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Entrevista a la periodista Natalia Junquera, coautora del libro 'Vidas robadas'

«Ahora mismo hay 850 casos de niños robados por el franquismo en las Fiscalías provinciales y creemos que existen muchos más»

Fuentes: L'informatiu

Lo que era una práctica habitual en las cárceles franquistas se convirtió en una acción generalizada a partir de la década de los 50 en clínicas y casas cuna. El robo de los niños y su venta posterior tuvo un móvil más ideológico que político. Así lo demuestran en el libro ‘Vidas robadas’ que publican […]

Lo que era una práctica habitual en las cárceles franquistas se convirtió en una acción generalizada a partir de la década de los 50 en clínicas y casas cuna. El robo de los niños y su venta posterior tuvo un móvil más ideológico que político. Así lo demuestran en el libro ‘Vidas robadas’ que publican los periodistas Natalia Junquera y Jesús Duva.

Las madres pasaron de ser mujeres de maquis o republicanas a ser solo embarazadas: jóvenes, sin recursos o abandonadas por sus familias que se dejaron engañar por varias organizaciones religiosas y algunas clínicas donde les aseguraron que sus hijos habían nacido muertos. En algunos pueblos valencianos, como Albal, hubo incluso una ‘colonia’ de niños de Madrid; sus padres los compraron en la clínica San Ramón. Y como se sabe que la memoria y la historia no son muy amigas, los periodistas del diario El País, Natalia Junquera y Jesús Duva, recopilan en Vidas robadas (Ed. Aguilar) el testimonio de padres, hermanos e hijos en busca de su familia. Los dos periodistas provechan para denunciar al tiempo, que pasa de largo hasta que le toma el relevo el olvido si no hay nadie que le dé el alto.

P: Va siendo hora de que el periodismo se convierta en un arma de denuncia para este tipo de reivindicaciones…

R: Cierto. Hemos disfrutado mucho contando estas historias porque pensamos que, además de rescatarlas creemos que, escuchando, ayudamos a los afectados. Podemos favorecer encuentros al hacer públicas fotografías e historias que pueden ser la pieza que alguien está buscando. Queremos que la justicia actúe y que las víctimas puedan reencontrarse.

P: Se ha publicado mucho sobre este tema -tanto en El País como en otros medios-y este libro, Vidas robadas, recoge los resultados de un largo proceso de investigación. También hay documentales que recopilan estos testimonios. El periodismo ha abierto el camino. ¿Cuál es el siguiente paso?

R: El trabajo que hemos hecho en El País puede impedir que jueces, fiscales y ministros miren para otro lado, que no se escaqueen. Ojalá sirviera para eso. Los juzgados son los que más poder tienen para poder ayudar a las víctimas, empezando porque cuentan con la potestad de hacer hablar a los que llevaron a cabo estas prácticas. Al fin y al cabo, aquellos que buscan a sus familias necesitan, ante todo, información para poderlas encontrar. Ni reclaman venganza ni su denuncia va con ánimo justiciero.

P: ¿Se han creado algún enemigo al publicar estas historias?

R: La verdad es que no. Lo más desagradable que nos hemos llevado ha sido el portazo en las narices que nos dio el doctor Eduardo Vela, director de una de las mayores fábricas de bebés, la clínica San Ramón, en Madrid. Fuimos a hablar con él y se negó en rotundo. Sigue ejerciendo hoy, treinta años después de que fuera uno de los mayores intermediarios dentro de la red de robos y decidimos ir a preguntarle porque, aparte, muchas familias le acusaron a él directamente de estar implicado en la venta de sus hijos.

P: Y no abrió la boca…

R: No. Sigue ejerciendo, a sus 77 años en una consulta de Madrid, como si nada. Él vendió, por ejemplo, muchos niños a padres valencianos. En la Comunitat Valenciana hay muchos casos de padres compradores y algunos menos de madres engañadas. Además es curioso, porque se transmitía todo por el boca-oreja y hasta Venezuela llegó el rumor de que en España era facilísimo hacerse con un niño.

P: ¿Cómo fijaban el precio del bebé?

R: Pensamos que el móvil económico no era el fundamental porque podía costar desde diez mil pesetas hasta lo mismo que un piso. Tiene un tinte más ideológico porque los intercambios se seguían produciendo aunque no hubiera dinero de por medio; bastaba con que el matrimonio llevara otra mujer embarazada a la casa cuna a cambio del niño en adopción que se llevaban los nuevos padres. Era un tema más ideologizado, como de intentar corregir los renglones torcidos de Dios al colocar a los pequeños en familias católicas o procedentes de un escalafón social superior. Bueno, luego hay casos en los que se han llegado a pagar tres millones de pesetas, como por ejemplo el de Manuel Espí, un valenciano que tuvo que arruinarse prácticamente para poder tener a Lucas, el pequeño que adoptó.

P: Cuentan en Vidas robadas que han tenido que pasar 35 años para que el tema salga la luz. ¿Puede ser un síntoma claro de que hay un problema serio en este país? Háblenme del papel de la Iglesia en este escándalo.

R: Ahora mismo hay 850 casos en las Fiscalías provinciales y creemos que existen muchos más. Este casi medio siglo de silencio ha cerrado muchas bocas sobre estos acontecimientos que, efectivamente, ocurrieron con el beneplácito de las instituciones y de la Iglesia, por supuesto. Los que conocemos tan solo son la punta del iceberg. Queda mucho por contar. Por ejemplo, que la Iglesia -y no la Iglesia en sí, sino determinados curas y monjas- trabajaron como captadores de padres que no podían tener hijos y que estaban dispuestos a comprarlos y recolectores de mujeres embarazadas a las que engatusaban para que les entregaran al bebé o directamente engañaban haciéndoles creen que su pequeño había nacido muerto.

P: De esa página oscura de nuestra historia parece que ha sobrevivido el miedo.

R: Ahora las madres engañadas no tienen miedo y tampoco los hijos que saben que son adoptados; ahora tienen pánico los padres que compraron a los niños. Por un lado piensan que contar la verdad supondría poner en riesgo la relación con su hijo adoptivo, o temen que este, al retomar la relación con sus padres biológicos, se olvide de los adoptivos, cosa que no ha ocurrido. Por el otro lado, muchos viven todavía con la incertidumbre de que todo esto les salpique puesto que, en su momento, sabían que estaban haciendo algo que no era legal.

P: Después de conocer estos casos se podría pensar que las adopciones que se hacen aquí de niños procedentes de otros países -se me ocurre China, por ejemplo- también estén llenas de irregularidades.

R: Los controles que existen en España hacen inviable que esto siga ocurriendo y, mucho menos, con la impunidad con la que sucedía antes, pero sí es cierto que en países asiáticos o africanos pueden existir tramas parecidas. El tráfico de niños en algunos países daría para otra investigación.

P: España es pionera en pocas cosas y resulta patético que exportemos a países con regímenes dictatoriales como el que teníamos nosotros este modelo de adopción basado, en hacerles creer a las madres que sus hijos están muertos.

R: Es muy típico en las autocracias el robo de niños y efectivamente, también se dio en la dictadura argentina o en Chile. La gran diferencia con el caso español reside en que, pese a haber sido mucho más reciente, en Argentina se ha andado mucho camino; ya hay más de seiscientos procesados y la Justicia está actuando. Aquí va todo mucho más lento.

P: ¿Por qué?

R: Me lo he preguntado muchas veces también en el tema de exhumación de fosas porque yo (Natalia Junquera) me encargo de temas de memoria histórica y lo veo. Prácticamente el día siguiente del final de la dictadura argentina, como parte del proceso fundacional de la democracia, se crearon comisiones de la verdad para esclarecer los hechos, reparar a las víctimas y hacer justicia. En España, setenta años después, el juez Garzón, que intentó investigar los crímenes del franquismo, buscar la fosa de Lorca, permitir a las familias que exhumaran los restos de padres, tuvo que irse, exiliado, a La Haya. En el fondo hay una parte del franquismo que sigue ahí, sigue viva.

P: En una información suya publicada en El País decía que el ministro de la Presidencia, Fernando Jáuregui quería hacer del Valle de los Caídos «un lugar de memoria reconciliada». Sin quitar la cruz ni sacar los restos del dictador parece un tanto complicado. ¿Cómo se podría transformar este Valle en un lugar real con el que se identificaran todos los Caídos?

R: Esa es la papeleta que le ha endosado el Gobierno a una comisión de expertos muy heterogénea, constituida por historiadores, filósofos, juristas… hay hasta un monje benedictino. Tienen cinco meses para decidir cómo convertir ese sitio que hoy es lo que Franco quiso que fuera -un monumento a la victoria de su bando- en un lugar de memoria reconciliada que sirva para todos. Podrían, por ejemplo, convertir esa tumba faraónica que se construyó el dictador en un museo -en el caso de que lo saquen y lo lleven al mausoleo que tiene su familia-. Así lo hicieron con los centros de la tortura en Argentina. Es complicado porque el símbolo del símbolo, que es esa cruz de 150 metros se va a quedar donde está, según ha dicho el ministro.

P: En esa misma información de El País se explica que la familia de Franco no quiere mover los huesos del dictador. ¿Cuánto poder de presión puede llegar a tener la familia Franco hoy?

R: Según el Gobierno, ninguno. Si la comisión de expertos decide la exhumación del cuerpo del dictador, se hará, diga lo que diga la familia. Lo que puede ocurrir es que lleguen las elecciones en noviembre, por ejemplo, y que la decisión de esta comisión se archive en un cajón. Entonces el Valle de los Caídos seguiría como está, al menos, cuatro años más. No veo yo al Partido Popular con ganas de meterle mano a este tema.

P: Parece que la memoria y la reparación de los daños está supeditado a lo de siempre, a la política y a su color.

R: Claramente. Si lo que dicen las encuestas sobre las elecciones generales se cumple y gana el PP se presupone que seguirán en su línea de no querer hacer mucho ruido con este tema, ni mucho menos abanderar un cambio en este sentido. Dudo mucho que a Rajoy le apetezca ser el presidente de España que sacó a Franco del Valle de los Caídos. Parece que todo va a seguir igual. Medio siglo después de su muerte, el dictador resiste.

P: Los nudos los ató demasiado fuerte. Sería gracioso que Rajoy abanderara la reparación de las víctimas mientras Zapatero pasa a la historia como el socialista que aplicaba todas las medidas neoliberales que podía…

R: Sería una sorpresa sí, pero efectivamente Zapatero ha terminado haciendo lo contrario de lo que anunció en su momento. Quizás Rajoy inaugure su mandato sorprendiéndonos… No sabemos lo que pensar.

Fuente: http://www.linformatiu.com/portada/detalle/articulo/natalia-junquera-una-parte-del-franquismo-sigue-muy-viva-todavia/