El papel de la comunidad puede resultar clave en la adaptación al cambio climático, siempre que se prepare adecuadamente para comprender y hacer suyo el problema. «Hace falta una alfabetización» en la materia, concluyó la cubana Ángela Corvea, promotora ambiental de larga data. «La gente no siempre toma en serio estos problemas y no tiene […]
El papel de la comunidad puede resultar clave en la adaptación al cambio climático, siempre que se prepare adecuadamente para comprender y hacer suyo el problema. «Hace falta una alfabetización» en la materia, concluyó la cubana Ángela Corvea, promotora ambiental de larga data.
«La gente no siempre toma en serio estos problemas y no tiene la percepción de riesgo ante los fenómenos naturales, que cada vez serán más frecuentes y severos», añadió Corvea al responder una pregunta sobre el tema de Café 108, una iniciativa del sitio web de la oficina de IPS en Cuba para propiciar la participación ciudadana en la investigación periodística.
En su opinión, «pequeñas acciones comunitarias y locales podrían ayudar a afrontar estos cambios que no son inminentes, sino que ya están ahí». Aumento de la temperatura y del nivel medio del mar, sequías recurrentes, inundaciones y huracanes más intensos figuran entre las eventuales consecuencias de las transformaciones y variaciones climáticas. Creadora en 2003 del proyecto ecológico Acualina para trasmitir conocimientos ambientales «a las grandes masas» y especialmente a niños y adolescentes, esta experta organiza anualmente desde hace más de una década labores de saneamiento costero para contribuir a la campaña multinacional «A limpiar el mundo», surgida en Australia.
«Hay que promover el ahorro de agua y otros recursos, consumir solo lo necesario, no contaminar, tratar de mantener un entorno limpio y lindo, reciclar, estar informados, enseñar a los demás, especialmente a los niños y jóvenes, ser solidarios, hablar de estos temas en cualquier ámbito para llamar la atención e ir creando conciencia», reitera sin cansarse.
Enrique Arango, experto del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas, coincidió con Corvea en que los riesgos del cambio climático se ven a largo plazo, lo cual dificulta crear conciencia en el plano comunitario. «Es como fumar, nadie ve el peligro inminente y no se abandona el hábito aunque se sabe que el tabaquismo hace daño», dijo.
En el caso de Cuba resulta difícil desligar a la comunidad del papel centralizado de todas las instancias políticas y administrativas. «Si no baja de arriba (de las autoridades), no se hace o queda inconcluso», indicaron algunos entrevistados y participantes en la encuesta de Café 108.
Según Arango, entre las eventuales vías para «alfabetizar» a las personas en sus barrios y localidades figuran los proyectos interactivos donde participa un porcentaje alto de la población, pero se requiere sistematicidad, liderazgo y más que nada voluntad política a todos los niveles. «En caso contrario, solo se lograrán algunos resultados en tanto el plan esté en ejecución», alertó.
En Cuba, las redes sociales comenzaron a jugar un papel concreto en la creación de conciencia ecológica cuando integrantes de la red Twitter de microblogueo promovieron en diciembre a través de Internet una acción de limpieza y educación ambiental en la desembocadura del río Almendares.
«Las grandes cosas parten de pequeñas cosas. Cada uno hace su pedacito y se ayuda. Al final, el tema no era solo recoger la basura (…) sino provocar una reacción, concientizar a la propia población de la zona para hacer saneamiento y cuidar la parte que le toca», comentó a IPS el tuitero Salvatore (@salvatore300).
El líder del grupo de rap Cubanos en la Red, Osmel Francis, promueve acciones de cuidado y protección social del entorno a partir de su arte. «Los cantantes no siempre sabemos lo útiles que podemos ser para la sociedad», comentó a IPS.
En ese camino, se unió a Corvea en jornadas de limpieza del río Quibú, uno de los más contaminados de La Habana.
Francis cree que la conciencia ambiental es deficiente y la clave para elevarla es la educación. «También hace falta que los medios de comunicación se involucren más, porque hacemos campañas y jornadas ecológicas que no siempre se divulgan. No veo el tema del ambiente entre las prioridades», conjeturó.
«Sobre adaptación al cambio climático, incluso nosotros (los ambientalistas) deberíamos recibir capacitación, así sabremos mejor qué se puede hacer y cómo llegar con nuestro mensaje a la gente», remató. Al respecto y desde su experiencia de fotorreportero, Rolando Pujol insistió en que la población debe conocer mejor los riesgos a que se expone.
Suele haber pobladores que insisten en permanecer en zonas de peligro porque tienen su vida y sustento «estrechamente» vinculados al mar. Por eso «prefieren reparar una y otra vez sus viviendas destruidas» por el impacto de los huracanes. Súmese a eso las tradiciones e historia de sitios que han debido ser reconstruidos en zonas alejadas de la costa, indicó.
Ramón Pichs, experto en cambio climático y su vinculación con el desarrollo, consideró «fundamental» el papel de la población en las estrategias de adaptación en Cuba y en todo el resto de la región del Caribe insular.
Cualquier proyecto será más «exitoso si las comunidades tienen un adecuado grado de concientización con relación a los problemas», consideró.
En entrevista con IPS, este estudioso cubano puso de ejemplo la participación activa de la ciudadanía de su país en programas de salud y campañas antivectoriales o el caso del proyecto que busca restaurar en Trinidad y Tobago el pantano de Nariva, en el cual están comprometidas varias organizaciones de la sociedad civil de la zona.
Para la adaptación, la escala local es clave y traduciendo eso en acciones, el papel de la población, de las distintas organizaciones que tienen presencia en la comunidad, deviene fundamental, analizó Pichs, quien también entiende que es muy importante la vinculación de estos sectores con otras instituciones nacionales que se ocupan de los temas ambientales.