Imposible de negar el interés que ha despertado en la población el proyecto de Constitución, que en tirada que ya ronda el millón de ejemplares a manera de tabloide y a la venta por un peso cubano, ha «volado» de las 815 oficinas de Correos de Cuba y 270 quioscos de prensa en toda la […]
Imposible de negar el interés que ha despertado en la población el proyecto de Constitución, que en tirada que ya ronda el millón de ejemplares a manera de tabloide y a la venta por un peso cubano, ha «volado» de las 815 oficinas de Correos de Cuba y 270 quioscos de prensa en toda la Isla.
Incuestionable el interés demostrado por la ciudadanía en adquirir el Proyecto y someterlo a rigurosa lectura. Sin la solidez de una encuesta como Dios manda y solo por el simple acto de conversar con las personas de diversas edades, oficios y profesiones, se podría asegurar que el mayor énfasis y participación será en el orden de los aspectos económicos y no tanto los de contenido político e ideológico.
Otro detalle interesante, digno de la lupa de un sociólogo, y que ha acaparado los más diversos comentarios, es la supresión de que el matrimonio se contrae necesariamente entre un hombre y una mujer. En la nueva, entre dos personas y que sea la Ley quien determine el resto. A no dudar, habrá debate y planteamientos que bien pudieran reflejar el contenido machista que todavía subsiste.
Un aspecto no menos llamativo ha sido la erradicación de que con el partido comunista al frente debemos alcanzar «el objetivo final de edificar la sociedad comunista». Algunos pensadores y académicos consultados en plena calle sostienen el aquello del socialismo como tránsito, pero la inmensa mayoría de la gente parece sostener que primero conseguir un socialismo que aún está por llegar (próspero y sustentable, según la estrategia) y luego, con el paso de otras generaciones, pensar en el comunismo.
Y los hay, porque me lo han comentado, que afinan lápiz para proponer cambios de nombre en el partido vigente y que el lema de los pioneros debe ajustarse a los tiempos actuales con algo parecido a «Pioneros por el socialismo, seremos como el Che».
Propuestas como estas y de otra naturaleza, aflorarán en el proceso de consulta que, como se ha dicho, estará dirigido en cada reunión por un dúo preparado para recibir tal avalancha de inquietudes y sugerencias, algunas que no deben ser objeto de una Carta Magna y sí de Leyes que respalden tales inquietudes en caso de ser presentadas y aprobadas por el Parlamento.
Más de 135.000 son las reuniones previstas. Un detallado proceso de recaudación de todo lo que se diga, será un excelente arsenal para que quienes dirigen la sociedad se enteren de cómo piensa la población urbana y rural. El cubano de los últimos tiempos ya no se guarda mucho lo que piensa. También sería bueno que los propios ciudadanos pudiéramos conocer todos esos planteamientos, no solo en valores numéricos, sino su contenido.
Hay que agregar, como acontecimiento inédito, que también las puertas han sido abiertas a los pareceres de cada compatriota residente en el exterior que desee participar con sugerencias, modificaciones u otros elementos. Tal decisión cuenta con simpatías entre buena parte de este lado de la orilla que la catalogan como justa y acertada. También hay quienes no están de acuerdo. En Miami, por citar el lugar de mayor concentración de cubanos emigrados, existen personas e instituciones que repudian el convite participativo. La cerrazón mental no es patrimonio de puntos geográficos.
Precisamente en Miami, donde existen partidos políticos por cada cinco cubanos (y es un decir), el Demócrata Cristiano ha sido el primero en pronunciarse en que participará en el estudio de la nueva Constitución.
Las autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores estiman un millón 400 mil cubanos residentes en más de 130 países. A fuerza de ser sincero, me parece que somos más.
El singular proceso arrancará este 13 de agosto, natalicio del líder Fidel Castro, que cumpliría 92 años de edad. En pocos días tendremos un acto de recordación por la fecha. Será protagonizado por niños de La Colmenita. Ya este miércoles 8, había personas haciendo fila para adquirir entradas en ese mega teatro llamado Karl Marx.
Fuente: http://progresosemanal.us/20180809/dice-uno-opina-el-otro/