El pasado jueves 2 de febrero entrevisté en Miami para «La tarde se mueve» a Mario Colón, quien regaló a los oyentes una historia nueva, diferente en el círculo agotador y cansón de los medios de la ciudad. Conocerlo ha sido una buena experiencia, pues Mario cree en algunas cosas que me son afines y […]
El pasado jueves 2 de febrero entrevisté en Miami para «La tarde se mueve» a Mario Colón, quien regaló a los oyentes una historia nueva, diferente en el círculo agotador y cansón de los medios de la ciudad. Conocerlo ha sido una buena experiencia, pues Mario cree en algunas cosas que me son afines y tiene planes que me son probables. Regresar un día a Cuba es uno de ellos; aunque por supuesto, nuestras motivaciones y trayectorias no son las mismas.
Con Mario Colón he compartido encuentros a través de la Alianza Martiana y me ha interesado siempre la originalidad de sus análisis y la amplitud de su vida en los Estados Unidos, a donde llegó a la edad de 11 años. Mario vivió en Matanzas donde su padre, revolucionario y fundador de La Joven Cuba de Guiteras, había sido un reconocido fiscal; pero sus recuerdos fundamentales están en La Habana, en El Vedado.
Mario recuerda el Miami al que llegó en los años 60 como una ciudad ya dominada por los batistianos. No se trata solo de tiempo pasado, porque algunos de ellos sobreviven repitiendo tergiversaciones y mentiras sobre la historia de Cuba. Mario cuenta que aquel Miami no se parecía mucho al que pinta hoy la derecha cubanoamericana.
Mario recordó que la maquinaria política batistiana y sus medios de difusión, como La Fabulosa o el periódico Patria (hasta usurparon el nombre del periódico de Martí), se apoderaron rápidamente de Miami. Pero ese predominio no tiene otra explicación que el dinero que fueron sacando de Cuba en grandes cantidades ante la previsible caída del dictador Fulgencio Batista. Un dinero robado y pasado tras los primeros días de la huida de Batista, que fue invertido con oportunismo en un pueblo en desarrollo como Miami, en una ciudad dormida o «sleepytown», al decir de los norteamericanos. Así que el cuento del ahorro y sacrificio para levantar Miami se les desvanece.
Otros recuerdos de Mario también quiebran las historias de la derecha cubana de Miami. Cuenta que el refugio instalado en Biscayne Boulevard, en la sede del Miami News, que después se llamó Torre de la Libertad, repitió la diferenciación de clases que se había marcado en Cuba; implantaron un Miami de ricos y pobres desde el principio, como había sido la sociedad cubana antes de la Revolución. Recordó Mario que todo el aparato de médicos, enfermeras, oficinistas y burócratas que trabajaba ahí era gente de Batista. En ese lugar se trató mal a muchos cubanos que llegaron después, a quienes se les dio el título de «fidelistas arrepentidos».
Su balance del episodio conocido como «Operación Pedro Pan» es crítico; distante de la postal que los medios de la derecha cubanoamericana quieren presentar. Por supuesto que muchos «pedropanes» hicieron dinero, pero eso no borra los abusos que vivieron esos niños separados de sus familias. También recordó en la entrevista la época del financiamiento a grupos cubanos por parte de la CIA para sabotajes en Cuba, la creación de Alpha 66 y el parasitismo de sus líderes, como Andrés Nazario Sargent, que jamás trabajó en su vida e hizo muchos papelazos en sus fracasados intentos de infiltrarse por las costas cubanas. Fue difícil y violento el Miami de los 70, cuando algunos de estos grupos terroristas cubanos se metieron en el narcotráfico por su dominio de la logística y las comunicaciones.
La llegada de la flotilla del Mariel, y la inserción en Miami de los llamados «marielitos» también está fresca en la memoria de Mario Colón. Fue aquella una asimilación difícil y a la vez hipócrita, porque si bien el exilio derechista celebró en un primer momento la salida de cubanos por eso de que se estaban escapando de Fidel, cuando vieron que entre ellos llegaban gente humilde, negros, mulatos, empezaron a tomar distancia.
Pero Mario Colón tiene también recuerdos de un Miami más reciente. Su memoria es una enciclopedia de observaciones y detalles sobre el caso Elián. Todavía se recuerda en Miami el día que Mario desafió al entonces alcalde Alex Penelas en la misma área de American Airlines en el Aeropuerto de Miami, donde trabajaba. Penelas estaba amenazando con que en Miami podía ocurrir algo grave si Juan Miguel, el padre de Elián, no venía. Mario le ripostó que instigar a un motín en la ciudad era una irresponsabilidad.
Mario Colón usa en Miami camisetas con imágenes de Elvis, de LA Lakers y del Che Guevara; las usa en el trabajo o simplemente para pasear. No ha tenido problemas cuando se ha puesto una con el guerrillero heroico para ir al Versailles; solo que no come por temor a que le «santigüen» el plato. Mario tiene un sentido del humor y unas ideas que le hacen sentir un poco extraño en Miami. Es por eso que sueña con regresar a vivir a Cuba. Es por eso que, a veces, yo mismo me siento en esta ciudad como se siente él.
(El audio de la entrevista con Mario Colón está disponible hasta el próximo jueves 16 de febrero en www.lanochesemueve.us y www.rprogreso.com )
Fuente: http://lapupilainsomne.wordpress.com/2012/02/06/la-singular-historia-de-mario-colon-en-miami/