya arraigado o no. La ausencia crónica de información pública -contextualizada, utilizable, no al azar- sobre los procesos de fiscalización y la lucha contra las ilegalidades no lo permite.

A diferencia de un dato de 2016 publicado en Cubadebate, donde la Contraloría General de la Republica (CGR) informó que el 58 por ciento de las auditorías especiales fueron evaluadas de deficiente y mal, en este más reciente informe se aprecia mejor el contexto en el que ocurren los delitos.

Hace solo unos días, supimos además por la CGR que de modo general hubo un incremento de violaciones económicas en 2017 (1012, 280 más que el año anterior), que se trabajó en hechos «de corrupción administrativa asociados al uso indebido del Presupuesto del Estado en varias entidades», y que la plantilla de los auditores «solo está cubierta al 64 por ciento en el país», debido especialmente a los bajos salarios que perciben estos especialistas.

Igualmente se dijo que los daños cuantificados en la actividad presupuestada superaron los 300 millones en moneda total (¿Pesos Convertibles, Pesos Cubanos?).

Pero al final de la exposición, sin una verdadera y pública rendición de cuentas, es prácticamente imposible saber el daño real de todos esos hechos, que tal y como asume la sabiduría popular, podrían ser solo la punta del iceberg del problema -pinceladas de información publicada-.

El caso de la organización empresarial BioCubaFarma, analizado en la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular el pasado mes diciembre, fue un tema notable por la importancia económica de sus producciones y la relevancia social en la vida de la ciudadanía en Cuba. «Esta organización empresarial procesa 499 de los 505 de producción nacional que lo integran. (…) Exporta sostenidamente más de 400 millones de dólares, y ahorra al país más de 2 mil millones», se afirmó.

Entre las cifras más llamativas estuvo que las pérdidas económicas fueron valoradas en 575 mil 345 pesos (nuevamente la dualidad monetaria existente en la Isla pasa factura en la cuantificación de daños, pero también de beneficios); además, había acontecido 30 robos o intentos de desvío de medicamentos para el cierre de noviembre de 2017, un número que también sobrepasa al de 2016, según reconoció Tania Urquiza Rodríguez, vicepresidenta de la organización.

Esto ocurrió en medio de una seria crisis con el abastecimiento de fármacos, durante la cual los enfermos casi nunca encontraban en las droguerías la medicina prescrita y se incrementó una inhumana especulación de estos productos en el mercado negro. Finalmente, las autoridades de Salud Pública informaron sobre una paulatina recuperación del sector, a la que contribuyó la importación de una mayor cantidad de medicamentos para atenuar el profundo desabastecimiento de diciembre pasado.

De las causas y soluciones

Para contrarrestar la corrupción se creó la Contraloría General, con un asiento en el Consejo de Estado, desde el 2009. «Desde entonces arremetió contra casos de corrupción en el sector alimenticio, la aviación civil, las telecomunicaciones, el tabaco y la industria del níquel» afirmó el periodista Marc Frank.

Pero tanto en el conocido caso de los choferes de ómnibus articulados en La Habana («ofertas más tentadoras de salario y de horarios en otros centros de trabajo»), como en el mencionado de los auditores, y el de tantos otros trabajadores en Cuba, el tema de los bajos salarios fue fundamental. Sin ser un motivo que justifique un comportamiento delictivo e inmoral, no contextualizar las circunstancias en las que estos hechos ocurren es también una falta.

El incremento de los precios de los productos de primera necesidad y la caída de poder adquisitivo de los ingresos legales de la población, publicó Bohemia, «son factores objetivos que impactan en la actuación de personas inescrupulosas».

En la actualidad, según las autoridades de la Fiscalía que hablaron con la revista, las prácticas corruptas tienen conexiones con el exterior mediante emigrados, repatriados y extranjeros; y han extendido sus enlaces con el sector privado de la economía con «un marcado carácter corruptor hacia directivos y funcionarios de entidades estatales».

El periodista Fernando Barral subraya que en ocasiones los corruptos no son individuos aislados, sino redes que «se extienden también a otras entidades y niveles, con los que existen relaciones de trabajo». El desfalco ocurrido en la Empresa Provincial de Acopio de Sancti Spíritus, hecho público este año, le da la razón.

El politólogo Esteban Morales insiste en que «la lucha contra la corrupción, no es en principio, ni primeramente, una batalla contra los corruptos. Se trata de una batalla cultural». Y eso es fundamental. Desde la aguda crisis del noventa en Cuba el concepto de «sobrevivir» o «luchar» devino eufemismo de robar para una gran de personas.

Aun cuando no es justificable bajo ninguna circunstancia, las redes de involucrados y el monto de los desvíos hacen una diferencia importante en cuanto a los daños y a la cultura y valores de esos individuos.

Sin embargo, la corrupción en Cuba es «borde cero», le dijo al blog brasileño O Globo Marcelo Odebrecht, máximo ejecutivo de la empresa homónima envuelta en un sonado escándalo de coimas y sobornos en 21 países. Odebrecht dijo no haberlo hecho para reconstruir el Puerto de El Mariel, aseguró en una de sus declaraciones. De hecho, el portal Transparencia Internacional ubica a Cuba en el número 62 de entre 180 países medidos.

Es cierto que una comparación con países latinoamericanos deja a Cuba en una situación ventajosa respecto a la corrupción. Solo que respecto a los recursos que estos poseen, los niveles podrían cobrar un mayor equilibrio que el percibido.

En última instancia, el hecho de que en la Isla la corrupción tenga poca manifestación -así como la violencia u otros temas en los que se suele comparar- no significa que no debamos preocuparnos, informarnos y tomar medidas esencialmente preventivas. Especialmente ahora que hemos visto el fenómeno con inusual nitidez, es válido preguntarse si tenemos aquí una segunda economía que se mueven en una zona gris, nutrida de la corrupción en el Estado y en la pequeña y mediana empresa privada.

Fuente: http://progresosemanal.us/20180405/corrupcion-en-cuba-cuando-el-rio-suena/