Patricio Wang (1952) cuenta con todas las virtudes para ser el director musical de Quilapayún: una sólida y doble formación en composición y guitarra clásica (en el Conservatorio Nacional de Chile y en el Conservatorio Real de Holanda), aunada a la experiencia entre los ensambles: Barroco andino, Amankay, Hoketus y Winanda del Sur. En entrevista […]
Después de participar en el Festival de Música Contemporánea de la Universidad de Chile (con la composición: 2 sisters para 2 pianos ), Patricio Wang comparte algunas travesías: «Vengo llegando de un concierto en Ámsterdam, tocando una obra de Jo Kondo; y de un concierto en Karlsruhe con el grupo Bakin Zub, en Alemania interpretamos música electro-acústica». En septiembre estrenó su obra «Schipbreuk» (Naufragio) en Vilnius (Lituania), Capita Cultural Europea. Y con Quilapayún, el 18 de julio, iniciaron una gira por Túnez, participando en el Festival Hammamet, y el pasado 25 de julio se presentaron en Palestina, durante el Festival Yabous 2009. Ahora, acaba de terminar -junto a Mario Contreras y Rodolfo Parada- la composición de una canción para Ramona Parra y preparan la gira: Quilapayún 45 años.
MC.- Patricio después de tus conciertos de música contemporánea, ¿cómo fue la experiencia de interpretar los acordes de Quilapayún en Medio Oriente?, ¿qué vieron y escucharon en Palestina?
PW.- Una vez más pudimos comprobar en Túnez y Palestina el cariño por Chile y por nuestra música. Nos sentimos llenos de energía por el entusiasmo que nos devolvían luego de cada canción. Fue emocionante también para nosotros poder cantar en Jerusalén la canción «Rosa de los Vientos», que saldrá en nuestra próxima producción discográfica y que escribimos inspirados en nuestra visita precedente a Palestina hace 5 años. Pero también pudimos ver de cerca el infame muro y a las familias palestinas, de Jerusalén-Este, amenazadas de expulsión por el gobierno de Israel, con las que pudimos dialogar y expresarles nuestra solidaridad. Lo hicimos respondiendo al llamado de las organizaciones solidarias para acompañar diariamente a estas familias en su justa lucha a la que acuden personas de diferentes países, incluyendo israelíes progresistas. Cada vez que preguntamos qué podemos hacer por ellos, nos responden que lo más valioso es que vengamos a cantarles y hacernos presente en esta región conflictiva a la que muchos por temor no vienen, eso es en sí un estímulo enorme porque se sienten menos aislados. Es por esto que siempre respondemos presente a la invitación del Yabous Festival, en el que participamos este año ya por tercera vez.
MC.- A 45 años de su fundación, ¿ qué representa Quilapayún para la música chilena contemporánea?
PW.- Quilapayún representa muchas cosas; en primer lugar, y desde sus inicios, un gran aporte en la búsqueda de nuevos caminos para la música chilena, una fuente de inspiración para las generaciones de músicos que han venido después. Representa, luego, un estilo, un sonido, una manera reconocible de crear y cantar, Y por último, una producción de canciones y obras que forman parte de un movimiento de gran apertura en nuestra cultura, porque constituye una historia abierta al futuro y no encerrada en un corto período creativo, a diferencia de los fenómenos musicales de moda. Si tomamos algunas canciones señeras, como Canto a la Pampa, Plegaria a un labrador, Vamos mujer, El Pueblo Unido, Memento o Allende, se verá que abarcan un lapso de 30 años y que cada una de ellas corresponde a períodos muy diferentes. Son incluso grabadas por integrantes diferentes cada vez y sin embargo son todas bien reconocibles como Quilapayún. Eso quiere decir que hay renovación constante y una idea esencial que permite pensar en el grupo como un verdadero proyecto.
«Por eso Quilapayún ha sido también no sólo un grupo de música popular sino además un laboratorio de músicas nuevas, que ha atraído y aún atrae a compositores de música contemporánea, que se ha nutrido también de nuestras composiciones y ha creado obras que sin embargo no se han difundido como corresponde, por falta de apoyo institucional pues todo lo hemos hecho con nuestros modestos medios. Así, por ejemplo, nuestro Dialecto de Pájaros nunca ha sido grabado, Oficio de Tinieblas por Galileo Galilei no forma parte de la producción discográfica en Chile, y hay varios otros proyectos que necesitan un apoyo financiero que nosotros no podemos asumir».
MC.- ¿ De qué forma inscriben la innovación musical en la historia de Quilapayún?
PW.- La innovación es, más que un programa, el resultado de una vocación, que es la de reflejar e influenciar el mundo en que vivimos, el cual va cambiando en forma permanente. Nuestras canciones son siempre una proposición, no un mensaje terminado definitivamente, sólo existen cuando el público las adopta. Aunque la superación técnica sea una exigencia permanente, no se trata solamente de eso, ni de agregar instrumentos nuevos o incluir temas de actualidad en los textos. Conectar con su época es un desafío más misterioso y profundo, de cuyo resultado sólo el público y el tiempo son los jueces definitivos. Hay muchas canciones en nuestra historia que fueron innovadoras, y que sin embargo quedaron abandonadas en el camino. Otras, como La Muralla o la Cantata Santa María, criticadas en su época, han confirmado su vitalidad y vigencia. Más recientemente, la canción Allende ha hecho un largo camino y se ha integrado muy fuerte en nuestro repertorio. Es también lo imprevisible lo que nutre nuestra inspiración y nos ofrece este desafío constante al que siempre respondemos «presente».
MC.- ¿Cómo se inserta el DVD «A Palau» en la discografía de Quilapayún?
PW.- El DVD A Palau es casi una antología, que recorre nuestro repertorio desde los años 60 hasta lo más reciente de nuestra producción, incluso hasta una semana antes del recital incluimos la hermosa canción de María del Mar Bonet (Què volen aquesta gent) que montamos especialmente para esta ocasión, y que cantáramos una vez más junto a Inti Illimani un par de años más tarde. El DVD A Palau representa también uno de los tantos interesantes e intensos períodos de cambio en nuestra trayectoria, el puente hacia una nueva etapa que daría lugar a la sólida formación musical y humana actual, que es la que está quedando plasmada en la nueva producción discográfica en la que estamos trabajando.
MC.- Siendo el director musical quería preguntarte, ¿los temas que interpretan son elegidos después de una discusión colegiada? leo que en Barcelona cantaron: Plegaria a un labrador; Qué dirá el Santo Padre; Pimiento; La muralla; Allende; entre otros temas.
PW.- No hay votación sobre los temas que se interpretan, la elección es un proceso mucho más rico y complejo, es el resultado de nuestras experiencias, del fruto de largas discusiones sobre lo que somos y queremos lograr, sobre lo que creemos que el público espera de nosotros, en fin, múltiples factores. En el caso del A Palau es el reflejo de lo que a menudo hacemos, es decir, un gran recorrido por el repertorio, con clásicos que seguimos cantando con placer y emoción, como la Plegaria del labrador de Víctor Jara o La muralla, que nos parecen canciones de gran calidad y que siguen siendo vigentes, hasta lo más reciente de nuestra creación. Asumimos plenamente lo que hemos sido y lo que queremos ser, con la mirada siempre dirigida hacia el futuro, tratando de imaginar canciones que hablen siempre, y de mil maneras, del hombre y su deseo de crear un mundo mejor y menos injusto que el que vemos hoy.
«No fue, entonces, una selección especial para el público catalán, a excepción de una canción muy importante: Què volen aquesta gent, de María del Mar, nuestra amiga de siempre, que es para los catalanes como: ‘El pueblo unido’ para nosotros, y que tuvimos el gran placer de cantar junto a ella»
MC.- ¿Cuál es el disco más complejo y completo de Quilapayún?
PW.- Cada disco tiene su especificidad. Algunos han sido técnicamente un poco deficientes pero compensados por una gran pasión y por la fuerza de las canciones, que llegaban en el momento y el lugar justos, y quedaron impresos en la memoria de la gente. Otros han sido discos de una gran innovación y gran mérito pero no contaron con algunos de los elementos que pueden ayudar a constituir un éxito. Existen también los que quedaron bloqueados por circunstancias extra-artísticas como La revolución y las estrellas o Tralalí Tralalá, que son propiedad de EMI y no salieron en Chile ni fueron reeditados en el extranjero más que como compilación. Hay también una producción que nos dejó particularmente satisfechos: el CD Al horizonte, en el que se combinaron de manera muy armoniosa todas nuestras exigencias: musicales, de interpretación, de creación, técnicas -en el sonido-, textos, de contenido y de forma.
MC.- ¿Aprecias los arreglos de «La cantata de Santa María de Iquique» en la versión de 1978?, ¿o todo se limita a la corrección de textos por parte de Julio Cortázar?
PW.- Esta versión corresponde justo al período previo a mi ingreso al conjunto, y, visto de afuera, me pareció una producción correcta tratándose de un nuevo montaje de un clásico del repertorio. Los cambios eran mínimos y no hubo nuevos arreglos musicales. Los pequeños retoques de texto de canciones, como los de Julio Cortázar en este caso, son cosa corriente en la música popular, sobre todo cuando los autores son anónimos o ya no de este mundo. Como Luis Advis estaba en plena actividad, es muy comprensible que la menor intervención en su obra no haya sido en absoluto de su gusto. Pero era una época en que las comunicaciones entre el Chile del interior, bajo la dictadura, y el Chile del exterior, en exilio, eran muy difíciles. Una vez conocida la opinión de Lucho, cuando pudimos vernos de nuevo y trabajar juntos, se volvió sin problema a la versión de siempre, que es la que presentamos en Chile el 2007, como parte de las actividades del Centenario de la matanza de Iquique, en las que tuvimos el honor de ser invitados a participar, durante una gira por todo el país, desde Porvenir hasta Arica, incluido el momento más emblemático: el concierto en Iquique el día mismo del Centenario, el 21 de Diciembre.
MC.- En 1979, te incorporas a Quilapayún; en 1983 editan «Chante Neruda», ¿es difícil musicalizar a un poeta sonoro y de oleajes marinos?
PW.- Como compositor he musicalizado muchos poemas de Pablo Neruda, pero ese disco que tú mencionas es una recopilación de grabaciones, aparecidas en diversas producciones de antes de mi ingreso y que muestra cómo es de importante la poesía de Neruda en nuestra historia, figura omnipresente en la cultura chilena y, por lo mismo, también en el repertorio de Quilapayún. Musicalizar a Neruda es siempre un gran desafío y una gran responsabilidad, pero sobre todo un gran placer porque es como conectar directamente con su propia historia para convertirla en música. Para la nueva producción en la que estamos trabajando puse en su música un hermoso poema suyo que habla de la muerte -y de la primavera- lo hicimos pensando en el desaparecimiento prematuro de dos grandes compositores chilenos muy ligados a la historia del Quilapayún: Sergio Ortega y Luis Advis.
MC.- Finalmente, leí las declaraciones del director artístico de Quilapayún, Rodolfo Parada-Lillo, ante el nulo apoyo de la Fundación Salvador Allende para cantar en el homenaje al Compañero Presidente en Chile. ¿Qué opinión tienes al respecto?
PW.- La canción «Allende», que compusimos con Rodolfo Parada-Lillo después de nuestras primeras visitas a Chile, concluida la dictadura, la hemos cantado innumerables veces en nuestro país, y para mucha gente se ha transformado en una canción emblemática, como tantas otras de nuestro repertorio. Fue francamente incomprensible que no pudiéramos cantarla en el homenaje al Presidente Allende, y que la Fundación Salvador Allende prefiriera que quedáramos al margen de un evento en el que nuestra presencia debiera haber sido una evidencia. Las indignadas, pero mesuradas, declaraciones de Rodolfo dan bien cuenta de la actitud que hemos siempre decidido tener frente a las injusticias que nos toca vivir: señalar serenamente lo que no nos parece correcto y seguir adelante con nuestro proyecto. Es lo que decimos, una vez más, luego del increíble e incomprensible error judicial en Francia, que parte de un hecho probadamente falso: la supuesta escisión del grupo en 1988, con una facción que continuó desde entonces el proyecto en Chile (sic), para establecer una sentencia que nos es desfavorable para el trabajo en el territorio francés. No es la primera ni, probablemente, la última injusticia que nos toque vivir. Pero lo nuestro es crear y cuidar la calidad de lo que hacemos y en eso seguimos. Es lo que demostramos con el CD/DVD A Palau y lo que queremos compartir con nuestro público en Chile en el mes de marzo del próximo año, en el cuadro de nuestra gira con la que celebramos los 45 años de existencia de Quilapayún. El 20 de marzo de 2010, rodeado por numerosos colegas músicos chilenos, clausuraremos nuestra gira cantando en el Teatro Caupolicán de Santiago.
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