Los Estados Unidos parecen capaces de todo en su «guerra contra el terrorismo», incluso de violar el territorio de uno de sus más fieles aliados, Pakistán, y asesinar a su población. El 13 de enero de 2006, la CIA lanzó varios misiles a partir de un avión sin piloto sobre el pueblo pakistaní de Damadola, […]
Los Estados Unidos parecen capaces de todo en su «guerra contra el terrorismo», incluso de violar el territorio de uno de sus más fieles aliados, Pakistán, y asesinar a su población. El 13 de enero de 2006, la CIA lanzó varios misiles a partir de un avión sin piloto sobre el pueblo pakistaní de Damadola, a 50 kilómetros de la frontera afgana. El golpe aéreo provocó una verdadera matanza: tres casas fueron destruidas y 18 civiles perdieron la vida, entre ellos al menos tres niños y cinco mujeres, sin olvidar los numerosos heridos.1
Según las autoridades estadounidenses, la agresión asesina lanzada contra la población apuntaba al n°2 de Al Qaeda, Ayman al-Zawahiri de origen egipcio, que debía asistir a una cena festiva. No obstante, Islamabad expresó formalmente su descontento afirmando que los Estados Unidos habían errado su blanco2. En efecto, el cuerpo del dirigente de Al Qaeda no se encontró entre los escombros. Las autoridades locales también certificaron que todas las víctimas eran habitantes del pueblo3.
El Primer Ministro pakistaní, Saukhat Aziz, condenó el ataque procedente de Afganistán. «Éste es un acto totalmente condenable», afirmó, aunque la declaración se destinaba sobre todo a calmar la rabia popular. En efecto, el Primer Ministro se negó a cancelar la visita de George H. Bush pues incluso si el incidente es reprobable, no hay que olvidar «que Pakistan necesita inversiones», subrayó.4
Por su parte, Shafqat Mahmood, antiguo senador favorable a la «guerra contra el terrorismo», declaró que esas nuevas atrocidades sólo exacerban el rencor de la población para con los Estados Unidos. «Hay un resentimiento bastante difundido de que el territorio de Pakistán fue violado por un aliado. Hemos sido fervientes aliados de la guerra contra el terror, y si nuestro propio territorio empieza a ser golpeado, esto crea obviamente un problema», deploró.5
La prensa pakistaní condenó vigorosamente la acción militar contra los civiles. «El ataque sería injustificado aunque hubiera eliminado los blancos apuntados», afirmó un editorial del periódico anglófono The News, subrayando que sólo aumentaría la animosidad para con los Estados Unidos.6 Miles de personas se manifestaron en Karachí el 15 de enero de 2006 en señal de protesta contra el bombardeo mortal, que siguió a otro ataque lanzado contra las zonas tribales de Pakistán algunos días antes y que había costado la vida por lo menos a 8 personas.7
La secretaria de Estado, Condolezza Rice, defendió las tácticas destructoras que emplea la CIA y se negó a presentar sus disculpas por estos «daños colaterales». Los terroristas «no son personas a quienes conviene tratar con suavidad», se justificó. Según ella, es completamente legítimo bombardear un lugar que alberga a personas involucradas en el terrorismo internacional.8
Si se sigue la lógica estadounidense ¿qué actitud debe adoptar Cuba, primera víctima del terrorismo internacional desde hace medio siglo? ¿Debe bombardear la residencia donde se encuentra actualmente Luis Posada Carriles, en El Paso, en Texas? ¿Debe lanzar un misil contra la casa de Orlando Bosh en Miami? Ambos son responsables de numerosos atentados violentos contra Cuba, entre otros, de la muerte de 73 personas en la explosión de un avión civil el 6 de octubre de 1976 y gozan de una impunidad total.
El senador republicano de Arizona, John McCain, se dignó disculparse ante el pueblo pakistaní, pero quiso lanzar el siguiente mensaje muy claro: «Queremos presentar nuestras excusas, pero no puedo asegurarles que no volveremos a hacerlo», advirtió. «Tenemos el deber de hacer lo necesario para eliminar Al Qaeda», enfatizó; incluso lanzar bombas contra mujeres y niños. Su homólogo de Mississipi, Trent Lott, compartió la misma opinión, pues el atentado estaba «claramente justificado por [los informes de] inteligencia».9
Entonces, según las palabras de John McCain, las autoridades cubanas tienen perfecta legitimidad para destruir las oficinas de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), organización extremista gravemente implicada en el terrorismo contra la población y las infraestructuras cubanas. La Habana puede entonces mandar misiles sobre los campos de entrenamiento a cielo abierto de los grupúsculos fascistas Alpha 66 y Comando F4, entre otros, que se vanaglorian de ser los autores de varios ataques contra la Isla.
Incluso algunos demócratas aprobaron el golpe militar contra el pueblo de Damadola. Evan Bayh, senador de Indiana, defendió la acción de la CIA. «Es una situación lamentable, pero ¿qué podemos hacer?», preguntó.10
¿Qué pueden hacer los cubanos cuando observan con qué deferencia se trata a los peores criminales del continente americano? ¿Cuál debe ser su reacción vista la licencia de la que se benefician los responsables de las más grandes atrocidades cometidas contra ellos? ¿Qué debe pensar el gobierno cubano cuando ve que las personas que, con riesgo de su vida, se infiltran en organizaciones terroristas en Florida con el fin de neutralizarlas, son encarceladas de por vida después de una parodia de proceso?11 ¿Debe también seguir el razonamiento de la Administración Bush para quien la vida humana no tiene sino una importancia relativamente secundaria?
Cuba ha denunciado varias veces a las entidades terroristas implantadas en el sur de la Florida que disfrutan de la financiación del gobierno estadounidense. La prensa internacional ha sido informada de la violencia cometida contra la población cubana, pero ha escogido ocultar esta cruel realidad a la opinión mundial. Algunos piensan sin duda que el terrorismo contra Cuba es legítimo y justificable, lo que explicaría el tratamiento parcial que los medios reservan a esta plaga.
Los Estados Unidos se niegan a extraditar a Luis Posada Carriles hacia Venezuela violando flagrantemente al menos tres tratados internacionales contra el terrorismo firmados entre las dos naciones.12 La Casa Blanco le reprocha simplemente encontrarse ilegalmente en su territorio. Pero dado que ningún país, salvo Cuba y Venezuela quiere acogerlo, podría encontrarse próximamente en libertad. Sabiendo que Washington no vaciló en bombardear un pueblo civil en un país aliado para deshacerse, sin éxito, de un miembro de Al Qaeda, ¿qué pasaría si Pakistán procediera al arresto de Ayman al-Zawahiri, lo acusara de estancia irregular en su territorio, se negara a extraditarlo hacia los Estados Unidos, y planeara ponerlo en libertad?
Notas
1 Kamran Khan & Griff Witte, » Protests Spread Across Pakistan «, The Washington Post, 16 janvier 2006, p. A10.
2 BBC, » US Defends Pakistan Terror Drive «, 16 janvier 2006.
3 Riaz Khan, » Bin Laden Deputy Skipped Dinner, Escaped Death «, Chicago Sun Times, 16 janvier 2006.
4 BBC, op.cit.
5 Benjamin Sand, » Missile Attack Fuels Anti-American Sentiment in Pakistan «, Voice of America, 16 janvier 2006.
6 The News, » The Bajaur Episode «, 16 janvier 2006 ; Reuters, » Pakistan Opposition Vows More Protest at US Strike «, 16 janvier 2006.
7 Françoise Chipaux, » Les raids américains à la frontière afghane embarrassent le Pakistan «, Le Monde, 17 janvier 2006.
8 Times, » Rice Defends CIA Bloody Raids as Pakistan Protests «, 16 janvier 2006.
9 Kamran Khan & Griff Witte, op.cit.
10 Ibid.
11 Salim Lamrani (editor), EEUU contra Cuba. La guerra contra el terrorismo y el caso de los Cinco (Barcelona: El Viejo Topo, 2005).
12 José Pertierra, » EE.UU está a punto de abolir tres tratados internacionales contra el terrorismo «, National Public Radio, 20 janvier 2006.