Trasgrediendo su papel institucional, asesorado por consejeros y analistas de la Casa Real y probablemente por nudos gubernamentales y partidistas, Juan Carlos I de Borbón interviene directamente en la esfera pública manifestando la necesidad de unir esfuerzos nacionales para salir de la crisis. CC.OO y UGT, en un gesto inesperado e infrecuente, en otro alarde […]
Trasgrediendo su papel institucional, asesorado por consejeros y analistas de la Casa Real y probablemente por nudos gubernamentales y partidistas, Juan Carlos I de Borbón interviene directamente en la esfera pública manifestando la necesidad de unir esfuerzos nacionales para salir de la crisis. CC.OO y UGT, en un gesto inesperado e infrecuente, en otro alarde de hermenéutica arriesgada e incluso alocada de su papel constitucional, visitan la Casa Real para dar cuenta al Jefe del Estado que reina pero no gobierna de un reciente acuerdo con una patronal sin ningún ánimo negociador y con la aspiración básica a que reine definitivamente en España la divisa esencial del mundo carrolliano: el significado de las palabras, y por ende, del trabajo y de la vida, reside en las voluntades de los que ejercen sin control el mando en la plaza [1]. Una vicepresidenta que se ve obligada a recordar en rueda prensa, en un curioso alarde de imaginación y singular puesta en escena, que es el gobierno de España el único que gobierna en España (¡ja!). Duran i Lleida, un político que mide en nanomilímetros y en proximidad al poder todas sus intervenciones públicas, señala la necesidad de convergencia del PSOE y el PP, y la suma de otras fuerzas al pacto, al mismo tiempo que se salva en salud de posibles desaguisados, y gana en lo que llaman centralidad política mirando de reojo la política catalana, apuntando que no ve ánimos de acuerdo en las grandes fuerzas españolas, tensas, irritadas y radicalizadas. Una vicepresidente económica que coge maletas, secretarios y consejeros y vuela a la sede una institución privada, la del Financial Times, para explicar a los mercados, seductoramente desde luego, los nuevos y realistas planes del gobierno español. Unos mercados conmovidos que dicen, o dicen decir sin obrar con consistencia, que han captado el convincente mensaje de la señora Salgado. Un conseller del gobierno catalán, uno de los representantes del sector catalanista y económicamente próspero del partido, habla de su propio gobierno como de un artefacto alejado de los deseos y aspiraciones de la opinión pública, dejando la puerta abierta de par en par a un gobierno catalán de coalición, y a la aniquilación o subsidiaridad absoluta de las fuerzas políticas que están a su izquierda. Voces diversas, aquí y allá, en medios radiofónicos y televisivos hablan de la crisis abisal en la que nos encontramos inmersos sin señales positivas en el horizonte próximo y defienden la necesidad, que no ya conveniencia, de arrimar entre todos el hombro y la espalda y narrar las conquistas sociales obreras en programas de madrugada y con voz inaudible. ¿Apuntan hacia una misma diana todos esos indicios?
Posiblemente no, seguramente no. Sea como sea, no es inconcebible que una gran coalición hispánica, de contornos abiertos y hegemonizada por el PPSOE, presidida por una nueva o vieja variable sin determinar por el momento y con un programa «valiente», endurecido y nada compasivo, económicamente solvente se dirá, esté en la mente de algunos analistas, de creadores de opinión y de representantes de las grandes fuerzas sociales, políticas e institucionales que cuentan en las cuentas, en la civis existente y en el ágora real. Una reedición, con no menos boato pero acaso con mayor nocturnidad y con programa secreto, de los laureados e idealizados Pactos de la Moncloa.
Cuando estos se firmaron, algunos dirigentes de izquierda, cuyo nombre no quiero mentar, hablaron no sólo de su necesidad y urgencia sino que mostraron un alma escondida: eran, dijeron, sin añadir un término ni siquiera una coma, una vía singular y única para avanzar en el camino al socialismo.¡La imaginación al poder de algunos dirigentes cogidos al traspiés dijeron algunos!
Nadie sostendrá hoy una proposición de ese calado falsario. Pero no es difícil adivinar la música y la melodía que podría rodear a esa gran coalición: España necesita que nos esforcemos todos, las diferencias no cuentan, todos debemos sacrificarnos. Alegro: La, la, la…and Sacrifice.
Por supuesto: propuestas tan razonables y moderadas como que la crisis no la paguen aquellos que no han sido sus causantes sonarán a proclamas extremistas apuntadas sotto voce por las instancias revolucionarias de la V Internacional chavista.
Nota:
[1] Las aristas esenciales del mundo concebido y deseado por el sector dirigente de la patronal española pueden deducirse del funcionamiento de algunas empresas del Boss patronal, del por supuesto excelentísimo señor Díaz Ferrán, Algunas aristas de su mundo leibziano: Air Comet, fundada en 1996, no tuvo elecciones sindicales hasta octubre de 2009; en 1997, fue condenada por atentar contra la libertad sindical al despedir a un piloto que reclutaba afiliados para la ASPA y pretendía organizar elecciones; la sentencia señaló que los mandos calificaban al piloto de «radical» y «loco». José Antonio Sánchez, representante de CGT en el comité de empresa, ha relatado otras irregularidades: ausencia de convenio colectivo; la empresa redactaba contratos fraudulentos de ley; sin convenio, Air Comet establecía discrecionalmente días libres, turnos de trabajo, condiciones laborales; los salarios se negociaban individualmente; las subidas del IPC no se aplicaban; la empresa cambiaba los turnos a discreción, comunicándolos con horas de antelación; la mera reivindicación de derechos legales suponía entrar en una lista negra; los sindicalistas, como sucede en otras empresas españolas, debía actuar clandestinamente (Mi fuente: Enrique Martín Criado «Los otros abusos del señor Díaz Ferrán». http://www.diagonalperiodico.
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