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Izquierda, prostitución & Violencia estructural

Prostitución, puteros y la izquierda

Fuentes: https://www.infolibre.es

«La corrupción, la prostitución, la drogas y las diferentes economías ilícitas operan juntas, se alimentan entre sí»


En estos últimos días la prostitución se ha convertido en un debate colectivo. En primer lugar, las conversaciones grabadas entre Ábalos y Koldo han desvelado una trama de corrupción que nadie podía imaginar en un gobierno y en un partido que llegaron a la política precisamente para limpiar la trama corrupta del PP. 

Sin embargo, este diálogo sobre corrupción contenía también una grabación entre Ábalos y Koldo sobre su pretensión de tener sexo con algunas mujeres que estaban en prostitución. El intercambio de apreciaciones entre ambos sobre ellas ha mostrado el núcleo más profundo de esta realidad social: en la prostitución las mujeres son objetos, cosas, mercancías y, por ello mismo, presas fáciles para su deshumanización. Y la deshumanización es la condición de posibilidad para justificar cualquier forma de violencia contra ellas. El feminismo ha tenido (y tiene) históricamente la razón: la prostitución es una forma criminal de violencia sexual. Como también una vulneración de los derechos humanos de mujeres que fueron expulsadas de sus familias, de sus entornos e incluso de sus propias expectativas de vida a causa de la pobreza.

Esta conversación entre ambos deja al desnudo el imaginario del putero, para el que las mujeres prostituidas son solo medios para gozar del placer que les proporciona el poder que ejercen sobre ellas. Ese placer del poder les devuelve la imagen de sí mismos como seres poderosos, casi omnipotentes. Su poder se alimenta de la falta de límites de sus deseos y de la ausencia de resistencia a sus demandas. La impunidad es el asiento sobre el que se desarrolla la corrupción, pero también la prostitución.

Tampoco debe extrañar que, en medio de conversaciones sobre comisiones y dinero negro, aparezca la compra de mujeres prostituidas. Las economías ilegales no funcionan aisladamente: la corrupción, la prostitución, las drogas y diferentes economías ilícitas operan juntas, se alimentan entre sí, utilizan los mismos circuitos semi-institucionalizados para rentabilizar sus beneficios. En pocos lugares tiene un espacio tan asegurado e inevitable la prostitución como en las tramas de corrupción.

La conversación entre Ábalos y Koldo es una más –y no de las más violentas– de aquellas que tienen lugar en los foros de puteros donde las mujeres prostituidas son calificadas y puntuadas en función de distintos criterios. Desde su procedencia hasta algunas características de su cuerpo, pero también, y sobre todo, la puntuación depende de que ellas no muestren resistencia a los deseos de los puteros. Escuchar esta conversación entre estos dos puteros nos obliga a hacernos preguntas: ¿Cómo argumentar que la prostitución es un trabajo después de esta grabación? ¿Cómo sostener que los puteros no deben ser sancionados y el proxenetismo perseguido? ¿Cómo no hacer una ley abolicionista de la prostitución? ¿Cómo puede haber sectores de la izquierda que defienden que la prostitución no es una quiebra extrema de la igualdad y una forma intolerable de explotación sexual? ¿Cómo puede recuperar la izquierda el sentido común?

Por eso, y voy a la segunda cuestión, el congreso de Comisiones Obreras de este pasado fin de semana corrige en parte ese virus neoliberal que ha penetrado en los rincones ideológicos más profundos de algunos discursos de izquierdas. Al argumentar que la prostitución es violencia sexual y desigualdad patriarcal y al negar que los cuerpos de las mujeres puedan ser lugares de trabajo, el sindicalismo de clase ha asumido que los cuerpos de las mujeres no pueden ser articulados en un mercado de consumo masculino.

Me pregunto si esta inequívoca posición política de CCOO, en la que el feminismo de clase del sindicato hacía mucho tiempo que estaba trabajando, es el principio de una nueva era ideológica de la izquierda. Me pregunto si los aplausos a Unai Sordo por parte de la vicepresidenta, Yolanda Díaz, cuando el secretario general afirmaba que la prostitución es explotación sexual, anuncian un cambio de rumbo de aquella izquierda que ha entendido la prostitución como un acto de libertad (neoliberal) de las mujeres prostituidas.


Fuente: https://www.infolibre.es/opinion/plaza-publica/prostitucion-puteros-izquierda_129_2019104.html

Rosa Cobo es profesora de sociología de la Universidad da Coruña, escritora y teórica feminista.