La brutal y condenable invasión del Gobierno de Vladimir Putin a Ucrania está haciendo estremecer al ya muy convulso sistema global. Además de los impactos humanitarios –por ejemplo, para el 3 de marzo ya se había superado el millón de desplazados– el conflicto tiene carácter internacional y dependiendo de su evolución podría de hecho introducirnos a un nuevo escenario de conflagración de riesgos extremos, de callejones sin salida. Ronda incluso el fantasma de las armas nucleares, ahora en un contexto de desquiciamiento geopolítico propio del siglo XXI. Tiempo verdaderamente peligroso para cualquier escalada bélica.
Más allá del presente combate en territorio ucraniano, conviene recordar que este conflicto es también hijo de la crisis civilizatoria que vivimos, y que a su vez va contribuyendo a definir su evolución próxima. Quien nos lea, independientemente desde donde lo haga, está siendo y será seriamente impactado, de una u otra forma, por este nuevo escenario global. La invasión de Putin tiene además efectos en el problema del cambio climático, en la seguridad alimentaria, en la crisis energética y las posibilidades y formas de la transición energética, en el costo de la vida o en la muy delicada crisis ambiental.
En este artículo resaltamos brevemente seis aspectos determinantes en el rumbo energético, ambiental/climático y alimentario, que marcan las dinámicas políticas y los futuros acontecimientos globales. Veamos.