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¿Es posible la paz?

Fuentes: Rebelión

En la tarde de ayer, la Asociación Trabajo y Democracia (ASTRADE), editora de Tribuna Socialista, organizó el acto/debate vía telemática titulado: Guerra de Ucrania: antecedentes y consecuencias de la paz impuesta por los USA.

Todas las intervenciones, desde diferentes posiciones, fueron de gran interés y expresaron las enormes contradicciones del convulso periodo histórico en el que se adentra la humanidad en este decisivo siglo XXI.

Según nos informaron en el acto, Tribuna Socialista publicará una crónica de lo tratado. Recomiendo, pues, al amable lector o lectora, no se pierda la lectura del próximo número.

Permítanme, como introducción, la siguiente cita:

La guerra que vendrá
no es la primera.
Hubo otras guerras.
Al final de la última
hubo vencedores y vencidos.
Entre los vencidos,
el pueblo llano pasaba hambre.
Entre los vencedores
el pueblo llano la pasaba también.

Bertolt Brecht (1898-1956)

Transcribo a continuación mi intervención:

“Buenas tardes, procedo a dar lectura a mi ponencia, fundamentada en mi compromiso por la democracia y por la paz.

Compromiso que comenzó en el siglo pasado, siendo joven guardiamarina en la Escuela Naval de Marín y, años más tarde, contribuyendo modestamente a impulsar la clandestina Unión Militar Democrática (UMD) junto a tres de sus líderes -Julio Busquets, Luis Otero y José Fortes- en las postrimerías de la dictadura franquista, tras la revolución de los claveles en Portugal. Tras la disolución de la UMD continué en la lucha democrática hasta 1985, apoyado por Fernando Reinlein desde Diario16.

Compromiso que sigo manteniendo en el presente siglo, participando junto a otros compañeros en diversas iniciativas cívico-militares ya consolidadas, como lo son el “Colectivo Anemoi”, de militares republicanos contra las guerras imperialistas, la Asociación Civil Milicia y República (ACMYR), que preside la periodista y escritora Enriqueta de la Cruz, la Asociación por la Memoria Militar Democrática (AMMD), que preside nuestro compañero Manuel Pardo de Donlebún o el Foro Milicia y Democracia (FMD) que presiden Fernando Reinlein y José Ignacio Domínguez, antiguos dirigentes de la UMD.

Por ello, por responsabilidad política, porque esa es mi trayectoria personal, soy respetuoso con los valores inscritos en la Carta de las Naciones Unidas, que prohíbe el uso de la fuerza en las relaciones internacionales, tal como estipula la Constitución de la II República Española: Artículo 6º. España renuncia a la guerra como instrumento de política nacional.

Por lo tanto, aunque comprenda las razones que han motivado la decisión del presidente Putin, desapruebo la invasión ilegal de Ucrania, que ha puesto al mundo al borde de la III Guerra mundial y está causando numerosas víctimas inocentes a ambos lados del frente. Señalo, no obstante, que la guerra podría haberse evitado si la Unión Europea se hubiese liberado de su humillante vasallaje y hubiese escuchado con más atención los argumentos de Rusia

Conviene además recordar que los USA siempre han actuado con absoluto desprecio al derecho internacional, y ese es a mi juicio el factor decisivo, no solo de la guerra de Ucrania, sino de muchas otras guerras ilegales, como lo fueron las de Afganistán o de Irak.

El absoluto desprecio de los USA al derecho internacional es estructural, de lo contrario no se entendería la posición de la Unión Europea y de nuestro Gobierno, obligados a mantener una actitud contraria a sus intereses. Como lo es el silencio cómplice del genocidio que está perpetrando el gobierno sionista de Netanyahu contra el pueblo palestino.

Lo anterior, prueba una vez más nuestra absoluta dependencia de la potencia ocupante, que no es otra que los USA. No en vano existen al menos 275 de sus bases militares y emplazamientos sobre nuestro suelo, lo cual, junto a la penetración de su capital financiero, constituye una temible fuerza coercitiva sobre las élites europeas, que les impide de hecho defender sus propios intereses.

Por otro lado, los horrores cotidianos que arrojan los telediarios, están motivando al llamado Sur Global a aunar voluntades frente a la barbarie imperialista.

La semana pasada se celebró en varias ciudades europeas el 80 aniversario de la victoria sobre el nazismo, que marcó el final de la Segunda Guerra Mundial en Europa. Hago referencia a estas celebraciones porque reflejan, de forma evidente, la situación internacional creada tras el inicio de la guerra de Ucrania y, por tanto, el reagrupamiento de países en torno a los dos grandes bloques realmente en conflicto: Occidente, liderado por los USA, y el Sur Global, liderado por China y Rusia.

El desfile del día de la victoria sobre la Alemania nazi se celebró en diversas ciudades europeas de muy diferente modo. Por ejemplo, en Londres participó un aliado de la Alemania nazi -los colaboracionistas ucranianos- mientras que en Moscú asistieron numerosos líderes de países que representan el 60 % de la población mundial.

Pese al pretendido aislamiento de Rusia, la celebración en Moscú del 80 aniversario del Día de la Victoria prueba todo lo contrario, y de ello debiera tomar buena nota la Comisión Europea.

Las implicaciones de una paz dictada por los USA trascienden el escenario ucraniano.

En efecto, en primer lugar consolida la percepción de que el sistema internacional sigue regido por una lógica unipolar, donde el poder militar y económico de los USA determina los términos del orden global, poniendo en evidencia su “doble moral” en la defensa de la soberanía y los derechos humanos.

En segundo lugar, para Europa -una paz impuesta- significa una dependencia aún mayor de la estrategia de seguridad de los USA, debilitando la posibilidad de su autonomía estratégica.

La guerra en Ucrania representa mucho más que un enfrentamiento territorial: es un punto de inflexión en la disputa por el control del orden mundial, de las fuentes de energía y de las tierras raras. Hablar de una “paz impuesta” no es una exageración retórica, sino una advertencia sobre el riesgo de que la resolución del conflicto responda más a intereses globales que a las necesidades locales. En este sentido, una paz duradera solo será posible si se reconoce y respeta la autodeterminación de los pueblos implicados.

La reciente propuesta de Putin a Ucrania de iniciar conversaciones serias para abordar “las raíces de la guerra” ha sido inicialmente contestada por Zelensky, lo que ha suscitado una fulminante reacción de Trump, instándole a aceptar de inmediato la propuesta de Putin. Finalmente Zelensky ha aceptado iniciar negociaciones directas con Putin en Turquía el próximo 15 de mayo.

La referencia del presidente Putin a las raíces profundas del conflicto, se relaciona sin duda con una serie de factores históricos, políticos y culturales que han influido en el desencadenamiento de las hostilidades. El presidente ha mencionado aspectos como la historia compartida entre Rusia y Ucrania, las tensiones relacionadas con la expansión de la OTAN hacia el este, y las diferencias entre las identidades nacionales y políticas de ambos países. También ha puesto en evidencia las amenazas a la seguridad de Rusia y los intereses estratégicos en la región. Es un tema complejo y con muchas facetas pero, en esencia, esas raíces profundas están relacionadas con la historia, la seguridad y las relaciones internacionales en esa zona.

Los factores históricos, políticos y culturales que han influido en el conflicto en Ucrania son, esencialmente, lo siguientes:

  • Historia compartida: Rusia y Ucrania tienen una historia entrelazada que data de siglos atrás. Durante mucho tiempo, ambas regiones formaron parte del Imperio Ruso y, posteriormente, de la Unión Soviética. La disolución de la URSS en 1991 dejó a Ucrania como un país independiente, pero las conexiones históricas y culturales permanecieron fuertes.
  • La anexión de Crimea: En 2014, Rusia se anexionó Crimea, una península que antes pertenecía a Ucrania, y con anterioridad a Rusia, siendo Sebastopol la base principal de la Flota del Mar Negro de la Armada Rusa. Este evento marcó un punto de inflexión y aumentó las tensiones en la región.
  • Conflicto en Donbás: Desde 2014, ha habido enfrentamientos en las regiones del este de Ucrania, dando lugar a una guerra civil. Por un lado el ejército regular ucraniano, junto a grupos paramilitares armados, entre ellos el Batallón Azov de ideología nazi, y por el otro las milicias de la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk, constituidas por sus compatriotas combatientes.

Esto refleja una historia de conflictos y disputas territoriales. Veamos ahora con más detalle los factores políticos, culturales y sociales:

Factores Políticos:

  • Expansión de la OTAN: Rusia ha expresado su preocupación por la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia el este, considerando que esto representa una amenaza a su seguridad. Ucrania ha mostrado interés en acercarse a la OTAN, lo que ha generado tensiones con Rusia.
  • Gobiernos y orientaciones políticas: Ucrania ha tenido una historia de cambios políticos, con movimientos hacia la integración con Occidente y otros más cercanos a Rusia. La orientación política del país ha sido un factor clave en el conflicto.
  • Intereses estratégicos: Rusia ve a Ucrania como una zona de influencia natural y estratégica, y su control o influencia en Ucrania es importante para sus intereses de seguridad y poder regional.

Factores Culturales y Sociales:

  • Identidad nacional: Ucrania y Rusia comparten muchas raíces culturales, pero también tienen identidades nacionales distintas. La lengua, las tradiciones y las percepciones de identidad han sido puntos de diferencia y tensión.
  • Lengua y cultura: En Ucrania, hay una división entre las regiones donde predominan el ucraniano y las que hablan ruso. Esto ha influido en las percepciones de pertenencia y en las tensiones internas.
  • Percepciones y narrativas: La narrativa oficial y popular en ambos países a menudo difiere, con Rusia resaltando la protección de los rusófonos y la historia común, mientras que Ucrania busca afirmar su soberanía y su identidad independiente.

En resumen, el conflicto en Ucrania es resultado de una combinación compleja de historia compartida, intereses estratégicos, tensiones culturales y cambios políticos. Cada uno de estos factores ha contribuido a la situación actual.

Pese a todo, pienso que la paz es posible. Sin embargo, admito que una mirada atenta a los siglos XIX, XX y lo que va del XXI, contradice mi exagerado optimismo.

Para forjar una paz estable, justa y duradera, estimo que son imprescindibles tres líneas de actuación, con efectosa largo plazo, a saber:

  • Primera: El impulso a una amplia alianza de trabajadores y pueblos capaz de liquidar el dominio de los USA sobre Europa. Lo que sin duda atenuaría el riesgo de una nueva conflagración europea, que desbordaría sus fronteras y acabaría destruyendo todo vestigio de vida sobre el planeta.
  • Segunda: El impulso a un proceso constituyente continental, pues el llamado Parlamento Europeo, aunque es votado directamente por el pueblo, no es en realidad un parlamento. Carece del poder de proponer leyes, y está enteramente en manos de la Comisión Europea, que no es votada sino elegida por los Estados miembros y tiene una orientación cínicamente belicista y de extrema derecha.
  • Tercera: Crear las condiciones necesarias para la construcción de una casa común europea; socialista y solidaria; en paz, progreso y libertad; desde Lisboa a Vladivostok.”

Gracias por vuestra atención.

Manuel Ruiz Robles, portavoz del “Colectivo Anemoi”.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.