» Que fácil es agitar un pañuelo a la tropa solar del manifiesto marxista y la historia del hambre que fácil es suspirar ante el gesto del hombre que […]
» Que fácil es agitar un pañuelo a la tropa solar
del manifiesto marxista y la historia del hambre
que fácil es suspirar ante el gesto del hombre
que cumple un deber
y regalarle ropitas a la pobrecita
hija del chofer
que fácil de enmascarar sale la oportunidad.»
«Canción en harapos.»
Silvio Rodríguez Domínguez
Me ha resultado difícil sentarme a escribir estas cuartillas, porque si de algo estamos muy escasos la mayoría de los cubanos, es de tiempo, ante tantas cosas que queremos hacer, y estamos haciendo en estos días.. Pero, como lamentablemente ocurre en la vida del revolucionario, muchas veces hay que dedicar esfuerzos a tareas que te desvían de lo que necesita y quieres darle todas tus energías. Y no queda otra disyuntiva que atender la situación coyuntural buscando que no te afecte, e incluso, si es posible que te aporte, al avance en el esfuerzo esencial, estratégico.
Así me ha ocurrido al leer el trabajo de Heinz Dieterich «La disyuntiva de Cuba: capitalismo o nuevo socialismo», que de alguna forma pone punto ,- y no parece ser el final, por el anuncio que incluye como oportuna nota promocional de su nuevo libro a presentar en abril en México y otros países-, a una serie de reflexiones que este autor viene haciendo sobre Cuba y nuestra revolución socialista.
¿Se trata de una invitación al debate, a la discusión franca y necesaria entre combatientes del necesariamente unido frente de lo mejor de la humanidad contra el sistema del capital?. No lo creo, al menos por una razón práctica, muy material y a la vez muy ética: oportunidades para este tipo de debate, cara a cara,- y si se quiere, con un buen café cubano de por medio-, se han dado, pues no son escasas las visitas de Dieterich a Cuba, y, al menos que yo sepa, no hemos recibido esta propuesta. Y, diría más, cuando hemos sido oyentes de algunas de sus numerosas presentaciones, ellas han sido esencialmente para ilustrarnos sobre sus concepciones más que para discutir a fondo, con rigor científico, los temas de la construcción socialista en la actualidad, y en particular en Cuba.
Por eso me siento privado de entrar en un debate.
Aunque no me puedo quedar impasible al leer las «lecciones para la isla» que aparecen en este reciente articulo, y prometen no detenerse de la mano prolífica de Heinz Dieterich.
Así las cosas,- buscando que el atender a algo no esencial pero que al mismo tiempo no se debe pasar por alto, deje algo positivo para la obra necesaria,- decidí escribir unas cuartillas más «en positivo» que en forma de polémica, que puedan servir tal vez para refrescar algunas memorias.
La mediocridad de las ciencias sociales en Cuba. La teoría de la construcción socialista.
» Que fácil es engañar al que no sabe leer
cuántos colores, cuántas facetas tiene el pequeño burgués.
Que fácil es trascender con fama de original
pero se sabe que entre los ciegos el tuerto suele mandar
que fácil de apuntalar sale la vieja moral
de los que nunca tuvieron nada
qué bien prepara su mascara el pequeño burgués.»
…
«Desde una mesa repleta cualquiera decide aplaudir
la caravana en harapos de todos los pobres
desde un mantel importado y un vino añejado
se lucha muy bien
desde una mesa gigante y un auto elegante
se sufre también
en un amable festín se suele ver combatir.
Si fácil es abusar más fácil es condenar
y hacer papeles para la historia para que te haga un lugar.»
Silvio Rodríguez Domínguez
No voy a defender la calidad de las ciencias sociales y la filosofía en Cuba, ni mucho menos la de los países del «socialismo histórico», por usar los términos de Dieterich, al parecer refiriéndose a la Unión Soviética y los países que conformaron el campo socialista en el Este de Europa. Y no por carencia de importantes producciones teóricas /ojo: no confundir con «paradigmas científicos», algo que me suena bastante lejano a la «guía para la acción», como concibieron su obra Marx y Engels, y seguimos muchos concibiendo los necesarios aportes en producción teórica…a partir de la realidad y para transformarla revolucionariamente/, tanto en uno como en otro caso, que no necesitan defensores porque la propia práctica social se ha encargado de ello, y rigurosos trabajos de otros colegas se han ocupado de su análisis.
Pero si de ciencia se habla, lo primero que se debe es tratar de ser científico. Y en este camino un primer paso, determinante, sobre todo en el campo de las ciencias de la sociedad, es evitar formulaciones abstractas que resultan vacías, y, sobre todo, metodológicamente ineficaces, como ocurre cuando se habla en general de las ciencias sociales en los países del «socialismo histórico» y de Cuba /! Recuerdo a Marx en su polémica con Proudhom!/, y se llega por ese camino a comparar y tratar por igual los resultados de estudios de la sociedad con los de las ciencias biomédicas o la cibernética,
Tal cuidado es especialmente importante cuando nos estamos refiriendo al papel de esas ciencias en el estudio y la actividad práctica cotidiana de un proceso de transformación socialista en específico. No es suficiente aquí acudir a las herramientas para abordar procesos complejos en general: descuidar la dialéctica puede llevarnos por caminos equivocados y peligrosos tales como querer superar /¿o ignorar?/ la realidad de que el desarrollo socialista es un «camino a lo ignoto», erigiéndonos en poseedores del conocimiento del verdadero y único socialismo, en lugar de revolucionarios creadores con un objetivo estratégico bien definido, un Norte bien claro /o mejor, como nos apuntó críticamente un amigo venezolano recientemente, un Sur bien definido/ identificado en el individuo <-> sociedad libres y plenos del comunismo como proceso, y una brújula bien ajustada sobre el pilar de la obra de Marx, Engels,Lenin y lo mejor del pensamiento revolucionario de entonces a nuestros días.
Los que nos dedicamos al estudio de la sociedad en un proceso de construcción socialista tenemos grandes responsabilidades. Y desafíos determinados por la propia naturaleza de este proceso: la primera revolución social que, más allá de cambiar las formas y expresiones de dominación de unos seres humanos sobre otros, persigue erradicarlas totalmente. ¿No puede, con todo rigor científico, ser calificado de totalmente inédito, desconocido, el camino a seguir en un proceso así?
Pero a los grandes desafíos, las respuestas revolucionarias, con toda responsabilidad y rigor científico. Y tenemos que contribuir a las respuestas como científicos, que más que contemplar y describir la realidad con objetividad, rigor y precisión /pensando incluso en el rigor matemático, ¿por qué no?: ejemplo de ello fue el propio Marx, que veía la perfección científica en la matematización de este tipo de conocimiento/, tenemos que ser parte activa de su transformación revolucionaria, y en este proceso transformarnos también, como individuos socializados en un complejo proceso. Respuestas científicas, y como tales rigurosas, que no pueden ser elaboraciones absolutizadoras de tipo alguno, ni «paradigmas» asépticos de compromiso revolucionario, ideológico en tanto que expresión legítima de objetivos que, sin dogmas,sí están bien definidos.
Respuestas revolucionarias, que se construyen en la compleja y dialécticamente contradictoria interacción entre la práctica cotidiana, – las luchas del individuo «de a pie», del dirigente político, del obrero y el administrador de la fábrica, del campesino, el estudiante, el ama de casa y el pensionado-, y la elaboración teórica, en la que los cientistas sociales tenemos nuestro papel, pero sobre todo la responsabilidad de ser parte y no simples analistas «objetivos» externos al proceso.
La transformación socialista,comunista,- porque Marx y Engels no entraron en las posteriores disquisiciones de «construcción del socialismo», y otras «etapas» que aparecieron después, y, como científicos rigurosos solo apuntaron que el sistema del capital sería necesariamente trascendido por un modo de desarrollo de naturaleza diferente, la sociedad que denominaron socialismo o comunismo-, necesita de elaboraciones teóricas, aún cuando se trata de un proceso que en la escala histórica apenas comienza. Claros estamos de que no hay práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria, y -no por criterio de autoridad, aunque sí la tiene-, ya Lenin lo expresó bien claro: «nada hay más práctico, que una buena teoría«.
Por eso en Cuba comprendemos cabalmente que nos enfrentamos a una guerra que hay que ganar con producción material y con producción de pensamiento, porque es una guerra por la emancipación «verdaderamente humana»/Marx/; comprendemos que en el enfrentamiento a este desafío se juega el destino de la Nación cubana, y lo mejor de su pueblo está decidido a salir victorioso. Y trabajamos día a día por desarrollar la teoría de la propiedad socialista, de cómo gobernar en este complejo proceso, como desarrollar los mecanismos de participación, y muchos más aspectos del proceso social, en las condiciones histórico- concretas de Cuba. Los cubanos trabajamos en desarrollar la teoría sin posturas arrogantes de pretender la verdad absoluta sobre lo que es el socialismo, desarrollar la teoría para la práctica desde nuestras realidades y para que sirva a todo el que esté dispuesto a interpretar sus realidades específicas y transformarlas sin camisas de fuerza dogmatizantes y finalmente – y esto es lo más dañino- desmovilizadoras, como la práctica histórica ha demostrado, y algunos aun pretenden disfrazar de novedad revolucionaria.
Y para los interesados en intercambiar con nosotros, en trabajar decididamente por el imprescindible y posible desarrollo socialista, que no es un producto que se puede comprar en una librería, tenemos las mentes, el corazón y los brazos abiertos. Ahí están los resultados de nuestras investigaciones sobre la sociedad cubana, están los sitios en INTERNET,- no solo los «oficialistas» como algunos llaman a los legítimos sitos de nuestras instituciones científicas, sino sitos personales de científicos cubanos, como Cuba Siglo XXI (www.nodo50.org/cubasigloXXI/), y aquí están las conferencias internacionales como la que por tercera vez celebraremos en mayo, donde recibimos sin limitaciones a todos los legítimamente interesados en el futuro comunista de la humanidad, que ya algunos vamos empezando a hacer presente seguro e irrenunciable.
La disyuntiva de la revolución cubana, honrando la memoria histórica.
Y en tal sentido no podía terminar sin refrescar, lo que sí está siempre fresco en la memoria de los cubanos.
La disyuntiva de la Revolución Cubana, con mayúscula, siempre ha sido definida y enfrentada por los cubanos con claridad, decisión y oportunidad, desde que en 1868 empezamos este único largo proceso, que hoy nos ocupa en la construcción socialista.
Céspedes en «La Demajagua» fue bien preciso en 1868, con su grito de «Independencia o Muerte».
La manigua redentora lo enriqueció después, en un reclamo indeclinable que llegó hasta las montañas, llanos y ciudades, para afirmarse con la victoria del primero de Enero de 1959: «Libertad o Muerte».
Y más de 45 años de luchas abonadas por la sangre de Girón, la lucha contra bandidos y el terrorismo, nuestro modesto aporte internacionalista, y el sudor y esfuerzos cotidiano de millones de mujeres y hombres, han definido para siempre, en su permanente renovación revolucionaria, lo que constituye la disyuntiva de la Revolución Cubana en estos inicios del siglo XXI, ¡Patria o Muerte!, que desde hace muchos años es idéntica a ¡Socialismo o Muerte!, y la única salida posible a esa disyuntiva:¡Venceremos!
«Que fácil es protestar por la bomba que cayó
a mil kilómetros del ropero y del refrigerador
que fácil es escribir algo que invite a la acción
contra tiranos, contra asesinos
contra la cruz o el poder divino
siempre al alcance de la vidriera y el comedor.
Viva el harapo señor
y la mesa sin mantel
viva el que huela a callejuela
a palabrota y taller.»
Silvio Rodríguez Domínguez