No hay ejemplo de dictadura personal, que sobreviva a su dictador. Conocido el axioma, la transición al franquismo, se preparó al término de la Guerra Civil. En el aire la Mundial, los derrotados concluyeron que un triunfo aliado, restablecería la legalidad republicana. Demócratas y anarquistas, destruidos por el comunismo, antes de serlo por el católico […]
No hay ejemplo de dictadura personal, que sobreviva a su dictador. Conocido el axioma, la transición al franquismo, se preparó al término de la Guerra Civil. En el aire la Mundial, los derrotados concluyeron que un triunfo aliado, restablecería la legalidad republicana. Demócratas y anarquistas, destruidos por el comunismo, antes de serlo por el católico – fascismo, buscaron ayuda exterior, que en el futuro hiciese contrapeso a Moscú, valedor y financiero de un P.C. minoritario, sobrado de medios económicos y disciplina, que yuguló su democracia. Delicada la posición de los monárquicos, porque el rey eligió la Italia de Musolini, como tierra de asilo, habiendo colaborado con Franco en la preparación y consecución de la Guerra Civil, acordaron posponer la restauración de la corona a tiempos más propicios. En el entretanto colaboraron con el sistema, acosado por una izquierda que olvidando rencillas pasadas, creo el maquis, teniendo controlado el campo con el apoyo de los aliados y una población, solidaria e izquierdista.
Apenas se esbozó la derrota aliada, Franco barruntó su futuro. Queriendo sobrevivir a sus valedores, se distanció del Eje con gestos notorios, como apartar del gobierno a su cuñado Serrano Suñer, pro nazi conocido. Estableciendo contactos secretos con Roosvelt, aprovechó la aversión de Estados Unidos al comunismo. Magnificando su presencia en España, puso de relieve el ascendiente de Moscú sobre la extinta república. Esgrimiendo la debilidad de una monarquía,que no logró mantenerse, el General se presentó como único freno al expansionismo de Stalin, evidente con respecto a país estratégico del sur de Europa. Entendiendo sus razones, las potencias demócratas acordaron preservar el original fascismo hispano, limitando las represalias a un aislamiento blando, que justificó a los diferentes gobiernos, ante un electorado profundamente antifascista.
Mientras el maquis se diluía, privado de ayuda tras los acuerdos de Yalta, Franco mitigaba la represión. Suficiente la pasada para amedrentar a sucesivas generaciones de españoles, los condenados a muerte que eludieron la ejecución, fueron indultados. Reducidas las penas, mediada le década de loscincuenta, las cárceles se vaciaron de presos de la guerra, para recibir poco después, a los primeros represaliados de la posguerra. Debidamente fichado el desafecto al régimen, petardos esporádicos, atribuidos a los anarquistas, sirvieron de excusa pararetirar de la circulación al opositor, bastando una palabra o un gesto, para dar en la cárcel. No faltaron en aquel período ejecuciones didácticas, aplicadas en función al grado de altivez, detectado en la población. Ni atentado con corolario de victimas. Las provocó bomba colocada en la oficina de pasaportes del Ministerio de Gobernación, frecuentada por empleados y botones. La dureza de aquella paz de miedo, miseria y mercado negro, no impidió a la oposición interior reestructurarse, al amparo del silencio.
Hubo un Gobierno de laRepública en el exilio ydirecciones de los partidos, instaladas de preferencia en Francia. Sentimiento común a las izquierdas y al centro el republicanismo, el poder predicó el desprecio hacía una democracia, que pocos sabían definir, sumando un antimonarquismo profundo. Espontáneo el anarquismo en Andalucía y Cataluña, resurgió desorganizado, como no podía se de otra manera, estructurándose los independentismos vasco y catalán, al exacerbar el sentimiento nacionalista la prohibición de idioma, bandera y tradiciones.Casi inexistentes los partidos moderados, el socialismo consiguió cierta implantación en el norte y las grandes ciudades. En cuanto al P.C., organizado y financiado por la URSS, como de costumbre, no tardó en contar con entramado de células discretas. Fiando en que las contradicciones del capitalismo, habrían de desembocar en el comunismo universal, centró sus baterías en la propaganda y la infiltración. Publicaciones legales de apariencia anodina, como Triunfo, difundían las líneasbásicas de la ideología, eludiendo la censura, porque sus responsables las ignoraban. De nula difusión el ortodoxo Mundo Obrero, no tardaron en circular panfletos anónimos, siendo órgano de propaganda inapreciable Radio Pirenaica. Emitiendo desde el exterior, cubría el país. Lograba el estado interceptarla esporádicamente, pero no silenciarla. Pertinaz, el Partido se infiltró en los sectores intelectuales. Escritores, pintores, periodistas, profesionales de la enseñanza fueron sus portavoces, combatiendo en dos frentes: contra el sistema y contra una oposición, que aportando diferente ideología o no teniéndola, le disputaba parcelas de control sobre las bases
Convencida la cúpula de que bastaría vaciar el contenido con labor de termita, para pasar sin traumas del fascismo al comunismo,para cambiar el decorado,introdujo militantes en todos los sectores. Ingresaron en la universidad, el seminario, Falange, las escuelas militares y la policía, ejerciendo profesiones liberales, en el mundo de las finanzas y el funcionariado, alcanzando incluso altos estamentos del estado. Aplicando el principio de la ayuda mutua y la destrucción del rival, de ser más numerosos y no haber topado con el Opus Dei, quizá hubiesen controlado el país. La organización, católica y de derechas, en ocasiones extrema, utilizaba la misma práctica y táctica que el P.C.. Compartiendo el principio de que el fin justifica los medios, al no poder eliminar el concepto de «pecado», por reclamarse de la moral cristiana, lo soslayó calificando de sacrificio encomiable el «acto de suyo repugnante» (Camino vrs. 626), perpetrado por «obediencia», término que reemplazó al concepto «disciplina»,.
Indiferente el sistema a la penetración del Opus, no tardó en recuperar la del P.C. A finales de los sesenta Emilio Romero, director de Pueblo, órgano del Sindicato Vertical, se ufanaba de tener plantilla, compuesta por militantes del Partido, debidamente controlados. A través de la representación sindical, comunistas alcanzaron las Cortes y hasta secretarías generales, desplazando a Falange, a nivel de enlaces. En su doble condición de líderes clandestinos, velaron celosamente por el control de la clase obrera, destruyendo agrupaciones e individuos, que no se dejaban absorber o controlar, en especial los que tenían connotaciones anarquistas. Al abortar conmociones, susceptibles de despertar simpatías, por surgir de una miseria o injusticia objetivas, sirvieron al poder, que preservó el ascendiente del Partido sobre la clase obrera, facilitándole pequeños éxitos. Con permiso implícito para organizar huelgas y movimientos controlados, los provocaban para reclamar lo aprobado y concedido, creciendo el prestigió de la organización al obtener lo que se había de recibir inevitablemente.
Combatientes destacados en las filas de Franco, los carlistas nunca perdieron su espacio. Con base en Navarra y Andalucía, heredada de las guerras del XIX, celebraban concentraciones interclasistas, de corte ultraderechista, hasta que traspasados los derechos sucesorios a Carlos Hugo, por vía de abdicación, el nuevo aspirante a la corona imprimió al movimiento un giro copernicano. Cooperativista se acercó a la izquierda, no tardando en entrar en la órbita del P.C. Partidos socialdemócratas o liberales, integrados por profesionales, sin penetración en el pueblo, eran más bien grupo de amigos. Conscientes de su debilidad, los unos se aferraron al principio republicano, pero los más se adscribieron al circulo monárquico de Estoril, sin base popular, salvo la aportada en ocasiones señaladas, para formar coro. Pagado el viaje por los seguidores pudientes de D. Juan, quienes lo aprovechaban, solían carecer de ideología política.
Convencidos los monárquicos de que el rey sería llamado, a la menor debilidad del franquismo, para llenar el vacio político, se repartían en dos tendencias. Los más pugnaban por el regreso a la monarquía parlamentaria y turnista de Alfonso XIII, con sus partidos de cúpula obediente a la corona y base de clientes y caciques, que garantizaba electorado nutrido, a golpe de amenazas y promesas, disimulando el pucherazo tras el número. Convencidos de que el sistema podría prolongarse eternamente, amparado por cuerpos de seguridad, por no decir de represión, bien rodados y equipados, secundados por elenco de intelectuales satisfechos, que ocultasen lo que el pueblo no debía saber,informándole de lo que debía repetir y hasta pensar, anteponían la conveniencia, deseos y voluntad del Estado, encarnado en la persona del rey, a la del pueblo, verdadera encarnación del país. A su entender, la concatenación de hechos que desembocaron en la Semana Trágica de Barcelona y la dictadura de Primo de Rivera, estaba justificada. Rasgo de debilidad la abdicación de Alfonso XIII, consideraban la Guerra Civil acción necesaria. Aceptaban de buen grado apariencias de soberanía popular, pero no admitían que el pueblo tuviese acceso a la información ni al poder. A esta corriente se enfrentaba la minoría aperturista, partidaria de aprovechar el hiato, para introducir en España la fórmula inglesa. Retirado el mando del ejército al rey, por ser larga la tradición de espadones, apoyados por la corona, se podríainstaurar una democracia coronada, que garantizase la independencia de los tres poderes, el respeto a las libertades básicas y la igualdad de los ciudadano ante la ley, quedando el monarca sometido a las cámaras y la ley en lo público. Y a la justicia en lo privado. En resumen, consideraban que el interés del pueblo – nación, no debía quedar supeditado al del estado – rey.
No preocupaba a Franco la oposición de izquierdas, pero sí un aspirante al trono, que atendiendo a los aperturistas, empezaba a presentarse como garante del restablecimiento de un sistema de derecho y libertad en España.Mini alzamiento militar de corte monárquico, acompañado de huelga general en Barcelona, inquietó al Caudillo. Duramente reprimidos los obreros, muerto elCapitán General supuestamente de infarto, aunque se habló de dos disparos, recibidos en su despacho, el Jefe del Estado convocó al Pretendiente al yate Azor, manteniendo conversaciones tan discretas, que nunca sabremos lo que se habló.Unicamente transcendió que Franco reafirmó su intención de restaurar la monarquía en la rama alfonsina, a condición de que los dos varones de D. Juan se educasen en España, siguiendo un plan de estudios, diseñado personalmente por el Caudillo. Accedió el aspirante al trono, provocando una crisis en su consejo privado. Los aperturistas consideraban que un rey, nacido en la Italia fascista, crecido en el Portugal de Oliveira Salazar, tras paso fugaz por Suiza, no estaría en situación de gobernar en país en libertad, si terminaba su formación bajofranquismo, sin haber conocido la democracia, por experiencia propia. Aconsejaron rechazar de plano la oferta, pero D. Juan no quiso perder la oportunidad de acercarse al trono, que le ofrecían. Sus dos hijos pararon en Madrid, pasando el mayor de las aulas aisladas de Las Jarillas y Miramar, a las academias militares, quedando sin recambio al fallecer el menor.
Presintiendo el prentendiente de Estoril que Franco maquinaba borrarle de la lista, en favor de su heredero, se mostró aperturista. Atrajo a un sector del tradicionalismo, siguiendo partidos de centro. Enterrando los rencores de la guerra, abrió Villa Giralda a los vencidos. Desfilaron individualidades, representantes y observadores de la izquierda, los más secretamente, por no ofender a sus bases. El cambio repercutió en España, apareciendosindicatos clandestinos en la universidad, seguidos de las primeras manifestaciones. De corte monárquico, apoyadas por el P.C. desde la sombra, tuvieron enfrente a chicos de Falange. En puertas elecciones municipales atípicas, por presentarse en Madrid candidatura monárquica, disparo provocador hirió a estudiante falangista. Calculado, restó eco en las urnas a unos candidatos, impopulares por demás. En diciembre de 1957, D. Juan pronunció importante discurso, presentándose como»Rey de todos los Españoles». Al ponerse en cabeza del movimiento liberalizador molestó a Franco. Esgrimiósu ley de sucesión, recordando que cualquier español católico, mayor de 30 años, designado por él, sería cabeza de estirpe, recibida por las Cortes. Uniendo la acción a la palabra, empujó a Carlos Hugo de Borbón – Parma a un primer plano, sacando del olvido a los hijos de Jaime de Borbón, sordomudo que renunció a sus derechos, en vida de Alfonso XIII, a causa de un matrimonio morganático. Cuando Alfonso casó con nieta de Franco, los «juanistas» se alarmaron.
No había tenido lugar el casorio, cuando el Opus Dei alcanzó el poder, de la mano de Carrero Blanco. Nombrados ministros López Rodo y López Bravo, la organización, partidaria de la restauración monárquica, aportó idea original. Urgente neutralizar a la izquierda, liquidando una situación de pobreza, objetivamente prerrevolucionaria, argüyó que quien tiene algo que conservar, se hace conservador. Poner al alcance del proletariado bienes de larga duración, a cuya propiedad no tuvo acceso, haría del miedo a perderlos y la esperanza de adquirirlos válvula de seguridad, que calmase veleidades colectivistas. Necesario crecer los ingresos, para financiar la operación, al no poder proveer una industria vetusta, que acostumbrada a la comodidad de la autarquía, no sabía ni quería aprender de competencias, ni una agricultura rutinaria y subdesarrollada, se descubrió el turismo, la emigración y las inversiones extrajeras. Vender sol, arte, pintoresquismo, fuerza de trabajo, suelo y vacío industrial, hizo posible el milagro de la era de la vivienda social, el plástico y el seiscientos.
Rotundo el éxito económico, distó de serlo el político. Al tomar contacto con un mundo que ignoraba, el pueblo descubrió iguales, con poder adquisitivo, nivel cultura, libertad ypeso político, que ni siquiera imaginaba. Excitados por el hallazgo, los desposeídos se politizaron a su manera, rebasando a los enlaces sindicales, en su doble acepción de lideres clandestinos. Movimientos no pactados alarmaron a un poder, que no podía aplicar la represión acostumbrada, por temor arepresalias económicas, insoportables en las nuevas circunstancias. Considerando los monárquicos el momento oportuno para presentarse en sociedad, convocaron magno encuentro, conocido por «Contubernio de Munich»,con las bendiciones de Alemania. Acudió la oposición en peso, con exclusión de anarquistas y carlistas, quedando acordado que la salido del franquismo, sería una democracia plural y coronada. Al regreso, los asistentes fueron deportados a la España profunda, hasta que llamada de Bonn, les reintegró a sus hogares.
Por entonces entraban en escena las generaciones que no vivieron la guerra, pero crecieron en el clima entusiasta de la posguerra. Educadas en el lenguaje de los grandes valores, propios del sistema didáctico del periodo, aspiraban a un mundo de verdad, justicia, equidad, honradez, solidaridad, generosidad, trabajo, libertad de creación e iniciativa, para encontrar, alcanzadala edad de razón, una realidad de mentira, injusticia, caciquismo, prevaricación, crueldad, miseria, desigualdades injustificables, censura e imposición del pensamiento único. Nacidos en el lado de los vencedores, se acomodaron con exclusión de una minoría, que hizo suya la causa de los vencidos. Jóvenes cristianos, curas obreros, falangistas apodados de izquierdas, tradicionalistas de Carlos Hugo e individualidades sin etiqueta ni ideología, derribaron barreras clasistas, para combatir la injusticia que les beneficiaba. Así se produjo conexión de obreros e intelectuales, muy diferente a la preconizada por el marxismo. No estaba en su origen la docilidad del ortodoxo. Obedecía a la rebeldía del heterodoxo.
Más o menos manejables los que se oponían a la sociedad que les fue dada, por impulsos emocionales, no lo eran los que actuaban por reflexión. Habiendo observadopara entender, aplicando la lógica a la irracionalidad de los hechos, no partieron de un rechazo de la ortodoxia política y en ocasiones la religiosa, que le impuso su medio, para plegarse a la de terceros. Conscientes de que su postura, a nivel personal, les llevaría a perder,no a ganar, se negaron a recibir credos y obedecer consignas, con esa fe de carbonero, que exigían los partidos. Consecuentes adoptaron posturas políticamente incorrectas, a entender de las cúpulas, excitando acciones, que escapaban a todo control, consiguiendo mejoras parciales, condenadas por una oposición, que perseguía el fracaso total del sistema. Habiendo descubierto que la fuerza estaba en el acceso a los medios de información, por cuidarel régimen su imagen, los indeseados espontáneos establecieron contacto con periodistas y medios extranjeros. A cambio de ofrecer información, contrastada y fidedigna, cada y cuándo se la pidieron, consiguieron difundir lo que estaba sucediendo, encontrando eco en una opinión, predispuesta contra el franquismo. Así consiguieron rebasar el margen de agitación social, que el régimen y los lideres clandestinos consideraban soportable. En consecuencia, los independientes fueron acosados por el poder y un P.C, preocupado por la perdida de liderazgo.
Porque no podía ser de otra manera, la acción cultural se sumó a la de calle. Tenían los partidos escuelas clandestinas, no faltando en las parroquias. Pero adolecían del vicio común de enseñar, a través de una ideología. Entendiendo los obreros que para no ser engañados, habían de aprender a captar, comparar y analizar por sí mismos, pidieron esa instrucción abierta, que forma el criterio. No faltando voluntarios dispuestos a enseñar a pensar y aprender, como decían los antiguos, la demanda fue satisfecha, proliferando clases privadas y centros más o menos consentidos, que ofrecían los instrumentos, partiendo de las primeras letras, hasta alcanzar rudimentos de cultura general. Fue posible porque las partes sabían que para impartir cultura, basta conectar a quien aprendió y desea enseñar, con quien quiere aprender. Ocasionales, espontáneos y abiertos, estos movimientos carecían de dirigentes y estructura estable. Si la situación lo requería, la base nombraba «comisiones», que dirigían la acción, sirviendo de portavoces, para disgregarse a su término. Al ser llamados repetidamente, ciertos líderes se consolidaron, extendiéndose el movimiento por simpatía, con gran disgusto de los enlaces, conscientes de que el control de las bases, se les iba de las manos.
Anquilosados en su propia tradición,los partidos no sabían acudir donde la necesidad les llamaba. Persistían en la agitación de carácter político, convocando a las masasen fechas emblemáticas, para corear consignas ideológicas, que no les tocaban. Fiando en que la represión provoca acción, por la misma causa que la acción excita la represión, cambiaban al viandante pasivo en simpatizante activo sembrando panfletos, que atraían a la policía a lugar señalado. Aprovechando horas punta, comandos adiestrados se mezclaban con la multitud, lanzando gritos subversivo. Provocada la carga, cámaras estratégicamente emplazadas cambiaban al paseante en manifestante, de cara a la opinión exterior, consiguiendo que ciertos padres de familia, apaleados sin causa ni razón, pasasen por pura reacción, de la indiferencia a la oposición activa.
El cénit de las «comisiones» invertebradas, sería la huelga de la minería asturiana, de 1962. Prolongada más de lo previsto, líderes reales o supuestos padecieron torturas. Publicadas de fronteras afuera, alarmaron al régimen, acudiendo el Ministro del Trabajo, Solis. Privado de interlocutor, al no ser escuchados los enlaces sindicales, pidió a la base que nombrase «comisión obrera». Designada, la huelga terminó a satisfacción de las partes, ganando prestigio el movimiento. En Madrid sería el P.C. quien tomó la iniciativa, introduciendo una nueva modalidad de lucha. Prohibidos los escritos colectivos, lo lanzó denunciando las torturas, encargando la recogida de firmas a independientes. Bergamin pagó con el exilio el encabezar las 102 personalidades, aprendiendo todos que basta sumar nombres, para crear noticias. El manifiesto fue elprincipio de una colaboración, por encima de siglas y colores.
Serían los años del paso por la frontera, con libros prohibidos. Marx, Engels, Lenin, pero también Proust, Sartre y Malaparte, o las publicaciones de Ruedo Ibérico y Ebro, editoriales españolas, establecidas en Paris. Circulaban de contrabando, a través de una red de librerías que desafiaban a la censura, por convicción o dinero, siendo frecuente que se vendiesen en las tiendas de imágenes religiosas y libros devotos. Patente eldesinterés hacia obras procaces, como Lolita, hasta mediados los setenta no fue rentable el tráfico de pornografía. Centro de captación política los clubs, los socialistas controlaban el Ateneo de Madrid, creando los comunistas elClub de la Unesco. Revistas de corta tirada, como El Ciervo o la Revista de Occidente, lo publicaban casi todo, a condición de no tocar la actualidad, pasándolas estrechas la prensa más popular, como el periódico de las J.O.C., prohibida con frecuencia. Poco a poco se extendió una conciencia contraria al sistema, que abrió las páginas de la prensa regular a la oposición. Con exclusión de ABC, que se limitaba a difundir comunicados de la corona, la oposición era recibida en casi todo los medios, incluidos Arriba, órgano oficial del «Movimiento» y Pueblo, que lo era del Sindicato. La revista SP, que más tarde se convirtió en diario, dirigida por Rodrigo Royo, falangista de izquierdas; el Ya, entonces de la iglesia, el Madrid, propiedad del Opus, dirigido por Calvo Serrer y Sábado Gráfico, colaboraban sin reservas, jugando hábilmente con la censura. Miembros de la oposición salían al exterior, más o menos clandestinamente, para hacer oir la voz del interior en congresos y conferencias, exponiéndose a regreso problemático, que a menudo terminaba en cárcel.
En estas la opinión interior y exterior fue conmocionada por la ejecución de Julián Grimau. Responsable de la checa de Barcelona durante la guerra, entró en España como comisario político, encargado de enlazar la dirección del P.C. con el interior. Cantado desde la frontera, marcó su paso rastro de detenciones. Contadas las ejecuciones, desde que terminó la Guerra Mundial, al ser las víctimas anarquistas, partido sin portavoces, el revuelo no rebasaba el círculo de los enterados. Teniéndolo sobrados los comunistas, la sentencia de Grimau alteró al mundo, pidiendo medida de gracia del Papa al último jefe de estado. Franco se mostró inflexible, quizá por hacercontrapunto a las «leyes Fraga», que perfilaron su transición. Sometidas a referéndum, corrió que el certificado de voto sería indispensable para muchas cosas. En consecuencia la participación y el «sí» superó ese 90%, que caracteriza las dictaduras.
Delito usar de los derechos de asociación, reunión, manifestación y expresión, la espiral acción – represión puso deactualidadtorturas y condenas prolongadas. Los calabozos de la Puerta del Sol y los juzgados militares de la calle del Reloj, recuperaron su fama siniestra,pagando los independentistas vascos y catalanes el grueso de la factura. Las siglas de ETA empezaban a sonar, estrechando sus lazos obreros y estudiantes. Nuevos líderes se popularizaban, a golpe de proceso, haciendo conocer a los abogados, que asumían sus defensas, como Joaquín Ruiz Jiménez, ex ministro de Franco, cabezade la Democracia Cristiana. Clandestinos pero consentidos, estos partidos estaban llamados a prestar exterior democrático, a la monarquía, disfrutando de una permisividad, que no favorecíapenetración en la base. Aunque prohibidos, los sindicatos también se desarrollaban. La U.G.T, apéndice del Partido Socialista, con dirección en Toulouse, imperaba en Asturias, mientras la C.N.T. apuntaba en Cataluña y Andalucía. De nueva creación la católica U.S.O., igualmente clandestina, no tardó en ser tachada de amarillismo por la izquierda.
Habiendo alcanzado su techo el movimiento espontáneo de las «comisiones», sus líderes entraron en contacto con diferentes partidos, en especial con el P.C. Aceptó la cúpula prestar sus estructuras a un movimiento abierto, sin disciplina ideológica ni orgánica, a condición de que se dotase de cabezas estables. Lo serían Marcelino Camacho, del P.C., Maéztu, tradicionalista, Ariza, entonces de las J.O.C. y Pepe Hernando, de Falange de izquierdas, no tardando en agregarse representación del partido socialistade Tierno Galván. Encarcelados los cinco fundadores de las nuevas «Comisiones obreras», el movimiento se convirtió en vanguardía de la oposición. Por entonces nacieron las «Comisiones Campesinas», controladas por el P. C. desde sus inicios. Los independientes que participamos en los movimientos, nunca pretendíamos transformar el mundo. Nuestro papel quedaba en servir de ejemplo y señuelo, contribuyendoa crear un estado de opinión, proclive al cambio. Facilitábamos una transición, pactada y acordada a niveles que no alcanzábamos. Héroes o villanos no pasamos de comparsas, rellenando el escenario de una obra que no escribimos, cuyo argumento ignorábamos.
El primer atentado terrorista, de que tuvimos noticia, se produjo a finales de los sesenta. Muerto un militante de ETA, en encuentro fortuito con la Guardia Civil, sus funerales fueron concurridos. Melitón Manzanas, torcionario conocido, procedió a detener asistentes a boleo. Vejados y bárbaramente torturados en comisaría, saliero en libertad sin cargo, por no haberlos. Días más tarde un militante de ETA mató a Melitón Manzanas, al parecer condenado por la mesa de la organización. Así empezó el Proceso de Burgos.
Prestigiados los movimientos independentistas,estrechas las relaciones de los andaluces con vascos y catalanes, por ser nutrida la emigración, se temió que surgiese en Andalucía un movimiento nacionalista, a semejanza de los que tantos quebraderos de cabeza daban al régimen. Antes de que sucediese se llenó el hueco de un regionalismo embrionario, creando la ASA, agrupación moderada de carácter socialista, cuya cabeza visible sería Alejandro Rojas Marcos, ex concejal en el ayuntamiento de Sevilla. A nivel de calle fue conocida como Asociación de Señoritos Andaluces. Años después apareció elG.R.A.P.O. Violento, de nivel nacional, no llegó a cuajar, por correr que nació infiltrado. Rechazado por la población, privado de infraestructura, siendo el terrorismo arma de difícil manejo, que al menor error, se vuelve contra quien lo aplica, sus acciones tuvieron visos de provocación, restando eficacia a la oposición andaluza.
En 1968 se produjo importante cambio cualitativo, sin relación con el Mayo Francés: los procesados políticos dejaron de exculparse. En lugar de aprovechar el juicio, para negar los cargos, hicieron del banquillo tribuna, para exponer las razones que le llevaron a enfrentarse con la ley, en aras de la libertad y la justicia. Apelaban a la Carta de los Derechos de Humanos, las encíclicas de Juan XXIII y León XIII e incluso el Fuero de los Españoles, marco constitucional vigente, cuyo texto fueredactado y publicado con fines publicitarios, sin intención de aplicarlo. Aquellas voces firmes y persistentes, que aceptaban la cárcel con gallardía, no tardaron en inquietar conciencias, provocando cambios internos y profundos en los hombres del régimen. Jefes del ejercito reclamaron libertad, surgiendo la UMD a nivel de oficiales. En sectores de la policía surgió la inquietante sensación de estar sirviendo a la injusticia, manifestándose funcionarios e incluso políticos de altura, favorables a la democracia. Se rumoreaba que por los despachos de López Rodo y López Bravo desfilaban dirigentes del exilio, tan significativos como Carrillo. Secretos los contactos, se hicieron publicos por culpa de aduanero diligente. Aguardaba coche oficial en Barajas a Manuel Azcarate, alto dirigente del P.C., regresando de vacío, porque al ser reconocido bajo el nombre de Juan García, paró en la cárcel. Iniciada inútil campaña por su libertad, la obtuvo apenas distrajo el verano la atención del personal, porque no se encarcela a un invitado.
En 1969 el futuro rey de España juró los principios del Movimiento. Su proclamación como heredero de Franco, coincidió con el escándalo M.A.T.E.S.A. Lo destapó Fraga, cabeza de los «azules», al parecer para frenar al Opus Dei. El franquismo permitió hacer fortunas y acrecentarlas, practicando el mercado negro de productos de primera necesidad y repartiendo permisos de importación, que revendía quien no necesitabanmaterias primas ni maquinaria. Liberados los alimentos, concesiones monopolísticas, especulación inmobiliaria y recalificación de terrenos, procuraron fortunas, sumándose la ley de macroplanes turísticos, que permitió apropiarse de lo ajeno contra la voluntad de su dueño y ayuda de la justicia. En la calle se comentaba que Franco no quería ministros limpios, por tener causa para dimitirlos, llegada la hora. Se comentaba el enriquecimiento de José Antonio Giron, el más demagogo de los ministros del régimen, las manipulaciones de Arburúa, ministro de Industria, que de humilde funcionario del Banco de España, en tiempos de la república, llegó a poseer la mejor colección de cuadros de primitivos del país. De lo rentable que resultaba el aceite a Solis o los proyectos turísticos a Rodríguez Acosta, contrapariente de Fraga, ministro del ramo. Pero nadie sabía una palabra de «ingeniería financiera», antes de que estallase el asunto M.A.T.E.S.A..
Propietario de la empresa Vila Reyes, vinculado al Opus Dei, mereció la cruz de Alfonso X y ser declarado empresario modelo, porque partiendo de la compra depatente de un telar sin lanzadera, a dos inventores franceses, creó fábrica y un holding, esparcido por medio mundo, callando que las flamantes firmas tenían, por todo capital, un teléfono y oficina alquilada. Encargadas de vender o comprar telares, se manifestaron particularmente activas, embolsando Vila Reyes primas a la exportación, con garantía de cobro de la facturas, a través de la compañía de Crédito y Caución, aseguradora estatal. No faltando al papeleo una firma ni una póliza, cobrar era cuestión de tiempo, caso de resultar el cliente moroso. Ibael negocio viento en popa, cuando el agregado comercial en la embajada del Perú, observó que M.A.T.E.S.A. facturaba al país un número de telares, superior al total de sus importaciones. El hallazgo coincidió con requerimiento de las aduanas portuguesas, al Coronel Víctor Castro, jefe de las españolas, sobre las cajas procedentes de M.A.T.E.S.A., que se apilaban en encinares, próximos a los puestos fronterizos, por no recogerlas los destinatarios. Intuitivo Castro las reventó, descubriendo que la firma exportaba piedras. Mayúsculo el escándalo, debilitó al régimen, que reaccionó aumentando la represión, a la manera de los débiles. En el otoño hubo huelga en Bilbao. Losobreros se sentaron en la vía del ferrocarril, interrumpiendo el tráfico. Con orden de disparar, la Guardia Civil lo hizo al aire. Por primera vez acertó en dos trabajadores. En Madrid el estudiante Ruano cayó por la ventana, mientras la policía registraba su piso.
A la sombra de Carrero Blanco, mentor de un monarquía cerrada y continuista, la policía no solo encontraba propaganda y armas en domicilios y coches. En ocasiones ponía una o ambas cosas, en las narices del propio encartado. Calumnias y golpes de mano, retiraron de la circulación a los contestatarios más convincentes, sucediéndose estados de excepción, que suprimían los derechos más elementales. Alcanzados por tiros al aire, murieron manifestantes en Madrid y otras partes, poniéndose de moda la ley de fugas en el País Vasco. En tal ambiente se inició el Proceso de Burgos. Activa la oposición interior y el exilio, rodados los canales, las penas se dictaron, pero la presión internacional hizo imposible su ejecución. Indicaba la edad y los primeros síntomas de decadencia, que el dictador se acercaba al sepulcro, cuando cundió el pánico. La represión se hizo indiscriminada, alternado gestos de dureza irracional, con lenidad incompresible, mientras oposición y gobierno, no tan alejados como se supone, preparaban el cambio. En desacuerdo los partidarios de una democracia coronada y los que insistían en la salida republicana, se formaron dos mesas, apellidadas democráticas: Junta y Plataforma. Parecíanemprender caminos divergentes, cuando voló el Almirante Carrero Blanco, a finales de 1973, victima de atentado perpetrado por ETA. El mismo día se iniciaba el juicio de los dirigentes de Comisiones Obreras.
Pasado el susto, de las filas del régimen surgieron suspiros de alivio, viendo desaparecer el principal obstáculo, que se oponía a la apertura.El entierro del heredero espiritual del dictador, presidido por el futuro rey de España, dio al traste con una alternativa del sistema, pero no con el sistema. Sin embargo la represión se agudizó, temiendo que el éxito envalentonase a los independentistas. Siendo Fraga ministro de Gobernación, y sabidas sus vistas a París, para entrevistarse con dirigentes de la izquierda, lapolicía cargo tan brutalmente contra obreros, encerrados en la catedral de Vitoria, que hubo varios muertos de resultas. También cayeron romeros desarmado en Montejurra, por no haber querido ver la policia como Sixto de Borbón, hermano fascista de Carlos Hugo, ocupaba la cumbrepara disparar sobre los seguidores de su hermano. La policia exterior, con sede en Bruselas, perfeccionó sus métodos. Exiliados se esfumaban, sufrían accidentes inexplicables o aparecían muertos por causas supuestamente naturales, habiendo disfrutado espléndida salud. Trampas inhábiles, pero inesperadas, dieron pábulo a feroces campañas de desprestigio, en especial contra los que lograban escurrirse del atentado, perseguidos en el trabajo y hasta en la vida familiar. Supuestos exiliados, debidamente documentados e informados, aparecián un poco por todas partes, incorporándose a diferentes organizaciones. Algunos fueron descubiertos. Otros llegaron a los órganos de gestión con rapidez, por ser muchas las bajas. Blanco preferido los vascos, no eran mejor tratados los que se opusieron a la solución monárquica o se manifestaron tibios. En el atentado de la Calle Correo ETA mató indiscriminadamente, cayendo por primera vez en un acto de desprestigio.
Junta y Plataforma se fundieron en la «Platajunta», bajo los auspicios del activo Antonio García Trevijano. Abierta a cuantos apostaron por la democracia coronada, el abanico no pudo ser más amplio. Presente Fraga, lo estaba el Opus Dei, los moderados y el P.C., que tuvo a su izquierda el P.T., de reciente creación. Incluso los tradicionalistas asumieron que un descendiente de Alfonso XIII ocupase el trono, quedando en partido, encabezado por pretendiente al trono. Al margen quedaronanarquistas, nacionalistas radicales y ciertas individualidades, que no quisieron aprobar ni oponerse. Presentes hombres de D. Juan de Borbón, aceptaron la posibilidad de que reinase el hijo. Impuesto el cambio por convicción, no por revolución, se consideró absurdo excitar a una derecha, que conservaría importantes parcelas de poder. No habiendo participado en las conversaciones, puedo repetir lo que me llegó a través de quienes lo hicieron, no siendo de descartar que le versión fuese infiel. En casos semejantes, es frecuente que se calle de cara al exterior, lo que puede incomodar al oyente.
La presencia de testa coronada, a la cabeza del régimen, se justificó esgrimiendo el desbarajuste de las dos repúblicas y su lamentable final. Enfrentamientos personales, hicieron que dimisiones en cadena, se tradujesen en vacíos políticos,que desembocaron en el fracaso. Función del rey salvarlos, garantizando la continuidad, tendría la facultad de formar gobiernos provisionales y convocar elecciones, además de ejercer las funciones representativas, propias del cargo. Aunque sólo fuese por evitar veleidades pasadas, el mando del ejército sería apartado de la corona. Redactado borrador de la constitución, se inspiró en la americana, introduciendo las modificaciones necesarias, para adaptarla a la particularidades del sistema, preservando la independencia de los tres poderes, el respeto a las libertades ciudadanas, la igualdad ante la ley y otras generales, propias de una democracia federal, en que estaría reconocido el derecho a la autodeterminación.
Necesarios partidos y sindicatos, con arraigo en la sociedad, al no estar acostumbrados los españoles a participar en formaciones democráticas ni a financiar a sus representantes, se acordó que el gasto corriese a cargodel contribuyente, a través de las arcas del estado, hasta que dos o trespartidos consiguiesen esa representatividad real, que permite gobernar a un pueblo en libertad. Se adoptó el sistema electoral de listas abiertas y doble vuelta, por ser el más adecuado para evaluar la popularidad de los candidatos, favoreciendo el voto consciente, el escollo de un rey, no sometido a las urnas, sería salvado por la elección directa de presidente de gobierno, gobernadores y alcaldes. Perseguidos por un régimen ilegítimo, porque se abstenía de respetar los derechos humanos, presos y exiliados politicos seríam amnistiados simultaneamente, apenas se produjese el cambio, lo que además de ser justo, tendría la ventaja de neutralizar manifestaciones y desórdenes, en demanda desu libertad. Al permitir la constitución canalizar las aspiraciones individuales y colectivas, hasta su consecución, por medios pacíficos, en adelante nadie podría alegarrazones políticas, para justificar el daño físico o material, causado a terceros. Considerado en todos caso delito común, se castigaría como tal.
Suprimida la censura directa e indirecta, se apeló a la autocensura, comprometiéndose los intelectuales de todas las ramas a renunciar a la demagogia, omitiendo la críticas que pudiese desestabilizar al sistema, en tanto no se hubiese consolidado. Tan evidente el entusiasmo de una población, encandilada por el cambio, como su ignorancia política, se acordó fundar órgano de opinión, remedo del Le Monde francés. Sería guía intelectual, que enseñase aseleccionar y filtrar la información, preparando al lector a enfrentar las explosiones de falacias y mentiras, que ha de consentir una democracia, para no incurrir en atentados contra la libertad de expresión. So pretexto de lanzar la magna publicación con despliegue extraordinario, por ser urgente popularizarla, se ahorró el chocolate del loro, suicidando revistas críticas e inteligentes, como Doblón o Criba, sin confesar el temor de que saltándose pactos a la torera, lanzasen verdades desagradables, antes de hora. Aquel periódico fue El País. Formado el consejo de administración por personalidades de la «Platajunta», se dá la circunstacia de que figuró Fraga, uno de los censores más duros y eficaces de franquismo, siendo ministro de Información y de Gobernación.
Consensuado el primer gobierno, no quedó tendencia marginada, sin que faltasen jefes militares, como los generales Díaz Alegría o Gutiérrez Mellado. La presidencia se adjudicó a José María de Areilza. Liberal, honesto,de gran experiencia política, informado de los entresijos de la democracia, por haberla vivido, habiendo alcanzado una edad que le impedía aferrase al poder, aquel diplomático con rango de embajador, servidor del franquismo y hombre de D. Juan, no despertaba reticencias en Washington ni en Moscú, donde tenía inmejorables relaciones.Garantía el tamden Areilza – corona de que España no se convertiría en satélite de Moscú, Estados Unidos y Alemania, no quisieron dejar cabo suelto. Preparando el cambio del cambio, propiciaron el congreso del Partido Socialista en Suresnes. Apartado Llopis, la dirección se trasladó al interior, siendo elegido Felipe González para secretario general. Joven abogado sevillano, pasó por el Frente de Juventudes, como casi todos los chicos de su generación. Ayuno en democracia práctica, por no haber vivido fuera de España, inexperto, atractivo y manejable, era el candidato ideal, pues habiendo llegado a la oposición con retraso, no albergaba rencores, pudiendo liderar el giro a la izquierda, que impodrían las urnas, eludiendo revanchas y discriminaciones. Augurados dos o tres mandatos a José María de Areilza, el candidato tendría tiempo sobrado, antes de alcanzar el gobierno,de cambiar una mentalidad, formadapara la dictadura,por la que convenía a un régimen de libertad.
Nada de esto escapaba al heredero de Franco. Ayudado por sus íntimos, preparó su propio futuro, tomando contacto con jóvenes socialistas, recién incorporados. Deslumbrados por el carisma de la corona y la campechanería de su portador, los dirigentes en ciernes aprendieron de lealtad al rey, antes de sospechar que era costumbre, en democracia, anteponer la lealtad al pueblo, aunque sólo fuese por la forma. Conectado igualmente el P.C., la relaciones con Carrillo no pudieron ser más satisfactorias. Perro viejo, enemigo jurado de la libertad intelectual, la conexión parece haber sido perfecta. Contando con partido disciplinado, pudo prestar cuerpo de intelectuales y artistas, suficientes para llenar todos los huecos, prestando la claqué incondicional a una joven monarquía, que privada de una Falange a su medida, la necesitaba de urgencia.
Flaqueaba la salud de Franco, cuando las muertes de un policía armada y un guardia civil, en sendos atentados, provocaron oleada de detenciones. Esta vez el sistema no quiso exponerse a reacción, similar a la provocada por el Proceso de Burgos. En menos de quince días, tres vascos y dos militantes del Frapp, grupo que hasta entonces no pasó de la violencia callejera, fueron acusados, detenidos, sentenciados y fusilados entre manifestaciones y protestas inútiles. Se dijo que la tardíamatachina se debió a la necesidad de hacer comprender a la izquierda que la involución podía producirse, aunque según otros la causa estaba en el deseo de manchar de sangre a personajes de la política oficial, excesivamente aperturistas, como el ministro Castiella.
Un bajón en la salud del Caudillo, hizo del futuro rey Jefe de Estado interino. Habiendo guerra en el Sahara, quiso acercarse al ejército, arengando sobre el terreno a una tropa con orden de retirarse,apenas asomasen los marroquíes de la «Marcha Verde», por estar pactado con Rabat. Con un atisbo de salud, Franco recuperó el poder, desairano a un sucesor, que no tardaría en ocupar el trono. Debilitada Falange, pues todo partido acostumbrado a ejercer el poder, se debilita al perderlo, el nuevo Jefe de Estado la derrotó definitivamente tras el entierro de Franco, cruzando impávido la gran terraza del Valle de los Caídos, entre la hostilidad evidente de las centurias del partido, que formó el difunto. Poco después el presidente de gobierno Arias Navarro, era dimitido.
Preparaba el Consejo del Reino la terna para sustituirle, incluyendo los nombres de José María de Areilza y según se dijo, del impensable Fraga, cuando lo pactado con la «Paltajunta», saltó hecho añicos, gracias a la diligencia de Fernández Miranda. Atendiendo indicaciones del rey, redactó borrador de constitución, que puso en manos del monarca la clave de todos los poderes. Completó el servicio haciendo incorporar a la terna el nombre de Adolfo Súares, de demanda expresa del monarca. Antiguo secretario de Herrero Tejedor, nombrado Secretario General del Movimiento, con rango de ministro, para desmantelarlo,era joven, apuesto, de palabra fácil y convincente, capaz de olvidar promesas apenas pronunciadas. Habiendo asomado apenas la nariz fuera de España, tan poco sabía de la democracia práctica, que retrasó hasta la imprudencia laformación del partido, que habría de permitirle continuar en la política. Nadie pensaba en Suarez cuando Jesús Infantes, autor del libro «La Santa Mafia», publicado en París, lo mencionó como candidato del Opus Dei, para presidir el gobierno de la transición, supuesto que no fue tomado en serio, hasta que el nombramiento apareció entitulares.El cambiazo alejó la democracia en el tiempo.
Suicidadas las Cortes, el miedo de la derecha a una izquierda, que no pensaba pasarle factura, aconsejó conceder la amnistía con cuentagotas. No salieron a la calle los temibles líderes pero sí sucesión de manifestaciones, reclamando libertad para los presos, dando ocasión de probar, al nuevo régimen, que podía superar la dureza policial al antiguo. El poder se disculpaba, esgrimiendo la amenaza de golpe militar, objetivamente imposible. Además de haber penetrado en el ejército la ideadel cambio a la libertad, no había general con poder de convocatoria, para hacerse obedecer por sus iguales e inferiores, ni aun reunidos en junta. En consecuencia quedó a cargo de Fuerza Nueva meter el miedo a la izquierda, que recetaron los psicólogos del servicio secreto. De extrema derecha, capitaneado por Blas Piñar y otros ultras destacados, como Sánchez Covisa y Girón, surgió de la nada, integrado por un resto de la Falange integrista, señoritos ultras por su casa y militantes de pago, reclutados en los bajos fondos. Contando con la debida indiferencia, si no protección oficial, atacaban brutalmente cuanto les sonaba a rojo. Sus acciones culminaron en la matanza de abogados del P.C., que tuvo por escenario el despacho de Atocha. No se hablaba entonces del terrorismo vasco, pero sí del GRAPO, protagonista del secuestro del ex Ministro de Justicia, Oriol, de quien se decía que estaba buscando militares, para dar su golpe. Rapto fugaz del General Villaescusa, le dio ocasión de encontrarse con el militar, en lugar discreto. Liberado el General, se comentó en determinados medios, que no estaba dispuesto a poner de actualidad a los espadones.
En aquellos días circular por las ciudades era problemático. Por cualquier motivo se formaban manifestaciones, despotricando los que asistían disciplinadamente a la propias, contra las ajenas, en tanto que usuarios del volante. Gestos superfluos como la quema de banderas o ataques a la religióny sus símbolos, indignaron inútilmente a muchos, perdiendo la clase trabajadora en meses, el prestigio acumulado en años, a fuerza de no levantar la voz, sin haberse cargado previamente de razón. Los pocos intelectuales que no fueron seducidos por las prebendas del poder, se apartaron de una clase trabajadora, que se hundía en la sinrazón.Pasando de la clandestinidad a sindicato, regido por cúpula pagada a cuenta del estado, el líder se convirtió en híbrido de funcionario y el militante en aspirante a burócrata, que obedece consignas, con un ojo puesto en la función.
La tardía legalización del P.C., precedida de románticapersecución del líder, con final feliz en comisaría, ofreció al partido aureola, que necesitaba de urgencia. Habiendo exhibido como cabeza de cartel supuestos comunistas, que a la salida de la cárcel o al regreso del exilio, negaban su pertenencia a la organización, añadiendo, si les daban la oportunidad, que les hizo la vida imposible, además de cerrarles la boca, necesitaba adelantarse en el terreno de la publicidad, con campaña electoral en puertas. Celebrado el referéndum, aplastante la mayoría que se pronunció por la democracia, sin saber de qué se trataba,antes de terminar 1977, se establecieron los primeros «pactos de la Moncloa». Las cabezas de todos los partidos aceptaron el borrador de Fernández Miranda, en cuanto tocaba a la corona, prometiendo no rozar al estado, de palabra ni obra. El pacto de los políticos se prolongó en el no escrito de falsos «caballeros». Cuantos tenían relación de cerca o de lejos, con la difusión de la palabra o la idea, prometieron abstenerse de difundir lo que el estado ordenase silenciar, popularizando cuanto ordenase, en la forma y sentido que mejor le pareciese, marginando colectiva y contundentemente al quien rechazando el contubernio, se obstinase en elucubrar y expresar por su cuenta. Garantizada la complicidad del intelecto nacional, quedó expedito el camino para estrenar elecciones en la verdadera dictacracia.
Cantado el triunfo del partido de Suárez, sorprendieron los pobres resultados de la Democracia Cristiana. Desaparecieron prácticamente las agrupaciones de centro o independientes y el tradicionalismos,consiguiendo representación exigua la derecha, siendo la del P.C. más escueta de lo que se suponía. En cuanto a los partidos regionalistas, salvo en el País Vasco y Cataluña, donde obtuvieron mayoría, quedaron prácticamente inéditos. Borrador, pacto previo y un tercio de diputados de designación real, hicieron que la constitución fuese carta otorgada. Farragosa la discusión lo sería el texto, iniciado con sacralización de los símbolos. Intocables como representación de la patria, lo es el rey que la encarnaba. Sus actos, en lo privado y en lo público, no son opinables ni por supuesto criticables. Irresponsable ante la opinión y la justicia, no lo es a la manera del incapaz, pues ha de ser obedecido. Jefe de un Estado, que representa y materializa, aparece como unidad desigual, en un conjunto de españoles supuestamente iguales. A la facultad de nombrar gobiernos provisionales y convocar elecciones, contempladas en el proyecto de París, suma la de disolver las cámaras, defenestrando gobiernos. Nombra al presidente de gobierno, pudiendo rechazar al designado por la voluntad popular o la cámara, imponiendo a quien le venga en gana. Con potestad para convocar referéndums, las leyes precisan de su firma, para entrar en vigor, siendo suficiente que firme un decreto, para convertirlo en ley, abanico de facultadas que quizá careciese de efectividad, de no acompañar el mando supremo del ejército.
Evidente que en semejantes condiciones, el partido que presentase candidatos, desagradables a la corona, no alcanzará el poder, los no monárquicos quedan excluidos de la actividad pública, a todos los niveles. Y por extensión de otras muchas, como las intelectuales, por depender de los partidos. Consensuado que cuanto desprestigiase al sistema, podría desestabilizarlo, el areópago de políticos determinó silenciarlo, declarando inocuo el acto y la realidad, porque en su opinión, lo que no se escribe, no existe. Así se extendió la inmunidad e impunidad, que ampara a la persona del monarca, a familiares, amigos y subalternos. Pulverizada la libertad de expresión, aplicando el marchamo de secreto de estado, a cuanto revelase la ineptitud, deshonestidad y despotismo del cargo público, políticos y profesionales se amparan en el juramento, que pronuncia el ministro y hasta el docente:lealtad al rey, guardar la constitución y por supuesto el secreto. Un juramento que margina el pueblo – elector e incluso la nación, quizá por no incurrir en contradicciones, olvidando lo que destaca en el preceptivo, que ha de prestar quien gobierna en democracia.
Arrumbado el sistema federal, junto con el derecho de autodeterminación, se inventaron autonomías. Como no podía ser de otra manera en país caciquil, por atavismo genético,adquieren curioso aspecto de neo feudalismo, reuniendo los inconvenientes del viejo régimen, sin las ventajas. No siendo el fin facilitar a los partidos ysus líderes una implantación en la sociedad, que pudiese hacer sombra al señor natural del estado, se arrumbó el sistema de la doble vuelta, para adoptar el d’Hont de listas cerradas, que impide al elector elegir y rechazar. Indirecta la elección a nivel de presidente de gobierno, autonomía y alcalde, los partidos se permiten intercambiar sillones, como si fuesen cromos, con absoluto desprecio hacia los votantes, porque el candidato está obligado al superior, que le incluyó en la lista, no al elector, inferior. Votando a ciegas las más de las veces, tardo dos décadas en comprender que no incidía en su destino, limitándose a sancionar lo que se decidió sin su concurso.Cheque en blanco el de las urnas, el destinatario podrá decretar, impunemente, lo contrario que prometió, despreciando las conveniencias y voluntad del electorado. Desencantado ese pueblo, presuntamente soberano, al saber que nunca lo fue, recientes elecciones primarias del P.S.O.E., convocadas con el fin de animar al personal, revelaron que uno de los principales partidos del país, si no el primero, representaba el 0’5% de la población, pues sólo tiene 200.000 militantes. La cifra pone de manifiesto, tirando por lo alto, que un 2% de la población, a golpe de consenso y pacto, determina el presente y futuro del resto.
Quedó el electorado reducido a votar siglas, encarnadas por desconocidos o conocidos, que quisiéramos ver lo más lejos posible, lo está a designar representantes mudos, pues los portavoces de partidos y grupos, monopolizan la palabra. No hay quien lleve a la cámara la España real, ni tan siquiera por provincias. Queda en plató para exhibición políticos, aficionados a copar cuanto existen, por vía del ordeno y mando. Rin el Congreso de pendencias partidistas o privadas, que sólo interesan a sus actores, produce leyes en serie, innecesarias las más, cuando no desatinadas y represivas. Por fortuna suelen quedar en letra muerta, suerte que comparten las raras disposiciones acertadas, emitidas por nuestros parlamentarios. Discutidores de costumbre, es admirable la unanimidad con que aprueban impuestos nuevos o aumentados. O la subida de sus propios sueldos.