El reciente ingreso de Venezuela al Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha provocado una estampida entre voceros directa o indirectamente al servicio del gobierno de Washington. Uno de ellos, Andrés Oppenheimer, quien nació en Argentina, estudio en Estados Unidos y se radicó en Miami, abordó el asunto en un artículo titulado: El ataque […]
El reciente ingreso de Venezuela al Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha provocado una estampida entre voceros directa o indirectamente al servicio del gobierno de Washington.
Uno de ellos, Andrés Oppenheimer, quien nació en Argentina, estudio en Estados Unidos y se radicó en Miami, abordó el asunto en un artículo titulado: El ataque a los derechos humanos.
Publicado el jueves en El Nuevo Herald comienza diciendo que mientras los europeos presentaron cinco candidatos para elegir tres, los latinoamericanos solo tres, Venezuela, Brasil y Argentina.
Agregó con amargura: Ningún otro país de la región se presentó para desafiar la candidatura venezolana, aún cuando se los solicitó la Human Rights Watch, supuesta defensora de los derechos humanos.
Después embistió de nuevo al referido Consejo de la ONU cuando escribió que ha tenido entre sus integrantes más activos a «dictaduras como las de Cuba y China».
Oppenheimer también habla sobre lo que denomina una ofensiva contra la Comisión de Derechos Humanos de la OEA y respecto al «silencio pusilánime» de «la mayoría de los países latinoamericanos» ante ello, algo -opina- verdaderamente escandaloso.
Acusa a Venezuela y Ecuador de encabezar la cruzada contra esa Comisión y se alarma por el encuentro que en marzo sostendrán los cancilleres de la organización para -según él- «aprobar su debilitamiento».
Así se expresa el ilustre Andrés, un hombre a toda prueba de Washington, quien no sabe lo que está sucediendo en una gran parte de América Latina y de ahí sus anacrónicas afirmaciones.
Le hizo eco un periodista del Nuevo Herald, Antonio María Delgado, quien remitido a especialistas dijo que la admisión de Venezuela en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU reanudó dudas en cuanto a si tal organismo vela por la seguridad y libertad de los ciudadanos.
Huérfano de argumentos sólidos, Delgado trató de explicar algo tan significativo con el pretexto de que esa nación petrolera utilizó el patrimonio nacional para lograrlo.
Supuestos expertos consultados por él dijeron que la entrada de Caracas para reemplazar a la saliente Cuba demuestra la inoperancia de la agrupación.
Luego echó mano a un llamado diplomático estadounidense que pidió no ser identificado. «¿Cómo es posible tener a Venezuela dentro del Consejo? ¿Cómo es posible tener a Cuba?»
Lo había respondido Andrés Oppenheimer cuando manifestó en sus habituales columnas en los Herald que la responsabilidad recaía sobre quienes habían defendido sus candidaturas, o sea, la mayoría de las naciones de América Latina.
Tocó a la iracunda Ileana Ros-Lehtinen, todavía jefa del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, dar la nota final a este curioso pataleo.
«Continuar la participación de Estados Unidos en el Consejo le otorga legitimidad a esta vergonzosa e ilegitima entidad. Los Estados Unidos debe retirarse del Consejo y enfocar su energía y recursos en desarrollar otros foros alternativos…»
Pero a Ileana, Oppenheimer y otras hierbas por el estilo aguardaba la impresionante votación en la Asamblea General de la ONU contra el bloqueo a Cuba, 188 a favor, 3 en contra y 2 abstenciones.
Muy fuertes nuevos bastonazos para quienes han hecho carrera y fortuna saboteando toda posibilidad de acercamiento entre Washington y La Habana.