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Sobre una crónica del conflicto en SEAT

Rectificación y disculpas

Fuentes: Rebelión

En un «A sangre fría de urgencia» sobre los resultados del referéndum de SEAT publicado en las páginas de rebelión (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=82684), basándome únicamente en algunas informaciones radiofónicas y en cartas de lectores, trabajadores de SEAT supuse en algunos casos, que me parecieron informados, escribí indignado y algo enrrabietado un texto de urgencia sobre lo sucedido. […]

En un «A sangre fría de urgencia» sobre los resultados del referéndum de SEAT publicado en las páginas de rebelión (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=82684), basándome únicamente en algunas informaciones radiofónicas y en cartas de lectores, trabajadores de SEAT supuse en algunos casos, que me parecieron informados, escribí indignado y algo enrrabietado un texto de urgencia sobre lo sucedido. Un amable lector, en un tono casi siempre afable, que firma como Antonio B, y que estuvo en las asambleas de CC.OO, me llama la atención sobre algunas informaciones y señala los siguientes puntos:

A la asamblea de CC.OO. donde se discutió la posición sobre el referéndum se llevaron dos propuestas diferentes. Las dos aceptaban la moderación salarial por debajo del IPC previsto, la de los críticos -recuérdese lo dicho sobre «los críticos» en mi nota- un año por debajo de las previsiones de IPC, y la de los «fidalguistas» -el término es del lector crítico, no mío- 3 años por debajo de las previsiones. La segunda propuesta «era mas barata para la empresa y peor que la de UGT» señala Antonio B.

Finalmente, no se votó ninguna de las y se refundieron en una sola que ofrecía el siguiente desarrollo: 2009, congelación salarial; 2010, aumento de la mitad del IPC previsto; 2011, IPC previsto con revisión más recuperación del IPC real de los dos años anteriores. La propuesta fue aprobada, señala mi crítico interlocutor, sin ningún voto en contra, «incluyendo algunos sectores «anticapitalistas» ahora afines al sector fidalguista que se abstuvieron».

El señor Lolo Gálvez -prosigue Antonio B- secretario de CC.OO. en SEAT, «fidalguista» (insisto: es la forma de adjetivar de mi interlouctor), al que yo no nombro en mi artículo de urgencia por desconocimiento de su papel, «varios meses atrás dio el visto bueno a negociar la congelación salarial en unas negociaciones a espaldas de la plantilla». Según parece, el secretario de CC.OO., presente en la fábrica el día de la reunión, «no asistió al pleno del Comité de empresa y no votó la propuesta de su propio sindicato», la que él mismo propuso a la asamblea de CC.OO.

Sobre CGT, añade mi interlocutor, sindicato al que yo no hacía referencia en mi nota, ausente igual que el sector «crítico» de Comisiones Obreras de toda la negociación, Antonio B recuerda que fue el primer sindicato que públicamente estuvo de acuerdo en negociar la congelación salarial «con una propuesta parecida a la que los «críticos» llevaron a la asamblea» de Comisiones. El texto de la CGT -«AHORA TOCA DECIDIR…A FAVOR DE LA PLANTILLA»- puede verse ahora en http://www.cgtbarcelona.org/cgtseatmartorell/documents/fulls_informatius/090309CGT.pdf)

Posteriormente, sigue informando Antonio B, CGT si situaría en posiciones contrarias al referéndum y así lo manifestó en los plenos de los comités de empresa de las dos fábricas donde tienen representación. No votaron ninguna de las dos propuestas, ni la de la UGT ni la de CC.OO.

En opinión de mi informado y crítico interlocutor, los tres sindicatos -CC.OO, UGT y CGT- y los sectores «anticapitalistas» (el entrecomillado es de él, no mío) estaban de acuerdo en entrar a negociar la congelación para salvar el empleo. Las diferencias, por tanto, no eran de contenido, de fondo, «sino de puro tacticismo» concluye Antonio B.

«Debería informarse bien antes de escribir sobre algo que desconoce profundamente», me recomienda Antonio B. Tiene razón, toda la razón: de lo que se puede hablar, por buenas que sean las intenciones, lo mejor es el silencio o… la búsqueda de información contrastada, cosa que, insisto, no hice como era mi deber.

No sé si la verdad nos hace libres, prosigue mi crítico, pero sí sé que la «mentira y la tergiversación de los hechos nos hace cómplices de algo y de alguien. Usted sabrá de quien señor Arnal». Lo ignoro, sigo ignorándolo, no sé de quién he sido cómplice en este caso. Lo que sí puedo asegurar es que he escrito, como siempre hago, desde posiciones -el término no me gusta nada, nada de nada- independientes, que intentan no estar al servicio de ningún amo y sí, en cambio, al razonable y justo servicio de las causas de los desfavorecidos/as y explotados/as. En este caso, como Antonio B, me ha señalado he metido la pata (la pierna, las dos manos e incluso el brazo) hasta lo más profundo de la idiotez oceánica. Espero salir de esas abisales aguas.

Lamento mi error, mis errores, discúlpenme por ello (si les es posible) y prometo enmendarme en el futuro. No volveré a escribir, se lo aseguro, sobre asuntos que no conozca de primera mano.