– Comencemos por hablar del poder de los medios de comunicación y de las campañas contra Cuba. – Quiero comenzar diciendo que Cubainformación me parece un esfuerzo con un resultado importante para enfrentar esto que me estás preguntando. Estamos en una de las campañas más virulentas contra la Revolución cubana desde los medios de información […]
– Comencemos por hablar del poder de los medios de comunicación y de las campañas contra Cuba.
– Quiero comenzar diciendo que Cubainformación me parece un esfuerzo con un resultado importante para enfrentar esto que me estás preguntando. Estamos en una de las campañas más virulentas contra la Revolución cubana desde los medios de información mundiales. Pensamos que uno de los componentes centrales del sistema de dominio mundial son los medios. Es la enajenación mediática cultural. Y no es una mera extensión del capital, sino que es el capital. Hoy, en los medios, se hace contrainsurgencia política, la plusvalía comienza desde los propios televisores. Y es importante para las fuerzas alternativas, para los movimientos sociales populares y para los procesos revolucionarios de América Latina, comprender la importancia que tiene enfrentar lo que algunos llaman «industria pesada de desinformación», porque realmente es una industria.
En Cuba estamos acostumbrados, llevamos medio siglo siendo objeto de este tipo de campañas tergiversadoras. Los cubanos y las cubanas, en broma, decimos: «tenemos tantos problemas… así que no inventen los que no tenemos». Somos conscientes de las contradicciones, de los problemas que hemos tenido que resolver en nuestro país durante todas estas décadas. Esto nos molesta muchísimo, y por eso los cubanos hablamos tanto en el exterior, porque hay que enfrentar esta agresión tan fuerte y tan desmedida. Recientemente el gran escritor uruguayo Eduardo Galeano decía: «a Cuba se le mira con una lupa, y esa lupa se mueve en función de los intereses del Imperio. Esa lupa nunca va a ver que los médicos cubanos no fueron a Haití después del terremoto, sino que estaban ya antes», o que los estudiantes de medicina de Haití, en un alto por ciento, son estudiantes universitarios de la Escuela Latinoamericana de Medicina, por poner dos simples ejemplos.
A mí me parece que las poblaciones tienen que exigir el derecho a la información, porque es un derecho estar informado de los procesos reales que se están dando, sobre todo en América Latina. Ahora que estamos en el Bicentenario de la Independencia, tiene importancia comprender el nuevo escenario político que existe hoy, el peso de los movimientos sociales populares, de los nuevos gobiernos emergentes que están, simplemente, ejerciendo la soberanía política sobre nuestros recursos naturales, hídricos, energéticos…
Esto no quiere decir que no negociemos, queremos negociar, pero sobre la base del respeto a la soberanía de nuestros recursos; y se ha ampliado el concepto: soberanía alimentaria, educativa, cultural… de nuestras naciones. Es una batalla muy larga y hay que estar preparado y no creo que sea una cuestión externa al capital. No es por gusto que existe más concentración de capitales en los medios que en los bancos. Es parte de la lógica del capital de hoy y de los poderes globo-colonizadores que tenemos que enfrentar entre todas y todos.
– ¿Cuál es el camino de la información y de la comunicación humana dentro del proceso de globalización?
– Hace unos años Fidel decía que oponerse a la globalización es como oponerse a la ley de la gravedad. La globalización es un hecho objetivo-subjetivo. En nuestro grupo de investigación nos gusta hablar más bien de globalidad. Han existido distintas globalidades. Ha habido una globalidad en la etapa del capitalismo monopolista de estado nacional hasta aproximadamente el año 1973, donde el Estado tenía un papel en la organización de la vida económica, política y social, donde existía una territorialidad del trabajo, y en buena medida una territorialidad del capital; donde había un poder político de gobierno fuerte. Esto implicó, en el caso de Europa occidental, un compromiso entre el capital y el trabajo en la etapa del consenso socialdemócrata. Y en el caso de América Latina, estados que de alguna manera eran un muro de contención frente a la avalancha de los monopolios. Hoy la globalización es diferente, se ha impuesto una lógica de apertura hacia las economías de los países del Sur, y una movilidad incontrolable del capital sobre la base de países saqueados y de países saqueadores, a partir de estas grandes empresas de producción mundial que marcan hoy el contenido del capitalismo transnacional.
Hay un modo de entrar en la globalización, hay un curso actual de la globalización que se ha impuesto a partir de la ofensiva del capital, es el curso neoliberal, pero hay otros modos de insertarse en la globalización, y creo que es también importante, porque hay un relacionamiento planetario que ya no va a marchar atrás. Hay que sacar la globalización de la agenda de las transnacionales. Opino que ese es el papel importante del movimiento social mundial, alter globalizador o antiglobalización, sacar de la agenda de las transnacionales estos procesos de relacionamiento planetario. Nosotros en nuestra tradición tenemos a Martí, que en su memorable trabajo «Nuestra América» decía: «Injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser de nuestras repúblicas». Y siempre insistimos mucho en la segunda parte -«el tronco ha de ser de nuestras repúblicas»- para valorar la autenticidad de nuestras culturas, de nuestras identidades. Pero a veces olvidamos la primera parte, que es imperativa, «injértese en nuestras repúblicas el mundo», es decir, hay una voluntad de apertura, de asimilar -y en el caso cubano muy particularmente- todas las conquistas de la cultura universal. No hay ningún tipo de exclusivismo nacional, de chovinismo, ni de fundamentalismo, somos muy abiertos a todos estos procesos de mundialización, pero hay que cambiar el contenido, tenemos que apostar por una globalización de la solidaridad, por una globalización de los pueblos y no entre los capitales.
– ¿La integración social en el proceso del ALBA es un modelo a seguir?
– Acabamos de conmemorar el Bicentenario de la Independencia de América Latina, pero no es exactamente así, porque antes estuvo la revolución haitiana, que a veces se olvida. Hay cuestiones del ideario bolivariano y del ideario martiano que quedaron pendientes, que no se lograron con el acceso a la independencia formal de nuestras repúblicas, de alguna manera la colonia se mantuvo por un tiempo y pasamos a ser neocolonias de Inglaterra y de EEUU. Nuestras economías están edificadas en función de los vínculos con estas superpotencias, y desarticuladas entre sí. Por eso, si hablamos de emancipación y de liberación en América Latina, obviamente el componente económico es fundamental, y hay que apostar por un nuevo modo de integración, no se trata sólo de una integración comercial, sino de ir más allá, con una plataforma social y política más amplia.
Y en ello lo fundamental es la voluntad política. Fidel hablaba de la voluntad política de integración de los países africanos, y durante mucho tiempo fue imposible articular una voluntad política en América Latina, sobre todo en la década de gobiernos neoliberales de los 90. Cuba siempre apostó por esa integración política, incluso cuando nosotros teníamos un tipo de integración con los países del socialismo histórico, apostamos por la integración de América Latina. Eso ha sido un principio martiano y bolivariano que ha seguido la Revolución cubana y hoy las condiciones favorecen este tipo de integración. Hay un nuevo escenario y territorio político en América Latina, una emergencia de gobiernos populares con distintos matices de acuerdo a las historias, a los contextos, pero que están mostrando un relativo quiebre de la hegemonía norteamericana en el hemisferio. Y digo relativo porque ahí está el golpe de Estado en Honduras. Y están las oligarquías que no se resisten a perder el poder económico, político y los privilegios que han tenido.
Es un proceso de ebullición, todo lo que parecía aplastado, acallado, tras décadas de saqueo, de profundo malestar, de humillación, emerge desde el Sur, como dicen algunos, es la ruptura de la cadena del eslabón más débil del neoliberalismo mundial. La emergencia de estos procesos tiene una acumulación de luchas populares extraordinarias, y de lucha de los movimientos sociales populares. La reacción, por ejemplo, de Honduras, llamó la atención, pero es que había un acumulado de movimientos sociales muy combativos en el pueblo hondureño de todo tipo, indígenas, afro-descendientes, y de otras categorías de trabajadores y ciudadanía que se articularon para enfrentar esta nueva agresión.
Esta integración tiene que estar centrada en la voluntad política y social, en la integración, en una lógica de complementación, no en una de competitividad entre nuestras economías. Hemos estado históricamente compitiendo para ver quién puede venderle más a la metrópoli. Y hay que elaborar estrategias nuevas: económicas, de transporte, energéticas, está casi todo por hacer. Esto no quiere decir que no haya comercio, y que no haya beneficios y utilidades, pero también hay que ir, en la medida de lo posible, acorralando la mercantilización y extrayendo de la mercantilización otro tipo de integración, es decir, estamos en un momento post neoliberal.
Son dos lógicas que se están enfrentando: la lógica de la mercantilización y la lógica de las necesidades humanas. No estoy demonizando la mercantilización, sino la absolutización del principio mercantil: el mercado total y el capitalismo depredador. Podemos buscar otras alternativas, por ejemplo, en el caso de Cuba -aunque no me gusta la expresión- tenemos mucho capital humano. Y podemos intercambiar especialistas nuestros, trabajadores de la salud, de la educación, de la cultura física y el deporte, por poner los ejemplos más conocidos. Participar como está haciendo Cuba, en el caso de que se pueda pagar. Los médicos cubanos fueron a Haití sin cobrar un centavo, en Guatemala igual, es un principio humanista que no podemos perder, sin hacer cálculos políticos estrechos, sino por una voluntad humanista, de integración.
– ¿Cuál es el sujeto social emergente en Cuba?
– Nosotros tenemos un proceso de medio siglo de Revolución en el poder y de construcción de poder. Es un proceso donde la población cubana ha ido avanzando hacia una cultura política superior, el sistema institucional cubano ha ido avanzando hacia profundizar la democracia participativa, la democracia sustantiva. En estos momentos el país está abocado a nuevos procesos, a la elaboración de nuevas estrategias: institucionales, políticas, económicas, culturales, diría que hasta estéticas, en términos de medios de información, por ejemplo. A replantearnos la profundización de las relaciones entre el Estado y la sociedad civil popular. Estamos hablando de la sociedad civil en la que participan los ciudadanos cubanos, y no la «sociedad civil» que quieren imponer desde los EEUU los mercenarios. Esos son los debates que hay en nuestro país. Cuba es un país con una voluntad de articulación y de unidad muy fuerte por la experiencia histórica que hemos tenido. Y al mismo tiempo es una sociedad compleja, es una sociedad que tiene sectores emergentes de todo tipo, con un nivel de instrucción muy alto, y también de crítica y de autocrítica. Decimos que en Cuba hay 11 millones de partidos, porque cada cubano o cubana tiene una visión de cómo perfeccionar nuestro modelo socialista. Esto es muy importante, tenemos un solo partido, por una cuestión histórica, pero al ser un solo partido, nosotros apostamos porque sea el partido más democrático que existe, como es conocido por lo menos por quienes acceden a Cubainformación, no a otros medios.
En Cuba el partido, por ley, no puede postular a las personas que integran el Poder Popular, el partido dirige políticamente, es una instancia de aglutinación, de articulación de la voluntad política emancipatoria de nuestro país, nosotros consideramos que la democracia no es idéntica al número de partidos sino que tiene que ver con el gobierno del pueblo y para el pueblo. Tenemos que buscar nuestro propio modelo, perfeccionar lo que ya tenemos y hacerlo cada vez más democrático, para acercar a las personas, cada vez más, a la toma de decisiones de toda índole: económica, política, social y cultural, que la gente se haga cargo de sus vidas. Estamos ahora en un proceso de reestructuración muy interesante, de reinstitucionalización del país a la luz de los nuevos acontecimientos internacionales y de buscar alternativas de continuidad a este proceso abierto en 1959.
– Se habla de restricciones al acceso a Internet en Cuba. ¿Qué hay de cierto?
– Mucha gente no lo sabe en el mundo: estamos rodeados de cables de fibra óptica, pero debido a las leyes del bloqueo no se pueden utilizar, y tenemos conexión satelital. En estos momentos hay un proyecto conjunto con Venezuela y el cable está al llegar. Pero de momento, desde La Habana, por ejemplo, yo no puedo abrir los videos de Cubainformación. En México lo descubrí, y me maravilló realmente, por ejemplo, al ver la cantidad de músicos y artistas cubanos que tienen ustedes ahí. Eso me ayudó a paliar la nostalgia de esos meses que estuve fuera de mi isla. Así que muchas gracias por la labor que hacen, porque es muy hermosa y muy necesaria.