Del 6 al 9 de agosto se realizará en Quito, Ecuador, la Décima Conferencia Regional sobre la Mujer, instancia que valuará los avances en materia de equidad de género en el continente. Impulsada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), esta conferencia cuenta con dos ejes de discusión: la participación política […]
Del 6 al 9 de agosto se realizará en Quito, Ecuador, la Décima Conferencia Regional sobre la Mujer, instancia que valuará los avances en materia de equidad de género en el continente.
Impulsada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), esta conferencia cuenta con dos ejes de discusión: la participación política de las mujeres y su aporte a la economía del trabajo no remunerado.
En Quito se darán cita delegaciones ministeriales de 38 países, el sistema de las Naciones Unidas -especialmente las agencias que trabajan en pro de la igualdad de género- y organizaciones de mujeres que, esta vez, tendrán un espacio en la inauguración de la cita.
Acerca de todo ello conversó SEMlac con Sonia Montaño, Jefa de la Unidad de Mujer y Desarrollo de la CEPAL. La experta explica que la importancia de la reunión radica en que la igualdad de género se ha integrado en las Metas del Milenio, por lo que ya no se prevé una cumbre específica para este tema en el ámbito global.
«De este modo, la conferencia regional adquiere una importancia mayor, porque allí se evaluarán los resultados después de los acuerdos de la cumbre de la mujer en Beijing y se identificarán los desafíos», puntualiza.
Además, explica Sonia, «se produce en un escenario político donde la presencia de las mujeres es un factor novedoso, no nuevo. Es decir, las mujeres siempre han estado en la política, pero son relativamente recién llegadas a la toma de decisiones al alto nivel».
Acciones afirmativas en política
Una mandataria con vocación de paridad, mujeres en carrera al sillón presidencial y mayor presencia femenina en cargos antes vetados -como ministerios de economía o de defensa- son síntomas de que algo está cambiando en la política latinoamericana.
SEMlac: Entonces, ¿por qué es necesario incentivar la participación de las mujeres en política?
«Este es un fenómeno coyuntural. No se puede dejar de reconocer que, en los últimos cuatro años, ha habido claramente un aumento significativo de mujeres en el poder legislativo, y también en el ejecutivo. Hemos avanzado mucho en paridad y representación política, gracias a las cuotas. Por ejemplo, países como Chile y Ecuador están muy mal en materia de representación política y coincidentemente son países sin cuotas. De modo que lo que estamos planteando a la conferencia es que allí donde hay resultados estables, permanentes e incrementales es donde ha habido cuotas en las elecciones y políticas activas en empleo, familia y paridad. Y esa es la razón, a pesar de que pareciera un fenómeno natural, de que más mujeres accedan a puestos de poder».
SEMlac: ¿Una ley de cuotas es suficiente para incrementar la participación política de las mujeres?
«Una ley de cuotas, por sí sola y que no esté en congruencia con el sistema electoral vigente en el país, no cambiará nada. El estudio comparado muestra que así como en el ámbito electoral parlamentario las cuotas son -hasta ahora- el mecanismo más eficaz, en el caso de la paridad y la igualdad en los demás ámbitos, sólo los países que tienen políticas públicas explícitas logran la paridad, como es el caso de los escandinavos, Francia y España.
SEMlac: ¿Cuáles son los obstáculos que encuentran las mujeres que ingresan en la arena política?
«En las reuniones preparatorias a la Conferencia se han identificado los siguientes obstáculos: Hay evidencia empírica de varios países en los que el acceso de las mujeres a los recursos de campaña, aún cuando existe financiamiento estatal, es menor del que tienen los hombres; lo mismo ocurre con el tiempo de acceso de las mujeres a los medios de comunicación, que es menor que el de de los varones en campaña.
«Además, se detecta que el capital social, los contactos, suelen beneficiar a los hombres que han estado más expuestos a la vida pública, mientras las mujeres son vulnerables al hostigamiento político-sexual. Hay dos estudios importantes, uno en México y otro en Bolivia, pero que han sido reconocidos como representativos por los otros países, donde se observa, por ejemplo, que dirigentes de partidos han presionado a concejalas, a diputadas, a renunciar a sus puestos para que éstos sean ocupados por hombres».
El valor del trabajo sin precio
Las mujeres no sólo enfrentan los problemas .descritos cuando ya están en el mundo de la. política. Antes siquiera de pensar en el acceso a cargos de decisión, el ejercicio de su ciudadanía tiene un mayor costo para ellas, como explica la experta de la CEPAL:
«El aporte que hacen a la protección social, a través del trabajo no remunerado, es uno de los grandes desafíos y explica porqué muchas están excluidas de la economía y la política, porque están amarradas al trabajo del hogar», afirma.
Sonia Montaño revela que «una mujer que cuida del marido y de sus hijos sanos, ocupa en un hogar tipo, en todos los países, entre tres y cinco horas diarias. Las que tienen más hijos dedican más tiempo al trabajo doméstico, algo que no pasa con los padres. Los solteros dedican más horas al trabajo en el hogar, pero cuando se casan cae nítidamente su tiempo de trabajo doméstico y, en cambio, en las mujeres aumenta».
«El matrimonio no es el único factor que recarga el trabajo de las mujeres. Existen transformaciones en las políticas públicas que, por un lado, impactan en el uso del tiempo de las mujeres y, por el otro, muchas veces lo ignoran».
SEMlac: ¿Cómo afectan las decisiones de los estados en el trabajo no remunerado de las mujeres?
«En los últimos años, las reformas de salud y los cambios en la seguridad social han hecho que los tiempos de hospitalización sean más cortos y muchas de las labores de cuidado que antes se hacían en los hospitales ahora se han externalizado. Claramente se ve cómo las mujeres son las principales responsables del cuidado de los enfermos, una vez que estos salen del cuidado profesional. Por lo tanto, esa idea de que los estados estaban ahorrando dinero en salud… Alguien lo está pagando: no es que la reducción del gasto social en salud haya ido al aire, hay mujeres que lo están asumiendo».
SEMlac: ¿Esto ocurre en todos los países de América Latina y el Caribe?
«Hay más demanda de cuidado: los niños, los enfermos y los ancianos. Para la Conferencia, estamos haciendo un estudio comparado entre Ecuador, Bolivia, Uruguay y Argentina, tanto sobre la legislación como los servicios, y ahí se ve que países pobres como Bolivia y más desarrollados como Argentina, tienen la misma estructura de cuidado: fundamentalmente es la familia la que se hace cargo y, dentro de la familia, la mujer. Si no es la mujer mayor, es la hija menor y, en muy pocos casos, los hombres. Las legislaciones pertenecen a los años treinta, cuando el supuesto era la mujer en la casa y el hombre en el trabajo».
SEMlac: ¿Por qué es importante visibilizar el trabajo no remunerado?
«Queremos mostrar la importancia que tiene medir el uso del tiempo, justamente para evaluar su impacto. Ya hay recomendaciones para que los sistemas de cuentas nacionales calculen el valor económico, no solamente el valor social de este trabajo. Una vez que haces visible eso, puedes fundamentar de mejor manera lo adecuado de una reforma previsional donde el sistema de pensiones ya no esté solamente ligado a tu aporte como trabajadora remunerada, porque precisamente las mujeres trabajan menos por estar cuidando».
Trabajo doméstico remunerado con derechos laborales
En la Conferencia de Quito también se abordará el trabajo doméstico remunerado porque, como explica Sonia Montaño, «pese a toda la diversificación laboral, la maquila, las temporeras, la microempresa y otros ámbitos donde las mujeres pobres se están incorporando para tener ingresos, el trabajo doméstico sigue siendo la principal fuente laboral de las mujeres en América Latina y el Caribe. Y es un trabajo que está caracterizado por situaciones francamente violatorias de los derechos laborales».
Montaño puntualiza como alentador que, «en las reuniones preparatorias, tanto en Guatemala para Centroamérica como en Antigua para el Caribe, los gobiernos abogaron por igualar los derechos de las trabajadoras domésticas con los demás trabajadores, o sea jornada, tipo de contrato, vacaciones».
«No es un desafío fácil, pero es muy importante saber que por primera vez los gobiernos, a través de las ministras de la mujer, se comprometen a hacer algo y estamos muy esperanzadas en que podamos seguir empujando cambios en este tema», concluye Sonia Montaño.