(Dedicado a todos los intelectuales que han participado constructivamente en esta polémica revolucionaria)
El periódico Juventud Rebelde del 27 de enero, informa que: «A propuesta del doctor Armando Hart, director de la Oficina del Programa Martiano, el teatro de la Biblioteca Nacional llevará el nombre de Palabras a los intelectuales, en alusión al significado del discurso homónimo pronunciado por Fidel allí en 1961. Este salón será el lugar indicado para organizar encuentros y una línea de debate, de análisis sereno, sobre los problemas más difíciles que afectan al campo intelectual y a la cultura cubana».
Este anuncio abre un importante espacio para el intercambio revolucionario y constructivo sobre temas que interesan a la intelectualidad cubana, que incluye a escritores, filósofos, economistas, políticos, historiadores, juristas, sociólogos y profesionales de todas las ramas del saber nacional. Corresponde ahora a todos los pensadores sacar el mejor provecho de esta apertura, para bien de la nación cubana y su futuro.
Se da a conocer, cuando todavía se continúa un amplio debate en la intranet criolla, a propósito de unos programas de televisión en el que aparecieron personajes relacionados con el llamado «quinquenio gris», época donde se cometieron excesos, determinados por circunstancias -para muchos- aún no superadas.
El intercambio electrónico llevó a una declaración de la UNEAC, Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, la cual ratificaba la política cultural de la Revolución, pero dejaba muchas insatisfacciones entre los polemistas. El tráfico de cartas cibernéticas, una versión moderna del «movimiento cartista» inglés de mediados del Siglo XIX, condujo también a la programación de un coloquio, sobre el «quinquenio gris», promovido por el intelectual cubano Desiderio Navarro, Premio Nacional de Edición 2006, con asistencia limitada, por invitación.
En este marco, varios intelectuales manifestaron la necesidad de un análisis más abarcador, que trascendiera aquel quinquenio y ayudara a identificar las causas económicas, políticas y sociales que posibilitaron los excesos de entonces, a fin de contribuir a que los mismos no vuelvan a repetirse. No faltaron los llamados a un papel más activo y favorecedor del Partido.
En este sentido, un correo que circuló por toda la intranet cubana, firmado por Mariela Castro Espín señalaba:»… como cubana identificada con un proyecto social revolucionario que pretende conquistar toda la justicia me siento conmovida con estos comentarios y el temor a que se diluyan momentos de la historia, que aunque nos duelan y avergüencen, deberían analizarse profundamente para evitar que se repitan. Evidentemente las experiencias del pasado no fueron suficientemente esclarecidas, ni oportunamente normadas y eso es lo que me preocupa.
En mi opinión, estos programas de televisión muestran sólo la punta del iceberg y la reacción provocada responde a malestares más profundos que aún no tienen el respaldo necesario de nuestra sociedad, expresado en sus políticas. Esto es, justamente, lo que más me interesa, que a raíz de las inquietudes provocadas por los ¿descuidos? o ¿torpezas? de la programación televisiva, podamos analizar y discutir estilos de pensar, ambivalencias, ausencia de definiciones coherentes en la política institucional del ICRT que debe saber expresar nuestra política cultural, educacional, de la mujer, etc.
Como militante del PCC, aspiro a una respuesta inteligente de la organización, en condición de facilitadora y coordinadora del debate, para que se consideren todas las inquietudes y sugerencias que responsablemente se hagan y podamos colaborar con este proceso dialéctico permanente y necesario, de abordar y elaborar las contradicciones inevitables de todos los procesos.»
Otro de los correos circulados, con la firma del compañero Alfredo Guevara indicaba: «Un pueblo de poco más de doce millones de habitantes, con más de ochocientos mil universitarios y cientos de miles de personas educadas en nivel superior al medio, pueblo sin analfabetos y en el que se ha generalizado la enseñanza hasta el noveno grado; es el pueblo que merece ser y es y tiene que ser el protagonista real de la batalla de ideas…,
Ratifico más que suscribo la Declaración que acaba de hacer la UNEAC y espero y llamo a evitar que la usurpación y desnaturalización de los derechos de la Revolución y su diseño cultural pueda continuar. Lo hago desde la serenidad pero subrayando urgencia. Donde la batalla de ideas debiese tener su primer bastión no tendrá lógica alguna que aparezcan sepultureros. La ignorancia y la mediocridad beligerantes son el peor enemigo interno de la Revolución.
Cuanto ha pasado en estos días no es sólo una afrenta a la intelectualidad cubana, a nuestra cultura en su expresión artística, ha sido, es, una trampa tendida desde esa mediocridad e ignorancia beligerantes, a Fidel y Raúl; un juego de intereses empeñado en confundir y dividir. Saludo el esfuerzo ahora centrado en la Declaración de la UNEAC, dirigido a impedirlo.»
Estos párrafos y muchísimos otros que pudieran citarse, reflejan el amplio sentido revolucionario y constructivo predominante en el debate cibernético, que elementos contrarrevolucionarios -desde el extranjero- sin fuerza alguna en el seno de nuestra intelectualidad, trataron de usar a su favor, y cuya limitada presencia en el intercambio podría haber sido usada por los retardatarios y divisionistas identificados en el mensaje del compañero Guevara, para tratar de confundir e impedir el avance revolucionario de las discusiones.
Los muchos correos circulados en estos días, evidenciaron en su gran mayoría, la responsabilidad con la que la intelectualidad ha asumido la defensa de los valores de nuestra Revolución socialista y martiana, lo cual es una de las garantías de su continuidad e irreversibilidad, lejos de cualquier cuestionamiento tipo glassnot pro restauración capitalista. En la medida en que el debate ha ido subiendo a tonos más rojos, los pocos intrusos de la derecha han ido tomando distancia.
El doctor Armando Hart, había publicado en el mismo periódico de la Juventud Cubana, el pasado 9 de diciembre, un artículo sobre el Socialismo del Siglo XXI. El tema, poco manejado por la intelectualidad del patio hasta ahora y olvidado en la prensa, ha empezado a manifestarse en este debate, toda vez que aumentan las inquietudes sobre la incapacidad del sistema de economía estatal centralizado y asalariado para resolver los múltiples problemas socio-económicos del país y el interés por encontrarles soluciones.
En general, estas inquietudes empezaron a ser estimuladas, por las preocupaciones manifestadas el 17 de noviembre del 2005, por el Jefe de la Revolución, en su discurso en La Universidad de la Habana. Más recientemente, el Comandante Raúl Castro, ha venido insistiendo en la necesidad del debate, las discusiones y las discrepancias para enfrentar estos problemas y encontrar adecuadas respuestas.
La apertura de un espacio dinámico concreto, para que el pensamiento de la nación cubana se desarrolle y exprese con toda libertad revolucionaria, es un logro importante, hijo natural de este valiente debate electrónico de nuestros intelectuales, una muestra de la madurez alcanzad por la Revolución Cubana y un aporte significativo a su consolidación y avance.