«(Al gobierno cubano) no le conviene hacerme daño. Están interesados en que yo no obtenga el Premio Nobel de la Paz». Guillermo Fariñas. La violencia policial contra diferentes protestas sociales es el pan de cada día en el mundo. Citemos tres ejemplos de estos días pasados, todos ubicados en América Latina: el día 25 de […]
«(Al gobierno cubano) no le conviene hacerme daño. Están interesados en que yo no obtenga el Premio Nobel de la Paz». Guillermo Fariñas.
La violencia policial contra diferentes protestas sociales es el pan de cada día en el mundo. Citemos tres ejemplos de estos días pasados, todos ubicados en América Latina: el día 25 de enero, en Honduras, centenares de maestros fueron dispersados con gases lacrimógenos y cuatro de ellos detenidos (1). El 19 de enero, en Puerto Rico, la policía disparó gases y balas de goma contra estudiantes. Decenas de ellos y un periodista fueron detenidos (2). En Venezuela, la policía del municipio Chacao, gobernado por la derecha, desalojó violentamente a un grupo de 250 personas que ocupaban terrenos abandonados, y hubo 30 detenidos (3).
Ninguna de estos sucesos violentos se ha convertido en noticia internacional. Por el contrario, televisiones, radios y periódicos de todo el mundo han realizado un seguimiento pormenorizado, de varios días, de unos incidentes, de mínima trascendencia social y nula gravedad, protagonizados en Cuba por el conocido «disidente» Guillermo Fariñas (4).
Los medios reportan que el día 28 de enero, Guillermo Fariñas fue detenido en Santa Clara, Cuba, «por participar en una protesta vecinal» en contra del desalojo de una familia. Pero a estos medios se les «olvida» mencionar un pequeño detalle: que la citada familia había ocupado, como vivienda particular, el consultorio médico que da servicios gratuitos a toda la comunidad del barrio El Condado, en Santa Clara. Ningún medio se molestó en hablar, por ejemplo, con la doctora María Antonia Izquierdo, quien trató de dialogar con la citada familia. Sus palabras fueron recogidas en el blog de la periodista cubana Norelys Morales (5): «Nos personamos la Dirección Municipal de Salud, con el vice-director de asistencia médica del municipio, para persuadir a la señora de que tratara de abandonar el lugar, porque la población lo necesita para recibir los servicios de asistencia médica. Ya se había tramitado su situación de vivienda, que en Cuba es crítica. Le pedimos que lo pensara ese día, que la población pedía que le devolvieran su institución, porque ahí están su médico y su enfermera. El local está incluso custodiado por la comunidad, que tiene la llave. Y le dijimos que estuviera tranquila, que no se había hecho denuncia, que éramos simples médicos que veníamos a dialogar con ella, para que por la noche salieran y entonces seguir su caso por las instituciones estatales».
La lógica apunta a que la ocupación de un centro comunitario de salud para solventar un problema particular de vivienda es algo absurdo e insolidario. Y que, en cualquier caso, el diálogo es la mejor manera de solucionar una situación de ese tipo. Pero la lógica no tenía cabida en aquella situación, porque la ocupación solo era la excusa para el show que Guillermo Fariñas, la bloguera Yoani Sánchez y varios corresponsales de medios internacionales había pactado previamente. Seguimos escuchando a la doctora. «En ese momento se nos acercó un compañero alto, nos interrumpe y dice: `ella no tiene nada que hablar, porque yo soy el dueño de esta situación aquí, yo soy Guillermo Fariñas´. No teníamos conocimiento de quién era el compañero, no sabíamos su vinculación con la señora, si eran familia, no sabíamos qué persona era. Salimos, bajamos la escalera del consultorio para montarnos en el vehículo. Entonces sale el compañero en cuestión y se acuesta delante del carro, sale otra señora y se sube encima del capó. Él decía `yo quiero que me metan preso´. Mire compañero -le dijimos- nosotros no somos policías, somos personal de salud, somos médicos».
Es decir, Guillermo Fariñas buscaba desde un comienzo ser detenido, y la ocupación del centro médico fue solo el instrumento para conseguirlo.
En Cuba, las provocaciones de quienes, como Guillermo Fariñas, reciben fondos de organizaciones de extrema derecha de Miami, del gobierno de EEUU y, ahora, de la Unión Europea, son respondidas por la movilización espontánea de numerosas personas (6). En minutos, había más de 200 personas del barrio El Condado rodeando a Fariñas. Por supuesto, ningún corresponsal se molestó en recoger las opiniones de los citados vecinos, o el relato de la doctora.
Para evitar males mayores, intervino la policía, que separó a Guillermo Fariñas de la multitud que le rodeaba y se lo llevó a comisaría, siendo liberado horas después.
Curiosamente, los mismos medios que ven con normalidad la ocupación de un local público de salud en Cuba, criminalizan a quienes, en otros países, ocupan y rehabilitan locales abandonados, propiedad de especuladores inmobiliarios, y justifican las intervenciones policiales más brutales.
Fariñas reconocía que el trato policial en el arresto fue correcto, aunque daba una explicación sobre la que sobran los comentarios: «No les conviene hacerme un daño que implique mi ingreso en un hospital, porque eso podría contribuir a (que me dieran) un Premio Nobel de la Paz» (7).
Y añadía: «Todo esto ocurre porque el gobierno tiene miedo de que haya un estallido social y que nosotros seamos capaces de canalizarlo» (8). No hay más que ver el poder de convocatoria de éste y de otros actos de la llamada «disidencia» cubana, en los que siempre hay más periodistas extranjeros que manifestantes, para entender el miedo que debe tener el gobierno cubano a un estallido social.
El show de Guillermo Fariñas contaba de antemano con la participación de la famosa bloguera Yoani Sánchez, encargada de amplificar los incidentes a través de Internet y de los medios internacionales. Allí, llegaba a comparar la situación de Cuba ¡con la de Egipto! (9) Habría que recordar a Yoani Sánchez que ninguna de las más de cien personas asesinadas por la policía en Egipto había tenido el privilegio de recibir, como ella, en solo 3 años, 250.000 dólares de grandes empresas de comunicación y fundaciones políticas internacionales, así como una cantidad indeterminada del gobierno de EEUU (10).
Hablar de represión y brutalidad policial en Cuba viendo las imágenes en las que la policía retira de la vía pública a Fariñas -y comparándolas con las de otros países- resulta chocante. Pero, dentro de la burbuja informativa creada por los medios para la llamada «disidencia» cubana, todo es posible. «Han sido víctimas de la represión de la policía política»; «(la policía utiliza) mucha violencia física y verbal, pero sin dejar pruebas legales de lo ocurrido»; «esta semana, en la provincia de Villa Clara, ha habido mucha represión». En diferentes televisiones se podían oír mensajes de este tipo.
A falta de imágenes y testimonios sobre violencia policial, la prensa internacional nos ofrecía todo tipo de detalles sobre el cuadro médico de Guillermo Fariñas que, en uno de sus arrestos, sintió -al parecer- un dolor en el pecho. Los lectores de los principales diarios ya saben que a esta persona se le practicaron placas de tórax, un electrocardiograma, y que el día 28 estaba «inmunodeprimido, (tenía) acefalea, (estaba) afónico y deshidratado» (11). Si los medios hicieran lo mismo con la información sobre cada persona detenida en el mundo, ayudarían sin duda a elevar la cultura médica de la población mundial.
A la causa solidaria con Guillermo Fariñas se sumaban en pocas horas otros actores del sistema de poder mediático: la Sociedad Interamericana de Prensa, patronal de la prensa con sede en Miami (12), y Reporteros sin Fronteras (13), la conocida ONG financiada por el gobierno de EEUU y la Unión Europea, por varios grupos mediáticos y por fabricantes de armamento de Francia (14).
Resumamos el procedimiento: un individuo que recibe, anualmente, miles de dólares del gobierno de EEUU, de la extrema derecha de Miami y de la Unión Europea, provoca un incidente para ser detenido; previamente ha pactado con medios internacionales la cobertura informativa de un suceso sin relevancia que, en la practica, aparta de la actualidad informativa verdaderos dramas sociales en otros lugares del mundo. Los medios, a su vez, solo recogen la versión del protagonista, e ignoran la del resto de testigos. Y poderosas organizaciones internacionales, también financiadas por empresas y gobiernos, condenan al gobierno cubano en nombre de una supuesta «sociedad civil».
Recordamos, por su brutalidad, las imágenes de la intervención de la Policía Nacional española en Valencia, contra un grupo de vecinos y vecinas que, en abril de 2010, trataba de evitar el derribo de sus viviendas. Ninguna de ellas ha sido propuesta para el Premio Nobel de la Paz. Esperemos que tampoco lo sea Guillermo Fariñas. Porque sería un final demasiado esperpéntico para unos premios cuya credibilidad está ya de por sí muy tocada.
VIDEO cuyo guión es este artículo
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Notas:
(1) http://www.kaosenlared.
(2) http://www.almamater.cu/
(3) http://www.telesurtv.net/
(4) http://www.elmundo.es/
(5) http://islamiacu.blogspot.
(6) http://www.
(7) http://www.europapress.es/
(8) http://www.youtube.com/
(9) http://cubaout.wordpress.
(10) http://yohandry.
(11) http://www.elpais.com/
(12) http://www.cronica.com.
(13) http://opinion.
(14) http://www.