Estaba escrito que habría guerra de cifras tras el 29S. En realidad esa guerra es parte de la huelga misma, como sucede en toda lucha. Para los de arriba se trata de minimizar el resultado de la confrontación, de persuadir a los trabajadores que dieron el paso y salieron a la huelga de que «casi […]
Estaba escrito que habría guerra de cifras tras el 29S. En realidad esa guerra es parte de la huelga misma, como sucede en toda lucha. Para los de arriba se trata de minimizar el resultado de la confrontación, de persuadir a los trabajadores que dieron el paso y salieron a la huelga de que «casi nadie paró» y la huelga «no sirvió para nada». Los diarios de la derecha irrumpieron el día 30 vociferando «fracasó la huelga general». Pero basta leer sus propias crónicas para ver que «sólo» conseguimos paralizar la industria, los puertos, la construcción, la minería, cerrar los polígonos industriales, bloquear los mercados centrales de abastos, dejar la basura sin recoger, las calles sin limpieza viaria, los transportes funcionando bajo mínimos, las televisiones autonómicas en negro y otras funcionando con programas enlatados, el consumo energético a nivel de un domingo y sacar a la calle a centenares de miles de trabajadores/as. Hasta «los chinos» (dando de paso una bofetada a la xenofobia y el racismo)echaron abajo las persianas, sumándose a la huelga.
Un día después son esos mismos medios de comunicación los que arremeten furiosos contra las «pérdidas millonarias que ocasionaron la huelga y los piquetes». ¿Cómo es posible que haya pérdidas millonarias por una huelga que fue un fracaso?
La verdad es que se habían frotado las manos esperando que el 29S fuera otro fiasco como el del pasado 8 de Junio y se encontraron con que un sector muy grande, los bastiones obreros, los sectores estratégicos de la clase obrera y buena parte de la juventud precarizada, se echaron a la calle y dijeron ¡basta!, rompiendo la «paz social» de la última década, sumándose al tren de lucha de la clase obrera europea, como Francia o Grecia, y dejando a este Gobierno de lasmultinacionales y los banqueros más debilitado que nunca.
Quienes defendimos la necesidad de la huelga general, de empezar a pararles los pies y que el 29S debería ser el primer paso en el camino de la lucha hasta echar abajo los planes de Zapatero, la Unión europea y el FMI estamos más que satisfechos, se superaron con creces las expectativas y nadie nos va a quitar, por más que se empeñen, la enorme satisfacción de haber parado cocheras, cerrado empresas, bajado persianas y paseado a banderas desplegadas por la Gran Vía madrileña o las avenidas centrales de otras tantas ciudades.
La presencia pujante del sindicalismo de clase y alternativo
Eran muchas las dificultades que tenía esta huelga, la brutalidad de los planes que se vienen aplicando, el clima de miedo y desmoralización que genera tener a 4,6 millones de trabajadores en el paro, las desmovilización obrera en estos años de «diálogo social» y sobre todo el descrédito monumental de los que aparecían como principales convocantes, los dirigentes de CCOO y UGT. En medio de ese panorama se abrió para el sindicalismo de clase y alternativo un desafío y una oportunidad de oro para ponerse al frente de la lucha.
Buena parte de ese sindicalismo asumió el desafío. Como hemos explicado, durante la preparación de la huelga, en las reuniones, asambleas, actos y propaganda, se trataba de poner todo el empeño en la respuesta masiva y unida de la clase obrera. Había que volcarse sin la menor reserva en la huelga general. Quienes más hemos venido luchando por la huelga general desde que estallara la crisis, teníamos más razones aún para hacer nuestra esta huelga. Pero la unidad de acción con CCOO y UGT ni podía ni debía acallar la batalla contra la burocracia sindical, señalando desde el inicio nuestros objetivos: «Para Toxo y Méndez la huelga general es para recuperar lo que han venido haciendo estos años, «el diálogo social». Para nosotros la huelga general es para echar abajo la reforma laboral y comenzar un proceso de movilización que eche abajo toda la política antiobrera y antisocial del Gobierno de los banqueros. ¡Esa es la diferencia!
Y añadíamos: «Pase lo que pase el 29, ya que tenemos experiencias de otras huelgas generales de un sólo día, hay que exigir e imponer la continuidad de la movilización, y su confluencia con las luchas del resto de Europa, hasta echar abajo la reforma laboral y parar el resto de agresiones» (declaración de la Plataforma Hay que pararles los pies).
La reunión estatal del sindicalismo de clase y alternativo del 12 de septiembre, que contó con la presencia de más de treinta organizaciones sindicales, marca un importante hito en el proceso de reorganización sindical. Y como dice el acta: «nos hemos reunido con el único punto del orden del día de cómo dar continuidad a la Huelga General del 29 de septiembre.
La inmensa mayoría de las intervenciones dejaron claro el apoyo a la HG convocada por diversas organizaciones sindicales para el 29 S, dejando una vez más constancia expresa de que la convocatoria venia tarde, mal planteada por los sindicatos institucionales y a la que el sindicalismo alternativo de clase ha dado otra lectura, otros objetivos opuestos frontalmente al de «recuperar el diálogo social» y sobretodo, hemos planteado cómo continuar después del 29, como bien recoge el MANIFIESTO que desde Junio vienen firmando numerosas Organizaciones y que ha sido ampliamente difundido».
La presencia del sindicalismo alternativo y de clase en la preparación de la huelga, en los piquetes y en las manifestaciones del 29S ha sido notable y creciente, aunque con muchas desigualdades por territorios. En el caso de Madrid, la Plataforma Hay que pararles los pies, tras muchos meses de trabajo, se vio fortalecida con la incorporación de CGT. La cuantiosa propaganda difundida por los centros de trabajo y barrios obreros, la asamblea conjunta de delegados/as, la manifestación en Vallecas previa a la Huelga General, y los piquetes conjuntos el día 29S fueron haciendo crecer como referencia este bloque alternativo del sindicalismo de clase. La manifestación deese día, que congregó más de 15.000 personas, y el mismo acto de cierre fueron el broche y la demostración palpable de ese espacio y el desafío que tenemos por delante.
También es cierto que en todo este proceso hubo pinchazos notables en lo que denominamos el sindicalismo de clase y alternativo. La decisión de la mayoría sindical vasca de no convocar el 29S, a nuestro juicio, ni ayudó a los trabajadores/as a enfrentar los planes del Gobierno, ni contribuyó a desbancar a la burocracia que encabezan Toxo y Méndez, ni sirvió al pueblo vasco para estrechar lazos con la clase obrera de todo el estado.
Otro tanto puede decirse de algunas organizaciones sindicales del Metro de Madrid, como el corporativo Sindicato de Conductores o Solidaridad Obrera, que no llamaron a la huelga. Visto lo visto reafirmamos lo que dijimos antes del 29S, que «sería un error grueso de consecuencias funestas rechazar la primera gran oportunidad de una respuesta general a los planes del Gobierno patronal en nombre del legítimo repudio a la burocracia sindical. Castigar a los capataces apoyando por pasiva al patrón es una política tan profundamente equivocada como suicida». El escaso seguimiento del paro en el Metro de Madrid, más seguido por los usuarios (40% menos) que por la plantilla (25%) empañó como un enorme borrón una larga trayectoria de lucha.
El Gobierno mantiene la reforma y anuncia más recortes
Toxo y Méndez pronosticaron que el Gobierno, tras la huelga, no tendría más remedio que rectificar. Nosotros/as insistimos hasta el hartazgo en que con un solo día de huelga no cabía esperar milagros. Es cierto que aún es pronto y habrá que esperar acontecimientos, pero también escierto que las primera reacciones del Gobierno reafirman aquello de sostenerlay no enmendarla. «Las opciones fundamentales de nuestra política económica y de reformas se van a mantener, porque no sólo son necesarias, sino imprescindibles para el país» (Zapatero en RNE). El gobierno no solo no retira la Reforma y mantiene el pensionazo, sino que presenta los Presupuestos Generales del Estado más restrictivos de las últimas décadas. Drástico tijeretazo a las inversiones en infraestructuras (caen un 38%), en educación, en sanidad, en las partidas de dependencia, o en las del paro, que baja por primera vez en 8 años justo cuando más parados hay.
Estos recortes repercutirán sobre las finanzas autonómicas y locales, lo que implica, como ya hemos comprobado, impagos a empleados municipales, recortes salariales en las empresas públicas, despidos en las contratas municipales…Y todo ello para que el 18,3% del presupuesto, la segunda partida de gastos, sea dedicado a pagar intereses de la deuda. Un nuevo apretón de tuercas para que los banqueros sigan cobrando sus intereses y haciendo su agosto con la crisis.
No hay horizonte sereno en la crisis económica, los datos de estos días corroboran los peores escenarios. Nueva caída del mercado del automóvil; nuevo batacazo en la construcción de viviendas -43% menos que el ya deprimido año anterior- y nueva recalificación a la baja de la deuda, lo que implica encarecimiento de los préstamos y más interés que pagar.
Por eso quienes, como Toxo y Mendez, se empeñan en recomponer el «diálogo social» pretenden lo opuesto a lo que han reclamado millones de huelguistas: echar atrás la reforma laboral y las medidas económicas del gobierno, y no la continuidad en la política de un «diálogo social» que ha supuesto la ruina para los/as trabajadores. Y pretenden además resucitar un «diálogo social» para el que no existe margen, ya que el FMI, la Unión Europea, Botín y el Gobierno que los representa dijeron hace rato que el gradualismo de las épocas de bonanza económica se acabó, que toca plan de choque, reforma laboral, presupuestos de guerra social y pensionazo, eso es lo que toca ahora. Por eso, el único diálogo posible es el de la lucha.
Después del 29S, preparar la continuidad
Antes de la huelga general ya hubo algunos síntomas claros de reanimación de la lucha obrera, y ahora el anuncio de nuevas medidas económicas hace presagiar más conflictividad. Los recortes salariales en las empresas públicas, empleados municipales o contratas sin cobrar, miles de despidos, convenios colectivos bloqueados o el pensionazo… anuncian un escenario lejano al de la paz social de la última década.
La huelga general fue la muestra de que hay un ascenso de la lucha obrera que se va a colar en el escenario político, y si no lo hace en forma centralizada lo hará de manera dispersa.
Un veterano miembro de la burocracia sindical, hoy profesor universitario, Joan Coscubiela, decía tras la huelga: «Se corre el riesgo -y no podemos permitírnoslo- de que la huelga se transforme en un conflicto de dispersión que se instale en los centros de trabajo y la negociación colectiva». El problema para la burocracia es que cambió la base material en la que se asentó el «diálogo social», las concesiones hoy tienen patas muy cortas y el margen de maniobra por tanto se estrecha. La mejor demostración de esa falta de márgenes es la imagen de un Gobierno resueltamente decidido a inmolarse para salvar a los Botín y compañía, al sistema capitalista.
La vida se impone y cada día que pase vendrá a dar más la razón a todas las fuerzas que desde el sindicalismo de clase y alternativo sostuvimos la imperiosa necesidad de la continuidad. La reunión del pasado 12 de Septiembre resolvió: «sobre la base de acuerdo mayoritario de que el 29S es para nosotros el comienzo de otras luchas que deberán darle continuidad, se propone para la última semana de noviembre una jornada(s) de lucha, con propuestas de paros, asambleas, propaganda conjunta y manifestaciones, valorando la situación concreta«.
¿Cuál será el calado de esas jornadas, su intensidad y extensión? Eso es lo que queda por ajustar, que dependerá del trabajo previo que seamos capaces de hacer. Para el bloque sindical del 12S, para la plataforma «Hay que pararles los pies» el camino debe ser mantener la firmeza en los pasos dados, animar a que más organizaciones y colectivos sindicales se sumen a este proceso unitario y trabajar desde la base, desde reuniones, asambleas sectoriales o locales, para animar a los trabajadores/as a nuevas movilizaciones, para rodear de solidaridad las luchas que se den. Desde esas asambleas y Comités de Empresa hay que exigir a CCOO y UGT que no acudan a ninguna mesa de negociación, porque no hay nada que negociar mientras el gobierno no retire la reforma laboral y el pensionazo. Y hay que reclamar además de todos los sindicatos que si esas medidas no se retiran, convoquen una nueva huelga general.
Las relaciones fraternales entre todas las organizaciones del sindicalismo alternativo y de clase y el compromiso de continuidad exigen mucha claridad para llevar adelante estas propuestas comunes. Pretender una nueva convocatoria de huelga general «sin CCOO y UGT» no es una propuesta alternativa, es un grave errorque exime de sus responsabilidades a la burocracia de estos sindicatos y demuestra muy poco interés por unificar la lucha de todos los trabajadores/as, ya que aun con broca y extrema desconfianza, hay miles de trabajadores/as que hoy siguen en la órbita de los sindicatos mayoritarios y con los que tenemos que contar necesariamente para dar esta batalla. Obviar todo esto es cargar sobre el sindicalismo alternativo y de clase una responsabilidad que hoy todavía no tenemos, que estamos construyendo y que hay que cuidar con mucho esmero para no hacer descarrilar este bloque clasista que está surgiendo.
Trabajar por unificar las luchas en Europa
La huelga general del 29S unió a los trabajadores/as del Estado español al carro de la lucha del que llevan tirando hace tiempo los trabajadores/as griegos o franceses. Se han venido sucediendo huelgas generales en diferentes países de Europa ante planes de ajuste que son calcados unos de otros. Ahora es Portugal donde la CGTP anuncia la huelga general para el 24 de Noviembre. Ante la brutalidad de los ataques, la Confederación Europea de Sindicatos (CES), la que representan CCOO y UGT, se ha limitado a convocar la jornada europea del 29S cuyo centro era una manifestación en Bruselas.
Diversas organizaciones sindicales vinculadas a la Federación Sindical Mundial (FSM), al PAME griego, la RdB de Italia, así como otras organizaciones europeas reunidas en París, han venido haciendo pronunciamientos y llamamientos a reuniones con el fin de agrupar fuerzas de este sindicalismo alternativo al de la CES. El agrupamiento internacional de fuerzas es sin duda una tarea muy compleja pero también es una necesidad vital.
La FSM, por ser la organización mayor, debe de ser quien más empeño ponga en hacer posibleesta unidad sindical trabajando con el resto de organizaciones para convocar un encuentro del sindicalismo de clase y alternativo en Europa, un encuentro capaz de poner en pie un plan de lucha conjunto, llevar la solidaridad a las convocatorias que ya existen y dar la batalla en todas partes para que se concrete la convocatoria de una huelga general en Europa.
Comisiones de Base (Cobas)
Comisión intersectorial de Madrid