La pandemia del Covid-19 va a marcar un antes y un después en todos los países afectados. Las consecuencias psicológicas, sociológicas, económicas y políticas van a ser de gran envergadura y van a poner en evidencia las carencias que tenemos como personas, los problemas de nuestras sociedades y los límites de los Estados para atender las necesidades de la población. Pero en los debates que surgen y surgirán no podemos olvidar las causas biológicas y materiales de la epidemia.
El Covid-19 pertenece a los coronavirus, virus zoónicos, provenientes de animales, que pasan al ser humano por la ingesta de estos últimos. En este caso se relaciona al Covid-19 con murciélagos, pero se baraja que pueda haber un animal eslabón intermedio como el pangolín, aunque hay que tener presente que en análisis realizados en China en los últimos meses en pangolines víctimas del tráfico, se están encontrando alojados virus muy similares al corona 1/. En cualquiera de los casos, el Covid-19 parece estar directamente relacionado con la ingesta humana de carne del pangolín en ciertas zonas del planeta, si bien, la rapidez de la extensión de la pandemia por contagio entre personas sólo es explicable por la multiplicación de los viajes internacionales, particularmente los aéreos.
El pangolín es el animal mamífero no humano más traficado del mundo; las ocho especies de pangolín están consideradas en peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN en sus siglas en inglés) 2/ y, por tanto, su tráfico es ilegal desde el 2017. Sin embargo su comercio en los mercados asiáticos, especialmente los de China y Vietnam, sigue creciendo. Este animal, cuyo hábitat natural se encuentra distribuido por los continentes asiático y africano y que tradicionalmente ha proporcionado carne y medicina para las poblaciones locales, desde hace unos años es víctima de grandes redes mafiosas internacionales. Prácticamente extinguido ya en todo Asia, sus escamas son muy valoradas por unas supuestas propiedades curativas, lo que ha provocado que redes africanas que antes traficaban con marfil ahora trafiquen también con sus escamas. Se desconoce cuántas toneladas se mueven anualmente, pero en un estudio llevado a cabo por Sarah Stone, directora de investigación de Wildlife Justice Comission, y su equipo se concluye que solo entre el año 2016 y el 2019 se interceptaron 228 toneladas de escamas de estas redes de crimen organizado, por lo que se cree que la cifra real del comercio ilegal será de decenas de miles de toneladas 3/.
Pero los pangolines no son los únicos animales cuya extinción está directamente relacionada con el apetito asiático por especies salvajes. En el llamado Triángulo del Oro, una zona económica especial entre Laos, Myanmar, Tailandia, Vietnam y China, abundan las mafias que negocian con especies salvajes de animales. Hace un siglo vivían en las selvas unos 100.000 tigres, hoy este animal está prácticamente extinguido en régimen de libertad en la mayoría de países del sudeste asiático, con unos 4.000 ejemplares repartidos en esos territorios, y están siendo diezmados por cazadores furtivos; su hábitat sufre una aguda y rápida degradación. Aunque no se sabe con exactitud cuántas granjas de tigres existen en estos países, los cálculos varían entre 200 y 400 y se estima que hay unos 8.000 tigres en ellas que son explotados en esas instalaciones donde se trafica con sus pieles, se hace un vino con supuestas propiedades curativas con sus huesos y se venden sus cuerpos disecados para decoración 4/. En esas granjas también se encuentran osos del sol cuya bilis es usada en medicina tradicional 5/.
Estos productos se pueden encontrar tanto en tiendas como en internet. Cualquiera que haya ido a una tienda de medicina natural asiática puede ver los productos que se venden ya procesados en pastillas, polvos o jarabes, así como enormes tarros de productos para hacerse las medicinas uno mismo. Tarros llenos de caballitos de mar, polillas de mar, estrellas y pepinos de mar, serpientes, escorpiones, escamas de pangolín y un larguísimo y triste etcétera.
Pero el pangolín y las serpientes, junto con otros muchos animales, también se consumen en los llamados mercados húmedos que se encuentran en toda Asia oriental salvo contadas excepciones. En los mismos, los animales salvajes y no salvajes, cerdos y pollos así como perros y gatos llegan vivos y se sacrifican allí mismo tras la compra. En espera de la venta, los animales están hacinados en jaulas enanas, viven entre sus heces y se salpican de la sangre de los allí asesinados. No es de extrañar que estos mercados sean focos de enfermedades e infecciones; la llegada de un virus tan peligroso como el C Covid-19 era tan solo cuestión de tiempo.
También hay un floreciente mercado internacional de animales salvajes para zoos privados, mascotas para circos y acuarios. Famosas son las fotos de jeques árabes conduciendo acompañados de un tigre. Zoos y acuarios con animales de dudosa procedencia, aparecen demasiado a menudo en las noticias por el patético estado de sus animales. Es común ver en las zonas más turísticas de Asia animales explotados y/o drogados con los que los turistas interactúan. Sea montando, en falsos santuarios de protección animal de Laos y Tailandia, elefantes supuestamente rescatados de trabajos penosos en la industria maderera, o acariciando tigres en monasterios tailandeses o viendo shows de monos en la calle como los tristemente famosos monos bailarines de Indonesia o nadando en piscinas cloradas de todo el mundo con delfines capturados en el mar.
Este tráfico de especies salvajes, tanto vivas como muertas, alcanza anualmente un monto de unos 26.000 millones de dólares americanos en todo el mundo 6/. Estos datos tienen en cuenta sólo las especies terrestres. Si se sumara el mercado de aleta de tiburón junto al de caballitos, pepinos y estrellas de mar, esta cifra seguramente se duplicaría. Las redes que operan son redes internacionales se aprovechan de las necesidades de mucha gente que se ve obligada a cazar y transportar los animales; gente que a menudo es detenida por las autoridades, mientras que sus superiores actúan con impunidad con la complicidad de la policía y las autoridades.
Aunque en febrero China, a raíz del Covid-19, prohibió temporalmente los mercados húmedos y el tráfico de animales salvajes terrestres de importancia ecológica, científica y con valor social 7/, y de que Vietnam quiere empezar a tomar medidas a partir de abril 8/, es probable que poco cambie en ambos países. China tras el brote de SARS del año 2003 también prohibió el tráfico de civetas, el animal del que pasó al ser humano el virus, y por un corto periodo también se prohibió el tráfico de serpientes, poco después su comercio volvió a florecer y se siguen vendiendo en mercados por todo el país. Pero si algo ha dejado claro la reciente actuación contra la epidemia del gobierno Chino en Wuhan, es que si realmente tuviera la voluntad de prohibir dichos mercados, no le faltan medios de control para acabar con la comercialización de esos animales y dificultar el suministro. Esa actuación sobre la oferta influiría, sin duda, en el descenso de la demanda. Sin embargo la falta de voluntad gubernamental china y vietnamita queda reflejada en la propia regulación normativa de la prohibición, permitiendo el tráfico de animales para fines médicos, los mismos fines con los que se justifica el tráfico de pangolines. Y sin ir más lejos, la administración china está promoviendo la bilis del oso del sol como remedio al coronavirus. Y en otro país con numerosos mercados húmedos como es el caso de Indonesia, las autoridades están quemando colonias de murciélagos en lugar de cerrar los mercados.
Es importante no incurrir en ideas racistas xenófobas y tener en cuenta que China cuenta con el movimiento animalista más grande del mundo y que hay cientos de ONG y activistas de otros países afectados trabajando, luchando y arriesgando su vida a diario, como es el caso indonesio de Jakarta Animal Aid Network, que con la colaboración de las autoridades locales, tiene un programa pionero con perros rastreadores en Sumatra y Java para detectar la vida salvaje recién capturada antes de que pasen a manos de las redes mafiosas 9/.
A la vez es urgente y fundamental que la comunidad internacional reclame al gobierno chino una actuación inmediata y permanente para prohibir el comercio y consumo de animales salvajes, no solo las que están en peligro de extinción, sino de todas, terrestres y marítimas. Y eso hay que extenderlo en todo el mundo y con el conjunto de especies o esta crisis que está dejando al mundo de rodillas no será más que una más de las que quedan por venir.
Notas:
1/ https://www.bbc.com/news/science-environment-52048195
2/ https://www.nationalgeographic.com/magazine/2019/06/pangolins-poached-for-scales-used-in-chinese-medicine/
3/ https://www.nationalgeographic.com/animals/2020/02/pangolin-scale-trade-shipments-growing/
4/ https://www.economist.com/asia/2019/11/28/laos-still-winks-at-tiger-farms
5/ https://www.animalsasia.org/us/media/news/news-archive/five-things-you-need-to-know-about-bear-bile-farming.html
6/ https://theaseanpost.com/article/money-laundering-and-illegal-wildlife-trade
https://eia-international.org/news/international-task-force-agrees-to-target-money-laundering-in-illegal-wildlife-trade/
7/ https://edition.cnn.com/2020/03/05/asia/china-coronavirus-wildlife-consumption-ban-intl-hnk/index.html
8/ https://www.independent.co.uk/news/world/asia/coronavirus-animals-china-vietnam-wildlife-ban-wet-markets-disease-pandemic-a9410236.html
9/ https://www.jakartaanimalaid.com/wildlife/
Roser Garí, activista animalista.