En el mundo hay 771 millones de analfabetos, la mayoría en los países pobres, según informes de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO por sus siglas en inglés). Pero este dato podría ser mayor debido a las deficiencias de los censos y al analfabetismo por desuso por […]
En el mundo hay 771 millones de analfabetos, la mayoría en los países pobres, según informes de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO por sus siglas en inglés). Pero este dato podría ser mayor debido a las deficiencias de los censos y al analfabetismo por desuso por lo que no sería aventurado estimar los iletrados en mil millones, ¡Casi una sexta parte de los habitantes del planeta privados del elemental derecho al conocimiento y a la participación política! Es irónico que quienes se erigen en faros de la democracia y los derechos humanos no hagan nada por solucionar este problema.
Aunque las metas del milenio de la ONU se proponen reducir el número de analfabetos a la mitad para el 2015, la realidad es que la situación tiende a agravarse de acuerdo a las proyecciones de la propia UNESCO. El cumplimiento de ese objetivo es ilusorio en virtud de que 131 millones de niños no asisten a la escuela, de la alta deserción escolar en los países subdesarrollados y de que combatir el analfabetismo no es una prioridad de la mayoría de los gobiernos ni de los organismos internacionales.
Entre los temas que involucran al subdesarrollo y a los países no alineados, este es uno al que Cuba, primer país latinoamericano en erradicar el analfabetismo y que presidirá esa agrupación en los próximos tres años, le ha dado una gran importancia en sus programas de cooperación internacional. Por que no puede haber desarrollo sin educación universal gratuita y mucho menos con altas tasas de analfabetismo. La Comisión Económica para América Latina de la ONU(CEPAL) ha establecido que se requiere una instrucción mínima de doce grados para romper el ciclo de la pobreza.
La erradicación del analfabetismo demanda fundamentalmente de voluntad política, incluyendo la asignación de los correspondientes recursos presupuestarios. Pero no tantos como se podrían imaginar. El método «Yo sí puedo», creado y puesto en práctica por Cuba en 15 países demuestra que es posible alfabetizar con eficiencia con la tercera parte de los 160 dólares calculados por la UNESCO por analfabeto. El método cubano, que la isla ha ofrecido gratuitamente a los países subdesarrollados, consta de 65 videoclases y no requiere maestros profesionales. Basta con alfabetizadores letrados de la comunidad instruidos por pedagogos cubanos u otros que conozcan el sistema.
El método cubano recibió el Premio Alfabetización 2006 Rey Sejong de la UNESCO, otorgado por un jurado internacional de expertos. Ellos señalaron que aquel es «innovador, flexible, capaz de adaptarse a una variedad de situaciones geográficas, culturales y étnicas, que ha probado su eficacia en contextos sociales, rurales y urbanos, y en sectores con necesidades especiales».
Venezuela, que erradicó el analfabetismo en dos años, alfabetizando a casi un millón y medio de personas fue la prueba de fuego de «Yo sí puedo». Pero el método se ha estado aplicando también con gran éxito con 400 000 alumnos en doce estados de México(cerca de 250 000 alfabetizados), en Mozambique(13 702) y en Ecuador(10 435); en Nueva Zelanda (5620), principalmente entre la población maorí autóctona.
Pese a que»Yo sí puedo» ha sido aplicado mayormente mediante acuerdos con Cuba de gobiernos locales, provinciales u organizaciones sociales ya ha logrado alfabetizar a dos millones de personas. El avance es rápido y mayor cuando el programa es acogido por las autoridades nacionales como en Venezuela o en Bolivia, que recién comienza con 3140 puntos de alfabetización y más de 60 mil alumnos y se propone liquidar el analfabetismo en dos años y medio, incorporando al método las lenguas originarias.
Dondequiera que un gobierno nacional tome en serio la aplicación del método cubano, la eliminación del analfabetismo puede darse por segura, así como el seguimiento hacia los niveles superiores de educación. Por ejemplo, un millón de alfabetizados venezolanos ya están en el segundo paso: «Yo sí puedo seguir», que los llevará al sexto grado de enseñanza básica y más tarde a los estudios superiores, como en su momento ocurrió en Cuba.
Está comprobado que los planes de erradicación del analfabetismo a largo plazo no funcionan. Cuba dispone de los recursos humanos, la experiencia y el método que pueden hacer posible la eliminación de este flagelo a escala universal en unos cuantos años, un poderoso instrumento de liberación de millones de seres humanos.