El líder de la oposición ha acudido a la zona cargado con un convoy repleto de cinismo para intentar dañar al Gobierno. Que la verdad o el dolor no te estropeen un buen mitin
Podemos asegurar sin miedo a equivocarnos que Alberto Núñez Feijóo es un cínico sin vergüenza. Odio la política del insulto, pero es obligación del periodismo intentar definir con la mayor precisión posible y mediante hechos constatables la realidad. Y la realidad de la actividad del líder de la oposición en estas últimas horas tan dolorosas para el país ha sido esta. En plena gira por los lugares afectados por las riadas de Valencia, como si del presidente del Gobierno que pudo ser y no quiso se tratase, Feijóo ha convocado a la prensa para contarle a la población con cuánta gente está en contacto telefónico y lanzar mensajes institucionales de lo más inquietantes. Inquietantes porque Feijóo no representa ninguna institución e inquietantes porque esos mensajes disfrazados de institucionalidad no eran tal cosa, sino un cúmulo de bulos y manipulaciones lanzadas sin vergüenza ni pudor alguno. Como dijo su portavoz en el Congreso días después de sujetar fotos de víctimas de ETA entre risotadas, es obligación del PP intentar acabar con el Gobierno por cualquier vía. Y la vía elegida en este caso ha sido la de sembrar desinformación con decenas de personas aún desaparecidas en Valencia.
Junto a Carlos Mazón, presidente popular de la Comunidad Valenciana que en las primeras horas del miércoles agradecía públicamente la ayuda recibida por parte del Gobierno de España, Feijóo comenzó el enésimo capítulo de una campaña electoral eterna que nunca acaba con él en La Moncloa denunciando la falta de colaboración del Gobierno de España en esta catástrofe. Las palabras de Feijóo salían de su boca con sorprendente facilidad, a pesar de la presencia a su alrededor de miles de miembros de la UME –o, como el PP la definió en su momento, el capricho faraónico de Zapatero– enviados por el Gobierno de España desde el minuto uno a trabajar en primera línea del desastre. Horas después de la denuncia de Feijóo ante un cabizbajo Mazón, el presidente valenciano, reunido con Pedro Sánchez, volvía a agradecer al Gobierno central “su cercanía y presencia tan rápida” sobre el terreno. No importa. La prensa de derechas, es decir, casi toda la prensa, repite el titular lanzado por Feijóo.
La actitud conciliadora de Mazón con el Gobierno de España, quizá bandera blanca obligada tras quedar demostrada su nefasta gestión durante las primeras horas de la catástrofe, contrasta con la de un Feijóo que, superada la pantalla de la falta de vergüenza, decidió tirar de cinismo pata negra. Tras atribuirse el anuncio de que la Unión Europea contribuirá con fondos comunitarios a la reconstrucción de las zonas afectadas –who are you, le respondió Von der Leyen a Alberto cuando recibió su mensaje– Feijóo se puso manos a la obra para reescribir lo sucedido en las últimas horas y responsabilizar a la AEMET de la mala gestión de la crisis por su falta de concreción cuando decretó la alerta roja. Quizá Feijóo y algunos daltónicos no entendieron qué significa la alerta roja, pero los hechos no admiten discusión. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) había decretado a las 07:30 horas del martes el máximo nivel de alerta en la Comunidad Valenciana, pero el Gobierno del PP, que no suspendió las actividades laborales ni las lectivas, esperó a que hubiera riadas y daños para recomendarle a la población evitar desplazamientos. Horas antes, Mazón le había quitado importancia a la alerta anunciando, sin base científica ni información que lo apoyase, que a las seis de la tarde la tormenta amainaría. Lo hizo mediante una publicación en redes que el presidente valenciano borró cuando comenzaron a llegar las primeras imágenes del desastre. Qué más da. Feijóo había acudido a las zonas afectadas para intentar dañar al Gobierno cargado con un convoy repleto de cinismo. Que la verdad o el dolor no te estropeen un buen mitin.
Es humano y podemos entender que haber sido incapaz de llegar a La Moncloa a pesar de contar con todo el apoyo empresarial, judicial y mediático provoque una espina clavada en lo más hondo de su ser. Pero también es humano pedirle a un dirigente político que deje eso de lado para estar a la altura de unas circunstancias tan especiales como estas. Cuando la realidad es tan horrible, la manipulación habitual se convierte en un grave insulto. Nadie espera que Feijóo acuda sobre el terreno a pedir perdón por haber pactado gobiernos autonómicos con negacionistas del cambio climático. No tiene que rectificar las críticas de su partido contra la creación de la Unidad Militar de Emergencias que lleva días rescatando a personas atrapadas. Ni siquiera se le pide a Feijóo que haga dimitir al Carlos Mazón que hace menos de un año no sólo anunciaba, sino que presumía de haber suprimido la Unidad Valenciana de Emergencias y que ha puesto la guinda con su inacción. Sí podemos pedirle que, al menos, mientras se siguen buscando cuerpos, deje de hacer política basura. Podemos recordarle que no es presidente del Gobierno –porque él no quiso– pero que sí es un líder de la oposición que puede elegir entre mostrar decencia o mostrar patetismo.
Fuente: https://ctxt.es/es/20241001/Firmas/47731/Gerardo-Tece-Feijoo-Mazon-Valencia-manipulacion.htm