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Maceo, Martí y Fidel narran las odiseas de sus desembarcos respectivos por Duaba, Playita y los Cayuelos

Fuentes: Rebelión

Entre muchas expediciones libertarias, tres han sido grandes hitos en la historia de Cuba que se celebran con peregrinajes en dichos sitios: playa de Duaba en Baracoa, Playita de Cajobabo en Baracoa y los Cayuelos, a 2 kilómetros de la playa las Coloradas en Niquero.

La primera el día 1 de abril de 1895 con 23 expedicionarios liderados por los Generales Antonio Maceo y Flor Crombet. La segunda el 11 de abril de 1895 con 6 expedicionarios liderados por José Martí y el General Máximo Gómez. Y la tercera el día 2 de diciembre de 1956 con 82 combatientes liderados por Fidel Castro.

Los protagonistas principales han narrado estos acontecimientos históricos en distintos momentos de sus vidas.

Maceo escribe a su esposa María Cabrales en Campaña el 30 de abril de 1895, después de transcurridas muchas peripecias que son parte de la odisea de estos expedicionarios: ¨Desembarcamos entre Duaba y la boca del río Toa, a la vista del vapor de guerra español que estaba fondeado en el puerto de Baracoa, como a doscientas varas del pueblo, viéndome obligado a mandar a embarrancar la goletita (nota: se refiere a la goleta Honor), porque todos aquellos lugares son arrecifes y rompientes y no estar dispuesto a buscar lugar, haciéndolo felizmente con un golpe de mar que dio en popa y nos arrojó en tierra; pulsamos luego y salimos sin novedad para el interior de la Isla, teniendo que batirme hasta siete veces al día para romper las líneas enemigas…¨

Martí escribe en su Diario detalles cruciales del momento de su arribo a Playita de Cajobabo el 11 de abril de 1895: ¨ El 11: «bote. Salimos a las 11.  Pasamos (4) rozando a Maisí y vemos la farola. Yo en el puente. A las 71/2, oscuridad. Movimiento a bordo. Capitán conmovido. Bajan el bote. Llueve grueso al arrancar. Rumbamos mal.

Ideas diversas y revueltas en el bote. Más chubasco. El timón se pierde. Fijamos rumbo. Llevo el remo de proa […] Rumbo al abra. La luna asoma, roja bajo una nube. Arribamos a  una  playa de piedras, (La Playita, al pie de Cajobabo). Me quedo en el bote el último, vaciándolo. Salto. Dicha grande […] Ladeando un sitio, llegamos a una casa. Dormimos cerca, por el suelo.»

Y en carta a Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra, Martí les narra: ¨En Cuba libre les escribo, al romper el sol del 15 de abril, en una vega de los montes de Baracoa… Y el 11, a las 8 de la noche; negro el cielo del chubasco, vira el vapor, echan la escala, bajamos con gran carga de parque, y un saco con queso y galletas: y a las dos horas de remar, saltábamos en Cuba. Se perdió el timón, y en la costa había luces. Llevé el remo de proa. La dicha era el único sentimiento que nos poseía y embargaba. Nos echamos las cargas arriba y cubiertos de ellas, empapados, en sigilo, subimos los pinares, y pasamos las ciénagas… Tendidos por tierra esperamos a que la madrugada entrase más, y llamamos a un bohío…¨

Varios expedicionarios escribieron en sus diarios la experiencia vivida durante el arribo del yate Granma y el desembarco por los Cayuelos el 2 de diciembre de 1956. Sobre este acontecimiento histórico Fidel expresó en su discurso en la Plaza ¨Antonio Maceo¨ de Santiago de Cuba, el 2 de diciembre del 2001:

”Veíamos la costa cercana y visiblemente baja. Se ordena al capitán enfilar directamente hacia ella a toda máquina. El Granma toca fango y se detiene a 60 metros de la orilla. Desembarco de hombres y armas. Duro avance por el agua sobre fango movedizo que amenazaba tragarse a los hombres sobrecargados de peso. La orilla era aparentemente sólida, pero metros después un terreno fangoso similar al anterior en extensa laguna costera se interponía entre el punto de arribo y la tierra sólida. Casi dos horas duró la travesía de aquel infernal pantano. Acabando de arribar a terreno firme, se escuchan ya los disparos de un arma pesada contra el área de desembarco en las proximidades del solitario Granma. Había sido avistado y comunicada su presencia al mando enemigo, que reaccionó de inmediato atacando por mar la expedición y ametrallando por aire la zona hacia donde marchaba la pequeña fuerza expedicionaria: 82 hombres.

Nada añado sobre la debilidad, el cansancio físico y el hambre de siete días. No hace falta dramatizar lo que obviamente fue dramático, pero soportable para hombres dispuestos a ser libres o mártires, como había sido prometido.¨

Estas han sido las etapas más trascendentes de la historia de Cuba ligadas con los principales líderes políticos y militares de la Revolución cubana y por eso merecen un homenaje especial que realce el patriotismo de los cubanos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.