Los antecedentes, el camino hasta ahora ya transitado es conocido: los familiares del almirante franquista Luis Carrero Blanco son considerados víctimas del terrorismo; no lo son, en cambio, los de Julián Grimau, Puig Antich, Txiki, Otaegui, Sánchez Bravo, Enrique Ruano, ni, claro está, los familiares de los miles y miles de combatientes republicanos que fueron […]
Los antecedentes, el camino hasta ahora ya transitado es conocido: los familiares del almirante franquista Luis Carrero Blanco son considerados víctimas del terrorismo; no lo son, en cambio, los de Julián Grimau, Puig Antich, Txiki, Otaegui, Sánchez Bravo, Enrique Ruano, ni, claro está, los familiares de los miles y miles de combatientes republicanos que fueron asesinados entre 1939 y los años cincuenta en juicios que no eran tales, con «sentencias» que cubrían con falsos ropajes jurídicos crímenes del franquismo, terrorismo de Estado por decirlo más claramente. Por otra parte, nudo en absoluto independiente, a Melitón Manzanas [1], el Gobierno del presidente Aznar, con mayoría absoluta del PP, le concedió en 2001 una condecoración póstuma, en aplicación de la Ley 32/1999 de 8 de octubre, de solidaridad con las víctimas del «terrorismo».
En «Un poco de decencia democrática» [2], Martxelo Otamendi, ha formulado dos preguntas esenciales sobre la situación: ¿cómo puede homenajearse al almirante franquista Carrero Blanco y al torturador de la BPS Melitón Manzanas, como con fecha 10 de noviembre de 2010 ha hecho el Parlamento vasco, con el apoyo de otras instituciones y organizaciones vascas, ocultando el pasado de ambos, sus acciones fascistas y olvidándose de sus víctimas? ¿Cómo puede cometerse un fraude histórico y democrático tan inconmensurable?
Añade Otamendi otra pregunta no menos esencial, una conjetura, y su respuesta más consistente, que enseña más que mil artículos de investigación político-histórica: si los militantes de un grupo armado hubieran matado a tiros al criminal general golpista Francisco Franco un año antes de que muriera en cama, en fecha diseñada y planificada por su entorno más próximo, ¿estaría el general africanista en la lista de las personas que hoy [10 de noviembre] serán homenajeadas? ¿Se le homenajearía también sin mencionar su pasado? Otamendi responde lo que parece más razonable, lo que más duele: «Sí, lo harían».
Unas instituciones democráticas que rinden homenaje a la durísima e inclemente mano derecha de Franco y a uno de sus más destacados torturadores, un antiguo colaborador de la Gestapo. ¿Sería concebible una cosa así en Alemania, en Francia, en Argentina, por ejemplo, o incluso en un Chile hoy gobernado por la derecha extrema de tradición pinochetista? El revisionismo, provisionalmente triunfante, sobre nuestra historia más reciente no tiene parangón. El neofranquismo más activo y agresivo baña nuestras instituciones y a la mayoría de nuestras fuerzas políticas. Desde luego, no sólo a las de la derecha españolista.
Notas:
[1] Sobre la trayectoria del que fuera Jefe de la Brigada de Investigación Social de Guipúzcoa, muerto a tiros por ETA el 7 de junio de 1968, y colaborador de la GESTAPO durante la Segunda Guerra Mundial, véase Antoni Batista, La carta. Historia de un comisario franquista, Barcelona, Debate, 2010.
[2] Berria, 9 de noviembre de 2010, traducido para Rebelión por Ramon Bofarull. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=116449
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