La historia se va sabiendo, es pequeña y es signficativa pero mucho más por su final que por su desencadenante. Alguien arrancó el jueves de cuajo una pancarta que decía «La revolución será feminista o no será». Es la única pancarta que se ha arrancado y el problema mayor fue que mientras el individuo se […]
La historia se va sabiendo, es pequeña y es signficativa pero mucho más por su final que por su desencadenante. Alguien arrancó el jueves de cuajo una pancarta que decía «La revolución será feminista o no será». Es la única pancarta que se ha arrancado y el problema mayor fue que mientras el individuo se golpeaba el pecho a lo King Kong, un grupo grande de gente le aplaudió y abucheó a las mujeres. Cuando bajaron del andamio había debajo un grupo que insultó a quienes habían subido la pancarta.
La historia importa porque revela que Sol no es magia ni una ilusión pasajera sino un lugar hecho con nuestras vidas patriarcales y capitalistas que quieren vivir. La historia importa porque la reacción de la carpa feminista fue convocar un taller de feminismo para principiantes a donde asistieron muchas personas. Y allí se preguntó a quienes asistíamos qué entendíamos por feminismo. Y se dijo que era comprensible, lo cual no quiere decir justificable, que haya reacciones de miedo y prepotencia por parte de quienes han interiorizado sus privilegios machistas como si fueran naturales y ven que se ponen en cuestión. Fue un momento, uno más, de inteligencia colectiva en marcha.
Alguien contó cómo el feminismo no se oponía a ninguna libertad sino a la explotación y no de «la mujer» sino de las mujeres, de cada una de las mujeres. Dijo: lo contrario del machismo no es el feminismo sino el hembrismo, es decir, una supuesta ideología, inexistente que sepamos, en donde se reivindicaría la supremacía del sexo fememino. Entonces alguien que parecía de sexo masculino, pero qué saben las apariencias, preguntó: ¿si el hembrismo es lo contrario del machismo, qué es lo contrario del feminismo? De nuevo la inteligencia colectiva, la que no aparece en los debates de los grandes medios polarizados y tantas veces ridículos, respondió sin dejarse llevar por lo preestablecido, sin entrar al trapo, como les gusta a esos tertulianos hoy envejecidos de golpe y puestos por completo en evidencia. Esa inteligencia respondió con ganas de ampliar el conocimiento y la experiencia, y agradeciendo la pregunta por lo que tenía de reveladora: contó que no es necesario encontrar siempre contrarios, simetrías, hombre/mujer, etcétera, que el término hembrismo es sólo una forma de explicar, de hacer ver a quienes inevitablemente han vivido en una sociedad que ha demonizado el feminismo y lo atacan muchas veces sin saber por qué.
El taller continuó con intervenciones preciosas, mientras una mujer hablaba, otra mujer explicaba a veces con su cuerpo lo que la primera decía, cómo se ocupa el espacio público por un género y por otro, cómo nos sentamos en el metro, y había risa y cercanía entre todos los hombres y las mujeres que estaban en el taller. Una mujer mayor -de nuevo recordamos que Sol es intergeneracional aunque el impulso más grande y vital proceda de los hombres y mujeres jóvenes, son hombres y mujeres que argumentan, que escuchan, que acogen la experiencia de quien quiere darla- contó la historia del feminismo en cuatro trazos maestros, habló de Olympe de Gouges quien escribió la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana en la Revolucón Francesa y entonces no fue comprendida. Ahora sabemos que esto no va a pasar, porque la historia no ocurre en vano, y porque Sol será feminista como será anticolonialista, como estará con las libertades de todos los oprimidos y las oprimidas, y no nos importará gastar a veces adjetivos -que no se acaban- para ayudar a la gramática a mostrar el rostro no de un oprimido abstracto sino de hombres y mujeres que no pueden despertar porque alguien se lo impide, y costará encontrar el camino, y habrá retrocesos y disensiones, y el que una pancarta se eche abajo por quienes han estado sometidos a una educación machista será un palanca, una forma de recordar que el camino es largo y vale la pena y hay que seguir aprendiendo. El taller continuó, se llegó a la teoría queer, la identidad sexual es el resultado de una construcción y seremos libres para construirla del modo mejor para cada persona con la única salvedad de que esa identidad no se apoye en explotar a otras ni a otros. Tuve que salir antes de que el taller acabase y me quedé pensando que Sol es también un movimiento queer, porque ha recogido aquello que se le arrojaba como insulto y lo ha transformado, convirtiéndolo en un gran comienzo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.