«La diplomacia y el sentido común van siempre por caminos separados. El sentido común ofrece la solución directa (…).Ahí está el ejemplo de Honduras (…). Nada mejor que el sentido común se imponga (…). Golpes precisos, preventivos. Y si acaso el tumor se extiende por todas partes (…), que eliminen, íntegramente, a su portador (…). […]
«La diplomacia y el sentido común van siempre por caminos separados. El sentido común ofrece la solución directa (…).Ahí está el ejemplo de Honduras (…). Nada mejor que el sentido común se imponga (…). Golpes precisos, preventivos. Y si acaso el tumor se extiende por todas partes (…), que eliminen, íntegramente, a su portador (…). ¿Cuál es la solución al problema venezolano? ¿Un francotirador? ¿No estaría esa opción más cerca de lo que nos dicta el sentido común? (…).Y no hablemos de Cuba (…). No necesitamos guerras (…). Sólo hace falta un misil, uno solo, en el lugar estratégico, en el momento oportuno. El daño colateral será mínimo, como se sabe. Sentido común, ni más ni menos.»
El resumen de arriba, es obra de Manuel Sosa, cubano ex profesor universitario que salió de la isla en 1998 (evidentemente el «Periodo Especial» puso a muchos en su lugar). Ese deseo magnicida lo publicó en Internet, bajo el titular «Golpes que no duelen» y en referencia al golpe militar de Honduras. Sosa, labora actualmente como trabajador social en Estados Unidos, ¿enseñará a los grupos sociales con los que trabaja, cómo apretar el gatillo de una Smith & Wesson? Otro cubano de la misma calaña, Ernesto Hernández Busto, residente en Barcelona y español de conveniencia, se apresuró a reproducir íntegramente la apología del primero, lo que tiene cierta lógica si consideramos que Busto se declara fervoroso partidario de un ataque militar estadounidense contra Cuba.
Viendo la maniobra impune de Hernández Busto, me surge un interrogante: ¿qué ocurriría si algún autor español reprodujera escritos de otros en los que se recomendara, de manera sibilina, la eliminación física de Barack Obama, Ángela Merkel o Sarkozy, mandatarios de países con los que el régimen de Madrid mantiene fluidas relaciones de la misma manera que las tiene con el Gobierno democrático de Hugo Chávez, citado -en el caso que nos ocupa- de manera indirecta y por partida doble?
Reproducir incitaciones al magnicidio, no es sino una estrategia que trata de tirar la piedra y esconder la mano, o dicho de otra manera: cargar las ansias homicidas en el debe de terceros. De más está decir que si recojo extractos del panfleto victimario, es por motivos totalmente opuestos a los aviesos deseos de esta pareja. Resulta obvio que para el fascismo cubano, asesinar es cosa de «sentido común».