Los presupuestos sensibles al género (PSG), la herramienta de ONU Mujeres para reducir la desigualdad, «ayudan a pensar desde las personas» y a «usar los recursos de manera más eficiente», destacó a IPS Lorena Barba. Barba, responsable de los PSG de ONU Mujeres Región Andina, con sede en Quito, analizó en entrevista con IPS los […]
Los presupuestos sensibles al género (PSG), la herramienta de ONU Mujeres para reducir la desigualdad, «ayudan a pensar desde las personas» y a «usar los recursos de manera más eficiente», destacó a IPS Lorena Barba.
Barba, responsable de los PSG de ONU Mujeres Región Andina, con sede en Quito, analizó en entrevista con IPS los procesos de planificación y presupuesto con enfoque de género que establecieron tres países del área: Bolivia, Ecuador y Perú, considerados un modelo de maneras diferentes para alcanzar el objetivo.
Perú vinculó la eficacia de la cooperación internacional con los grandes proyectos, los prioritarios para el Estado, para que sean sus ejes para irradiar el enfoque de género a todas las políticas públicas y subordinar a ello la ayuda al desarrollo.
Bolivia partió de procesos muy locales y con gran fuerza de las mujeres de base. En tanto, Ecuador cuenta con una Constitución que obliga a que la planificación y el presupuesto reduzcan las desigualdades, y el presupuesto tiene un clasificador para identificar y promover el gasto de género.
IPS: ¿Por qué ONU Mujeres Andina privilegia los PSG para impulsar la equidad, el desarrollo y la cooperación internacional?
LORENA BARBA: Los PSG son una herramienta súper útil para la región, para los Estados, para las políticas públicas, porque te ayuda a ver con claridad cuáles son los resultados del desarrollo y qué tipo de desarrollo se construye. Además, identificas las desigualdades mayores para así ver la forma efectiva para combatirlas.
En ese sentido, el presupuesto y la planificación con enfoque de género te ayuda a pensar desde las personas, porque las políticas públicas, cuando se analizan solo desde lo macro, tienen visiones y metodologías que te llevan, por ejemplo, a ver a las familias de manera igualitaria. No registran los diferentes accesos al trabajo, ingresos y programas sociales de sus miembros.
La perspectiva de género permite ver las desigualdades profundas entre hombres y mujeres, entre personas, y ahondar en sus razones.
Desde ahí se facilita identificar las brechas y las mejores estrategias para combatirlas. Los PSG ayudan a usar los recursos de manera más efectiva, hablar de planificación y presupuestos con enfoque de género no es necesariamente aumentar recursos sino usarlos de manera más eficiente.
IPS: ¿Se trata entonces de redirigir los recursos para promover equidades, principalmente la de género?
LB: Claro, muchas experiencias mundiales muestran que programas con enfoque de género arrojan mejores resultados, no solo en programas sociales, sino programas de infraestructura, caminos, agua, donde mejoraron mucho los impactos y resultados al sumar ese enfoque.
Requiere involucrar a las mujeres en el diseño de estos programas, en el acceso a los recursos generados, en las tomas de decisión o en temas sencillos cómo el del cuidado, para tener en cuenta dónde y cuándo se realizan las reuniones, espacios donde los niños sean cuidados mientras sus padres están en esa actividad.
Esta es la causa más común porque las mujeres no participan, porque no pueden estar en un lugar a la hora convenida y si lo están deben estar a cargo de sus hijos.
IPS: ¿Por qué se dice que el proceso de Perú es tan especial?
LB: Es muy interesante lo que está haciendo Perú en el marco de la eficacia de la ayuda al desarrollo. Se investigó que proyectos reciben mayores fondos de cooperación internacional y cuáles son los que tienen mayor incidencia en los derechos de género.
El programa tiene el apoyo de la Unión Europea y busca hacer un ejercicio real de cómo, con el fortalecimiento de los sistemas y mecanismos de nacionales de planificación y presupuesto, se establecen políticas o programas claves nacionales, a los que se alinea y prioriza también la cooperación internacional.
Se hace un trabajo muy interesante con el Ministerio de Finanzas, el Congreso, la Agencia de Cooperación Internacional y la Defensoría del Pueblo para identificar como reformar los procesos para que los temas de género se vayan priorizando.
Allí hay una ley que pide a las instituciones públicas que inviertan en igualdad de género y rindan cuentas sobre ello, y la Defensoría del Pueblo realiza un seguimiento del cumplimiento, mientras el Ministerio de Finanzas lidera un proceso con carteras sectoriales para fortalecer la incorporación del enfoque de género en los programas estratégicos, planes intersectoriales claves a los que el Estado le apuesta prioritariamente.
Con este proceso se busca que estos grandes proyectos de inversión, prioritarios para el Estado, que son los que van a recibir la mayor cantidad de recursos nacionales y de la cooperación internacional, tengan enfoque de género para que a partir de la inversión en ellos se generen procesos que reduzcan la brecha de género.
IPS: ¿Al modelo de Ecuador qué lo distingue?
LB: Allí, el impulso inicial del mecanismo nacional de la mujer de incorporar el género a la planificación y las finanzas se fortaleció con la Constitución de 2008 que pide que la planificación y el presupuesto se orienten a reducir las brechas y a conseguir como resultado último la igualdad.
Esa Constitución fortalece el trabajo y demanda a todas las instituciones públicas a que hagan esfuerzos para conseguir esos objetivos últimos de desarrollo nacional.
IPS: Incluso el Ministerio de Finanzas estableció una dirección de Equidad de Género…
LB: Sí, y con esta dirección existe una dinámica diferente en cómo se ve el presupuesto.
Fortalece una herramienta financiera de seguimiento presupuestario donde se demanda a todas las instituciones públicas que asignen recursos para políticas de igualdad de género y, además, el Ministerio de Finanzas en base a sus competencias hace un seguimiento de la ejecución de esos recursos.
Esos pasos ayudaron a que otras instituciones usen y potencien la herramienta, como la Asamblea Nacional que tiene que analizar y aprobar el presupuesto y para ello el clasificador de género les es utilísimo porque permite un análisis específico de donde están invirtiendo y les ayuda en su rol de fiscalización a las instituciones.
Además, al ser información pública ayuda al trabajo de veeduría social que hacen las organizaciones de mujeres.
IPS: ¿Y cuál es la marca del modelo boliviano?
LB: Allí el proceso se dio desde lo local a lo nacional. Y con mucha fuerza de las organizaciones de mujeres, cuyo fruto es una mesa nacional de trabajo en PSG donde participan organizaciones de mujeres y delegadas de gobiernos locales.
Es una experiencia interinstitucional que protagonizan principalmente las mujeres de base, las que participan directamente en sus territorios. Ellas han tenido procesos de capacitación y sensibilización y han logrado incidir en la planificación de sus gobiernos locales para que atiendan sus demandas. En el caso de Bolivia es distintivo el trabajo muy de base.
IPS: ¿Qué le ha conmovido especialmente en estos procesos?
LB: Una de las cosas que más te tocan es como le cambia la vida a la gente, desde su mirada más personal. Trabajar con los PSG otorga mucha sensibilización, además de capacitación técnica.
Hay temas de roles, de estereotipos presentes en todos y es impactante como con la capacitación y el trabajo se hacen conscientes de ello y cambian. Se ve en los funcionarios que cambian cómo realizan su trabajo y también la relación con sus parejas, sus hijos, sus colegas.
No es un cambio de un día para otro, pero al menos piensan en lo que hacen, en el trato cotidiano con las personas de su entorno, en actitudes discriminatorias que por falta de conocimiento y sensibilidad no percibían.
También pasa con las mujeres de base, que al inicio del proceso difícilmente podían hablar en público y expresar lo que pensaban, y ahora no tienen empacho en reclamar a su alcalde por qué no hizo lo que prometió.
Ahora, valoran sus propios conocimientos, porque más importante que llenarles de conocimientos es ayudarles a potenciar lo que ya saben y hacen.