Traducido del francés para Rebelión por Susana Merino
Para el escaparate exhiben un discurso virtuoso sobre el desarrollo sostenible. Pero entre bambalinas adoptan comportamientos y prácticas perniciosas para el ambiente y los derechos sociales. Tal es el comportamiento de empresas como Shell. GDF Suez y Samsung. Pero no son las únicas – ni falta que hace – sino las peores, observadas por 61.000 internautas que votaron con motivo de los premios Pinocho para el desarrollo sostenible. El martes 18 de noviembre Amigos de la Tierra asociada a Pueblos Solidarios y al Centro de Investigaciones y de Información para el Desarrollo (CRID) les han otorgado esa anti-recompensa (que tiene ya 7 años de antigüedad), a las mayores mentiras y a las más graves omisiones en la materia.
Como todos los años los premios se han distribuido según tres categorías. La primera «Uno para todos y todos para mí», que se refiere a la apropiación o a la destrucción de los recursos naturales, lo obtuvo Shell con el 43% de los votos. El premio se debe a la multiplicación en el mundo de los proyectos de gas de esquisto de la petrolera anglo-holandesa, salvo en los Países Bajos su lugar de origen, en donde pesa una moratoria sobre la fracturación hidráulica, única tecnología disponible para extraer hidrocarburos no convencionales.
«En Argentina, ya se han perforado más de 550 pozos de petróleo y gas no convencionales. Debido a un vacío jurídico, se les ha otorgado permisos en la cuenca Vaca Muerta, en la Patagonia, en tierras agrícolas y en el seno de un área natural protegida», se lamenta Juliette Renaud, encargada de la campaña sobre la responsabilidad social y ambiental de las empresas, de Amigos de la Tierra que realizó una investigación en el lugar y publicó luego un informe.
Shell, que dispone de cinco concesiones en una extensión de mil kilómetros cuadrados, no es la única empresa que codicia las inmensas reservas argentinas de gas de esquisto, según la agencia estadounidense de información energética. El operador histórico YPF, Chevron, Total, ExxonMobil, Petrobras y Wintershall (filial de BASF) también participan de esta fiebre hidrocarburífera sobre el esquisto argentino. Pero Shell también dispone de concesiones en los EEUU, en Turquía, en China, en Sudáfrica y hasta en Ucrania en donde las aguas contaminadas de la fracturación se almacenan a cielo abierto, explica Julie Renaud. En todas partes se plantean los mismos problemas: opacidad financiera, atentados a los derechos de las poblaciones, riesgos para el ambiente. «Operamos en base a principios de seguridad y de responsabilidad cualesquiera sea la región del mundo», contesta con suficiencia Shell Francia, al ser preguntada por Le Monde.
En la categoría «Más verde que el verde» referida al «greenwashing», es decir, al uso abusivo de argumentos ambientales en publicidad y «marketing», ha sido GDF Suez la que obtuvo el «premio» con la mayor cantidad de votos (42%) En mayo el grupo energético francés había emitido la más importante «obligación verde» jamás realizada por una empresa privada obtuvo 2,5 mil millones de euros de investigadores privados para financiar proyectos energéticos limpios. «No existe transparencia», denuncia Juliette Renaud. Ningún criterio social y ambiental claro se asocia a estas obligaciones y la empresa no ha publicado la lista de proyectos financiados. Por otra parte, este «green bond» no impide a GDF Suez seguir invirtiendo masivamente en energías fósiles: el grupo construye o proyecta construir, en Europa y Africa del Sur, nuevas centrales a base de carbón. Una acusación que GDF Suez recusa afirmando haber emitido ese «green bond» con perspectivas de «transición energética y de lucha contra el cambio climático». Esta asignación se desarrolló junto con la agencia de clasificación extra financiera Vigeo que garantiza la transparencia del proceso, especialmente en cuanto a los criterios de elegibilidad de los proyectos, cuyo listado se publicará a fines del primer trimestre de 2015″, expresa el servicio de comunicación del grupo. Y precisa: «De los 7500 MW que el grupo tiene actualmente en construcción en el mundo, el 80% son con débil emisión de CO2, y el 50% renovables».
La tercera premiada ha sido la empresa coreana Samsung que recibió el 40% de los votos y mereció el premio «Manos sucias, bolsillos llenos» por las «indignas» condiciones de trabajo que imperan en sus fábricas radicadas en China: excesivo horario de trabajo, salarios miserables, trabajo infantil, etc. «A pesar de las investigaciones y de las repetidas acusaciones de la sociedad civil y la presentación de una denuncia en febrero de 2013 en Francia, seguida de la iniciación de una investigación preliminar, este líder de la «high tech» se empecina en negar estas acusaciones», se lamenta la ONG. Interrogada por Le Monde, Samsung respondió que «mantiene una política de tolerancia cero con relación al trabajo infantil». Una afirmación regularmente contradicha por las investigaciones de las ONG, tales como China Labor Wacht y de los medios, especialmente la de France 2 Cash Investigation, «Los secretos inconfesables de nuestros teléfonos portátiles», difundida el 4 de noviembre.
En cuanto a los premios Pinocho, las ONG quieren creer que contribuyen a modificar las conductas de las empresas: «Al ponerlas en evidencia sobre la violación de los derechos humanos o ambientales, presionan sobre las empresas por el lado de su reputación», explica Juliette Renaud, que se felicita por el aumento de la cantidad de votos de los internautas en función de las ediciones de la anti-ceremonia. «Algunas de las empresas nominadas dan marcha atrás, como Sime Darby y su proyecto de fábrica de aceite de palma en el sur de Francia».