El abogado venezolano Joaquín Chaffardet que testificó el martes ante el Tribunal de Inmigración de El Paso a favor de su viejo socio Luis Posada Carriles, pudiera aprovechar la oportunidad para contar cómo se torturaba en los años 70 en los sótanos de la policía política de Venezuela. Ambos hombres han participado juntos en las […]
El abogado venezolano Joaquín Chaffardet que testificó el martes ante el Tribunal de Inmigración de El Paso a favor de su viejo socio Luis Posada Carriles, pudiera aprovechar la oportunidad para contar cómo se torturaba en los años 70 en los sótanos de la policía política de Venezuela. Ambos hombres han participado juntos en las operaciones de represión de la siniestra DISIP.
También pudiera hablar de la destrucción de una aeronave cubana en 1976 y de la muerte del ex canciller chileno Letelier, dos operaciones a las cuales fue vinculado en 1976 a través de su amigo.
Vinculado a la CIA desde 1960, entrenado en las técnicas de torturas y de represión, Luis Posada Carriles fue enviado a Venezuela en 1967 por la Agencia Central de Inteligencia norteamericana como asesor de la DIGEPOL, luego convertida en DISIP.
Bajo el apodo de «Comisario Basilio», secuestró, torturó, ejecutó y «desapareció» durante más de siete años a decenas de presos. Una fuente que pidió el anonimato, reveló que Posada y su personal eliminaron a opositores lanzándolos al mar.
El abogado venezolano Joaquín Chaffardet y el terrorista miamense Nelsy Castro Matos figuran entre los más cercanos colaboradores de Posada de aquella época. Compartieron entonces sus tareas represivas con el esbirro Hermes Rojas, quien luego estuvo junto a él en El Salvador como asesor del gobierno de José Napoleón Duarte, y «El Mono» Morales Navarrete quien era Jefe de la División 54 de la DISIP y pasó a dirigir esa organización cuando la CIA mandó a Posada y a Chaffardet a crear una agencia de detective.
Chaffardet participó activamente en las actividades de esa Agencia de Investigaciones Industriales y Comerciales que sirvió de pantalla a la Operación Cóndor y donde se organizó la voladura del avión de cubana y el asesinato de Orlando Letelier, ocurridos respectivamente en septiembre y octubre de 1976.
Varios documentos desclasificados indican que tanto la CIA como el FBI conocieron, en aquella época, los pormenores de las actividades de Posada Carriles y su tropa.
Joaquín Chaffardet es hoy conocido en Caracas como socio de Ricardo Koesling, de la red de apoyo que mantuvo en Venezuela Posada. Koesling representa a la terrorista Fundación Nacional Cubano Americana y se le relaciona con la CIA y con la fuga de Posada de su cárcel en Caracas.
Koesling fue informante de la DIGEPOL (la policía política represiva de los años 60) y de la DISIP y también se lo vincula con las operaciones terroristas planificadas desde las oficinas de la Agencia de Investigaciones de Posada.
El abogado Chaffardet, incondicional del terror y antichavista fanático, fue de los asesores que Santiago Álvarez-Magriña convocó de asesor a Panamá cuando el Gobierno venezolano presentó su solicitud de extradición mientras Posada se encontraba preso en este país.
Colaboró luego activamente con el narcoabogado panameño Rogelio Cruz, ex procurador de la República de Panamá, depuesto por corrupción.
Posada Carriles fue asesor de la DIGEPOL y luego Jefe de Operaciones de ese mismo órgano represivo convertido en DISIP desde 1967 hasta 1974.
En su libro «Los Caminos del Guerrero», Posada Carriles cuenta cómo Chaffardet lo visitó en su refugio en El Salvador, después de que el escándalo Coca-Contra obligó a la CIA a poner fin a sus actividades de narcotráfico en la base aérea de Ilopango.
El abogado Chaffardet, sabiendo que Posada era prófugo de la justicia de su país, nunca informó a las autoridades judiciales de Venezuela de la presencia de Posada en El Salvador.
En El Paso, hoy martes, Chaffardet pretende hablar de «los peligros que afrontaría Posada Carriles si es enviado a ese país».