La humanidad tenía esperanzas de que en la Cumbre de Cancún sobre el cambio climático pudiera llegarse a un acuerdo para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global que amenaza la sobrevivencia de toda forma de vida en la Tierra. Lamentablemente, y como ya muchos estudiosos del fenómeno habían previsto, […]
La humanidad tenía esperanzas de que en la Cumbre de Cancún sobre el cambio climático pudiera llegarse a un acuerdo para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global que amenaza la sobrevivencia de toda forma de vida en la Tierra.
Lamentablemente, y como ya muchos estudiosos del fenómeno habían previsto, ese imprescindible acuerdo no ha podido concretarse. Y para conocer las razones de este nuevo fracaso en pos de la salvaguarda de la vida en el planeta, sostuve una conversación telefónica con el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, quien como jefe de la delegación de su patria, ha sido uno de los más activos representantes de los países del Sur en la búsqueda de un acuerdo que, con carácter obligatorio para los firmantes, ayude a conjurar el inminente peligro que a todos nos amenaza. He aquí partes sustantivas de lo expresado por el ministro:
«A pesar del gran esfuerzo de México para la creación de un espíritu participativo e incluyente en la Cumbre, se observa una evidente falta de voluntad política de los países ricos en el logro de un acuerdo para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Las naciones ricas demuestran una gran irresponsabilidad. Actúan en la defensa y preservación de sus irracionales patrones de producción y consumo. Y es que el actual orden económico mundial es incompatible con la preservación de la vida en el planeta.
«A ese grupo de países no le importa el destino de miles de millones de personas que sufrirían las desastrosas consecuencias del aumento global de temperatura. Proceden defendiendo sus intereses con espíritu colonial, como lo han hecho a través de siglos. No comprenden que no podrán salvarse ellos solos sin salvar al planeta. No entienden que vamos todos en el mismo barco, en un barco que se dirige al abismo.
«Pero el problema va más allá de la pura irresponsabilidad. Algunos documentos filtrados recientemente nos hacen saber que las naciones ricas no sólo no muestran voluntad para llegar a acuerdos en defensa del ambiente, sino que actúan con la concertada consigna de neutralizar, cooptar o marginar a aquellos gobiernos, el de Cuba, entre ellos, que luchan por lograr acuerdos que contribuyan a detener el calentamiento global. Una conspiración de los países ricos contra la humanidad y, consecuentemente, contra ellos mismos.
«La falta de acuerdos, sin embargo, no es lo único negativo. Se discute en Cancún la creación de un fondo financiero para combatir el cambio climático. Eso, por supuesto, está bien. Pero los países ricos se empeñan en entregar esos recursos, de por sí escasos, al Banco Mundial, lo que sería garantía de exclusión y discriminación de las posiciones de las naciones pobres. Significaría el dominio de la ideología y de los intereses irresponsables y egoístas de EU y del resto de los países ricos.
«Por ello es imprescindible que la opinión pública esté informada de las actitudes irresponsables, miopes, interesadas y egoístas de las naciones ricas. Porque sólo la información veraz y objetiva de lo que está pasando puede llevar a la sociedad civil planetaria a movilizarse en la búsqueda y concreción de acuerdos obligatorios en defensa de la vida en el planeta.
«A los pueblos del Sur, entretanto, nos corresponde seguir luchando por, al menos, el establecimiento de un segundo período de compromiso de mitigación de emisiones de carbono; por transferencias financieras y de tecnologías del Norte hacia el Sur; y por la formulación de una hoja de ruta que nos permita a todos ir avanzando, hasta la próxima Cumbre en Durbán, en la realización de tareas imprescindibles para evitar la catástrofe».
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