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Sobre la petición (indignada) de dimisión de un conseller de interior

Prepotencia chulesca, servilismo y dignidad política

Fuentes: Rebelión

  Joan Saura es conseller de Interior y president de ICV. Una parte importante del estudiantado barcelonés, que sigue oponiéndose a los planes mercantilistas anexos a «Bolonia», y de la ciudadanía catalana ha pedido y sigue pidiendo su dimisión. La actuación de las fuerzas policiales que dirige el señor Saura el pasado miércoles, 18 de […]

 

Joan Saura es conseller de Interior y president de ICV. Una parte importante del estudiantado barcelonés, que sigue oponiéndose a los planes mercantilistas anexos a «Bolonia», y de la ciudadanía catalana ha pedido y sigue pidiendo su dimisión. La actuación de las fuerzas policiales que dirige el señor Saura el pasado miércoles, 18 de marzo de 2009, puede entrar, como capítulo nada marginal, en la historia universal de las actuaciones represivas policiales pletóricas de infamia y alevosía. Por lo que parece, según ha contado la prensa, Joan Saura, o alguno de sus asesores en su nombre, envió también una carta interna a todos los Mossos d’Esquadra en la que les alentaba, apoyaba e incluso les felicitaba por gran parte de su proceder en esa larga jornada iniciada de madrugada con el desalojo de los estudiantes encerrados en el recinto universitario de la Facultad de Geografía e Historia, si la memoria no me falla, de la Universidad de Barcelona. Hasta el momento no se ha producido ninguna dimisión en el departamento que dirige y parece ser que el plan de ruta diseñado por la cúpula política de la conselleria pasa por el anuncio de la dimisión forzada o cese del jefe de la Policía autonómica en la comparencia parlamentaria del señor Saura en la reunión del martes 31 de marzo en el Parlament catalán.

La petición (algunos dirían o escribirán exigencia con razones atendibles) de dimisión no es un extravío del izquierdismo extraviado. De hecho, bien analizada, es democráticamente moderada. Se basa en motivos que no sólo parece justificados sino que han estado anclados en la tradición de izquierda, entendiendo esta noción en un sentido amplio que incluye el liberalismo no contaminado por la insania neoliberal: los responsables políticos deben dar la cara, los responsables no deben esconderse detrás de cargos de menor importancia para permanecer en sus puestos, la izquierda debe dar ejemplo de responsabilidad y honradez, los representantes políticos deben asumir con rapidez los costes adheridos a sus cargos, la ejemplaridad en política es muy importante, todos los políticos no son iguales, la derecha siempre se escuda en excusas para guarecerse en sus poltronas. Largo etcétera. De hecho, el mismo señor Saura ha hecho intervenciones públicas en ese sentido en tiempos no muy lejanos. Yo mismo, que fui militante de ICV en tiempos de confluencia con Izquierda Unida, le he escuchado manifestarse en aforos públicos, y en conversaciones privadas, en ese sentido, con admirable (y vindicable) nitidez y claridad cartesianas.

Sea así, hagamos que sea así. El PSUC-viu, el heredero político de la tradición del PSUC (o para ser más precisos, el heredero de las aristas combativas de esa tradición, tan amplia que ha incluido vértices nada marginales con idearios socialistas revolucionarios altamente borrosos), partido político que, como es sabido, es una organización soberana como no podía ser menos, miembro eso sí de EUiA, ha pedido la dimisión del conseller Saura. Se sabe, es un secreto a voces, que un dirigente de ICV, cuyo nombre desconozco pero sobre el que tengo conjeturas muy plausibles, en un alarde de prepotencia política sin duda desmesurada, ha comentando algo así como «los del PSUC-viu se van a enterar». No sólo eso. Jordi Miralles, coordinador general de EUiA y dirigente del PCC, la fuerza política que controla y dirige con puño de hierro y cuerpo de bronce a EUiA, ha enviado una carta al presidente de IU quejándose de algún comentario de Cayo Lara Moya en torno a las actuaciones policiales o a la aceptación o permanencia de la coalición en una cartera como la de Interior.

Vale la pena indicar que no sólo es el PSUC-viu y su admirable dignidad política. El autor de esta nota, que no es militante del PSUC-viu ni lo ha sido nunca del PSUC, pero que admira y aprecia en grado sumo la honradez política de personas como Escofet, el secretario general del PSUC-viu, Antonio Luchetti o el gran profesor, traductor y filósofo Miguel Candel, y que en cambio sí es militante de EUiA, suscribe la petición del PSUC-viu, cree que es razonable pedir la dimisión del señor Saura, entiende que las palabras de ese dirigente de ICV no son de recibo y que manifiestan una vez más lo que se esconde detrás de los n´culeos dirigentes de fuerzas supuestamente flexibles, muy democráticas y nada dogmáticas y que, finalmente, la carta de queja de Jordi Miralles demuestra una vez más, por activa y pasiva, el grado de servilismo político, inaudito y desconocido hasta la fecha de EUiA, sector PCC, respeto a la dirección de ICV y tal vez hacia alguna organización política de mayor peso en la política catalana.

Aún más, algunos no sólo pedimos la dimisión responsable del señor Saura, por coherencia insisto con sus reflexiones y manifestaciones de antaño, sino que pedimos-exigimos que la coalición abandone la cartera de Interior del gobierno tripartito: nadie de sus votantes apoyó electoralmente la coalición para que asumiera ese tipo de responsabilidades y para que dirigirse actuaciones policiales que recuerdan lo peor de las formas y procedimientos de las policías represivas y autoritarias.

Ni que decir tiene que ese llamada puede quedarse en un simple grito, en humo para sosegar ánimos enrabietados. Si fuera así, y es probable que así sea, las razones para votar en Catalunya (insisto: en Catalunya) a la coalición ICV-IU desgraciadamente cada vez se alejan más del horizonte y aspiración políticos de los ciudadanos y ciudadanas que siguen pensando que la izquierda no es la derecha ni en sus finalidades ni en sus procedimientos y valores normativos y que sus dirigentes no son profesionales dedicados al cultivo de su jardín particular y mucho menos de los de resplandecientes dominios de poderosos sonrientes y satisfechos.