El colectivo eco-socio-animal Rebeldes Indignadas acusa a Greenpeace, Amigas de la Tierra y Ecologistas en Acción de greenwashing y de defender la más tóxica de la industrias para el colapso climático y la sexta gran extinción masiva: la ganadería extensiva, contra la abrumadora evidencia de la literatura científica más sólida. Denuncian en un informe que estas organizaciones trabajan al son del lobby ganadero-pesquero-acuícola y de una agenda supremacista humana que nos aboca al abismo, pues silencian o minimizan la urgencia de una tránsito a dietas vegetales. En este tema más de 60 estudios dejan claro que la vegana es la más beneficiosa.
Greenpeace, Amigas de la Tierra y Ecologistas en Acción vuelven a la carga en su ya tradicional defensa de la ganadería extensiva o la pesca y acuicultura «sostenibles«. Las dos primeras lo hacen con campañas expresamente centradas en la transición alimentaria, mientras EEAA lo ha hecho en los últimos días en su supuesta defensa del lobo.
Greenpeace acaba de sacar y presentar su Modelo Alimentario Sostenible, donde se hace énfasis en la defensa de la ganadería extensiva, la pesca «sostenible» y al acuicultura extensiva y, en alianza con entidades del sector como la Plataforma por la ganadería Extensiva, se dicen barbaridades inaceptables como que la ganadería extensiva ayuda a mitigar el cambio climático y favorece a los ecosistemas, cuando la ciencia de consenso deja claro que la actividad humana más dañina para cambio climático y biodiversidad es precisamente la ganadería extensiva, tres veces más dañina que la intensiva para ambas cuestiones, por lo que ninguna de las dos pueden ser una opción ante la crisis radical que tenemos por décadas de inacción criminal.
Greenpeace se convierte aquí en altavoz de personajes tan problemáticos como el ganadero Surafricano blanco Alan Savory acusado de supremacismo colonial y de matar a 40.000 elefantes, quien defiende sin base científica alguna que la ganadería extensiva sería la «solución al cambio climático» cuando es justo lo contrario. El 80% de la agricultura mundial se destina a alimentar a los animales explotados, con 80% de la deforestación amazónica para pastos de ganadería extensiva precisamente, ganadería que ocupa un tercio de la superficie terrestre, siendo principal causa de degradación masiva de ecosistemas y biodiversidad; mientras que la pesca y acuicultura arrasan los océanos y desestabilizan el sistema tierra hasta el borde de la inhabitabilidad y más allá. Igualmente falaz es por ello la defensa de pesca y acuicultura sostenibles, como demostramos en el informe Los Océanos se Salvan en tu Plato.
En líneas similares, el informe publicado por Amigas de la Tierra está firmado, entre otros, por una veterinaria de ganado conocida por su defensa fanática de la ganadería extensiva y su aversión, igualmente fanática, al veganismo, Marta Rivera Ferre, cuya autoridad al respecto consideramos se halla fuertemente en entredicho por carecer de una posición neutra al respecto, dada su formación y trayectoria, y por las afirmaciones inaceptables que sobre estas cuestiones viene realizando, como se analiza en nuestro informe Oculto a Primera Vista.
El informe de Amigas de la Tierra vende las bondades de la muy establecida «dieta de salud planetaria» en clave de dieta mediterránea, incluyendo un leve consumo de carne y un considerable consumo de lácteos que oculta el holocausto animal sistemático tras este producto, por lo demás muy poco sano para la salud humana y la del planeta.
En
esta «dieta climática» (denominación un tanto pretenciosa) podemos
encontrar propuestas tan peregrinas como la siguiente: «ENERGÍAS RENOVABLES Y
AUTOPRODUCIDAS. Uso de energía solar como fuente de energía en el regadío
y en la industria agroalimentaria. Uso de bioetanol autoproducido como fuente
de energía para la maquinaria agrícola. El residuo proteico de la producción
del bioetanol se emplearía para alimentación animal.» Propuesta
que obvia los inconvenientes de este tipo de
energía: El costo de producción es muy alto, prácticamente dobla el de la
gasolina; se consigue muy poco combustible en comparación al terreno explotado;
el uso de pesticidas y herbicidas en los monocultivos; y tiene una
sostenibilidad cuestionable dado que para su producción se necesitan
combustibles fósiles. No en vano son Repsol y sus filiales las que
acaparan la generación de bioetanol: «PERSEO Biotechnology cuenta con una
planta de escala precomercial en L’Alcúdia (Valencia) y puede procesar hasta 25
toneladas diarias de residuos orgánicos. Su alianza con Repsol —a través de
nuestro fondo de inversión de capital riesgo Repsol Corporate Venturing—
permitirá a la nueva empresa perfeccionar la tecnología en menos tiempo para
alcanzar la fase comercial y aprovechar la experiencia de Repsol en este campo.
Ambas empresas colaboramos para mejorar la eficiencia de la tecnología Perseo
Bioethanol® y maximizar la variedad de residuos que puede procesar.» De hecho, la
implantación de la industria del biocombustible está generando conflictos en el ámbito rural, al igual que ocurre con los polígonos
industriales fotovoltaicos y eólicos.
No menos sorprendente resulta plantear la «vinculación de la ganadería al
territorio […] sin
importación de granos para la elaboración de piensos, ni importación de
alimentos de origen animal para consumo humano. Además, se incrementa el uso de
pastos hasta su capacidad de carga sostenible en aquellas provincias en las que
la carga ganadera es menor a esta.» Sin importación
de granos es imposible la alimentación de los animales destinados a los
mataderos, como ya quedó expuestos en el informe «Los Incendios se Apagan en tu Plato». Además, nuevamente se
oculta que la explotación extensiva, regenerativa o cualquier otro eufemismo
que se le quiera aplicar es una de las primeras causas de deforestación.
Por último, pero no menos importante, la presunta dieta planetaria ni siquiera respeta la temporalidad de los cultivos, proponiendo un modelo de menú en el que podemos encontrar espinacas, brócoli y coliflor en el menú de primavera/verano o pimiento en el de otoño/invierno, mientras que el tomate aparece en ambos.
Parece una guía alimentaria hecha a medida de ciertos lobbies ganaderos que quieren blanquear la imagen de los lácteos, la carne, la pesca o la acuicultura, mientras se minimiza el tema central: la necesaria y urgente transición a dietas vegetales.
Con ello estas entidades contribuyen al lavado de imagen de la industria más devastadora que existe: la Industria Alimentaria de Explotación Animal, principal causa de cambio climático extinciones masivas, contaminación, holocausto animal, problemas de salud y desigualdad humana y de inseguridad hídrica y alimentaria.
Se menciona en estos informes con la boca pequeña la reducción de alimentos de origen animal, siempre en plano secundario frente a la defensa de lo agroecológico, un discurso tan manido como vacío pues no es escalable a la humanidad actual sin transiciones sistémicas larguísimas y profundas. En su lugar la transición a dietas vegetales, tanto y tan rápido como sea posible, debería ser, de acuerdo con la mejor ciencia, el gran eslogan y epicentro de estas campañas que las grandes ONG ecologistas no se atreven a abordar por estar plagadas de vínculos con el lobby, por miedo a perder afiliados y subvenciones y por el supremacismo humano de muches activistas que no se quieren cuestionar su privilegio de seguir comiendo animales. Con estas campañas las grandes ONG hace como que están abordando la transición alimentara que algunas llevamos tiempo exigiéndoles que dejen de silenciar, pero como era de esperar lo hacen de forma artera y reproduciendo el meollo de los silenciamientos y negacionismos que venimos más de un año denunciando.
Finalmente Ecologistas en Acción, tradicional defensora de la ganadería extensiva vuelve a la carga en su supuesta defensa del lobo, cuando, como ya hemos manifestado la ganadería es la principal amenaza para el lobo y no al revés.
Los más de 60 estudios contrastados en el informe Alimentos de Destrucción Masiva dejan claro que la dieta vegana es la que tiene mayores beneficios para el clima, la biodiversidad, el bienestar animal y la salud e igualdad humana: ante la radicalidad de la crisis que tenemos encima es inaceptable que las grandes organizaciones ecologistas silencien esa cuestión fundamental que debería ser el epicentro de su principales campañas. Solo las grandes ecologistas tienen hoy capacidad para romper el muro de silencio impuesto por el sistema. Informar es lo esencial pues el cambio de dietas lo podemos hacer todes: por eso precisamente se silencia. Y sobre todo es inaceptable se conviertan en altavoces del lobby y de la industria más dañina.
A ganaderos, pescadores y acuicultor*s hay que ayudarles, sí: a transicionar hacia industrias de proteína vegetal (y de algas y hongos, ayudada tal vez por la fermentación bacteriana de precisión), mientras se invierte en una resilvestración masiva de la Tierra. Solo eso podría darnos tiempo para un decrecimiento profundo, demográfico incluido, en el que las actuales fantasías de una agroecología para todes dejaran de ser un eslogan vacío y se hicieran más reales, pero sin explotación animal en cualquier caso. Ignorando esto seguimos poniendo parches al Titanic que se hunde y nos abocamos a un colapso y una extinción en este siglo. Sacar los botes salvavidas implica un cambio radical en la agenda supremacista humana y su narrativa suicida del progreso y el crecimiento infinito.
Todo ello revela a unas ONG vendidas al Greenwashing y que son por tanto Enemigas de de la Tierra tanto como de los animales (humanos y no humanos).
Desde Rebeldes Indignades exigimos un cambio de 180º a estas organizaciones desnortadas que contribuyen a desinformar a la población y minimizan el poder del* consumidore para forzar un cambio sistémico total.
Exhortamos a individuos y organizaciones a sumarse a la Carta Abierta a la Grandes Organizaciones Ecologistas, en la que sumamos ya 28 entidades internacionales, en relación con este tema y a hacer suya la campaña No Escojáis la Extinción, en líneas similares. Exhortamos a las bases a unirse estas iniciativas y romper este negacionismo criminal por el que las grandes ONG ecologistas perpetúan la desinformación sobre este tema promovida por los lobbies ganadero-pesquero-acuícola, ante la más potente medida que todo el mundo podría activar si lo supiera: el cambio inmediato de dietas, al que habrá de seguir un decrecimiento profundo que desmantele la sociedad explotadora-sedentaria y su expansión planetaria: o lo hacemos voluntariamente o vendrá por un colapso inminente.
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