Estados Unidos no solo protagoniza guerras y alienta conflictos sangrientos por doquier, sino también impone desde hace más de 50 años un criminal bloqueo a Cuba, el país que más vidas salva en el mundo con su reconocido y prestigioso Ejército Pacifico de Batas Blancas. Resulta vergonzoso que Washington mantenga hasta hoy ese cerco financiero, […]
Estados Unidos no solo protagoniza guerras y alienta conflictos sangrientos por doquier, sino también impone desde hace más de 50 años un criminal bloqueo a Cuba, el país que más vidas salva en el mundo con su reconocido y prestigioso Ejército Pacifico de Batas Blancas.
Resulta vergonzoso que Washington mantenga hasta hoy ese cerco financiero, económico y comercial a la mayor de las Antillas, que se empeña, sin embrago, desde el mismo triunfo de su Revolución en 1959, en brindar atención médica a los más necesitados en todos los rincones del planeta tierra.
Mientras las sucesivas administraciones norteamericanas han incrementado sus bases castrenses, sus agresiones e invasiones, y la presencia de soldados armados hasta los dientes en todas las regiones del mundo, Cuba ha enviado personal especializado en salud para curar seres humanos.
Ejemplos hay numerosos y son bien conocidos, desde Argelia en la década de los años 60 hasta el anuncio más reciente de la salida para África Occidental de una Brigada Médica de expertos cubanos con el propósito de enfrentar el ébola, que azota actualmente al denominado «continente olvidado».
La determinación de las autoridades de la nación antillana de estar en la primera trinchera para combatir la epidemia mortífera del ébola, contrastó con la decisión de la Casa Blanca de mandar militares a Liberia en vez de personal médico.
Sarcástica y cruel ha sido esa disposición del régimen del presidente Barack Obama, por cierto de origen afroamericano, como el bloqueo que ha arreciado a Cuba durante su administración, con multas sin precedentes y sanciones a bancos y compañías de terceros países que han tenido vínculos con la bautizada Isla Bonita.
Luego, sin el menor escrúpulo, los representantes norteamericanos en la ONU justifican su política agresiva hacia el pueblo cubano alegando que se corresponde con un «asunto bilateral», y esconden insolentemente los castigos que aplican a entidades bancarias y empresas, incluso de Estados aliados de la Casa Blanca, que han materializado transacciones monetarias o negocios con la pequeña nación latinoamericana.
El frustrado cerco de Washington que afecta a todos los sectores económicos y sociales de la mayor de las Antillas, ha sido repudiado durante 22 años consecutivos y casi unánimemente en la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU), a lo que han hecho caso omiso las autoridades estadounidenses, en un acto de burla hacia esa entidad y a la comunidad mundial.
Una vez más Cuba presentará ante la AGNU otro nuevo proyecto de Resolución de condena al bloqueo, el cual deberá someterse a votación el venidero 28 de octubre, y que de seguro, como en anteriores ocasiones, recibirá un respaldo abrumador.
Los diplomáticos norteamericanos ante la sede de la ONU en Nueva York dirán lo mismo, sin vergüenza alguna, pero recibirán otra aplastante derrota, y corroborarán nuevamente su aislamiento internacional.
Cuba, por su parte, continuará siendo una potencia médica, y su Ejercito Pacifico de Batas Blancas estará presto para brindar asistencia sanitaria, un derecho humano fundamental que Washington desprecia.
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