«Memoria, lucha y festejo» es la consigna que resume este agosto en el pueblo neuquino de Las Coloradas, donde hace una década frenaron la instalación de un proyecto minero en las nacientes del río Catán Lil. Con organización comunitaria, movilización en las calles, concientización y defensa de sus derechos, lograron proteger el territorio y decidir su forma de vida. Democracia real y una comunidad que hizo historia.
La tranquilidad se rompió en junio de 2015. El Boletín Oficial de Neuquén anunciaba la llegada de una empresa minera trasnacional. Buscaba oro, cobre y molibdeno, y se ubicaría en las nacientes del río Catán Lil. Ya nada fue igual en Las Coloradas, un pueblo de mil habitantes del oeste provincial. La noticia corrió, comenzaron a juntarse vecinos, nació una asamblea, hubo movilizaciones, presentaciones judiciales y exigieron el cumplimiento de sus derechos. «El río es nuestro alimento», definió una abuela y se transformó en bandera de lucha. Y lograron lo que parecía imposible: echar a la minera.
Los sauces, álamos, olmos y acacias de las calles de Las Coloradas fueron testigos de la gesta. No hay asfalto en este lugar donde sobra memoria (mucha de ella mapuche) y se llenó de acción colectiva. Ubicado a 110 kilómetros al sur de Zapala, el pueblo se caracteriza por su tranquilidad y, en su veintena de manzanas, se hace realidad el dicho popular: todos se conocen. Por eso no fue difícil difundir la noticia aquel junio de 2015: la empresa Southern Copper Corporation (subsidiaria de la multinacional «Grupo México») pretendía explotar el cerro y llevarse minerales. El proyecto había sido bautizado «La Voluntad» y estaba ubicado en un área conocida como «Las Nenas», en la Sierra de Catán Lil.