La agricultora ecológica, escritora y activista de Masvingo, Zimbabue, ha fundado la African Women’s Collaborative for Healthy Food Systems para poner los cultivos de las mujeres en el centro.
Elizabeth Mpofu (1959) es una agricultora ecológica a pequeña escala, escritora y activista de Masvingo, Zimbabue. Fue coordinadora general de La Vía Campesina (LVC) entre 2018 y 2021 y la primera mujer en liderar este movimiento global. La entrevistamos en el marco del 3r Foro Global Nyéléni de soberanía alimentaria, celebrado del 6 al 13 de septiembre en el Instituto Nacional de Desarrollo Cooperativo en Kandy, en Sri Lanka. Mpofu participó en la primera Asamblea de mujeres del Foro y su intervención tuvo como eje un recorrido histórico desde el primero, celebrado en Mali en 2007. Nyéléni es el nombre de una legendaria campesina maliense que se ha convertido en símbolo de la soberanía alimentaria, paradigma que se opone al modelo de producción globalizada de comida y que apuesta, en su lugar, por el fortalecimiento de las economías locales.

¿Nos podrías contar sobre tu trabajo con las agricultoras y su situación en Zimbabue?
Vengo
de una de las regiones más secas de Zimbabue, la ‘Región 4’, en la que
hay muy pocas precipitaciones. Soy ex coordinadora general de LVC y
recientemente he fundado una iniciativa llamada African Women’s Collaborative for Healthy Food Systems
(Colaboración de mujeres africanas para sistemas alimentarios
saludables). Dentro de nuestras comunidades, como líderes, ponemos la
producción de los cultivos de las mujeres en el centro. Como mujeres
agricultoras, la mayor parte de nuestra producción ha estado controlada
siempre por nuestros maridos y no hemos tenido ninguna opción de decidir
qué hacer con nuestros productos. Así que, a través de esta iniciativa,
creemos que se escucharán más las voces de las mujeres, porque ellas
también deberían decidir qué hacer con sus cultivos. Como cooperativa,
hemos seleccionado varios cultivos producidos por mujeres y hemos
acordado llevarlos a los laboratorios para analizarlos y averiguar si
son saludables para decidir si queremos comercializarlos. La pregunta a
contestar es qué vendemos a nuestros consumidores. Así, si alguien nos
compra, puede saber que se está alimentando de manera saludable.
Además, presido la Escuela de agroecología Shashe, que también es una iniciativa que hemos aprendido de LVC. Muchas de nosotras, agricultoras, no hemos accedido a niveles superiores de educación formal, pero a través de nuestras escuelas nos reunimos y compartimos conocimientos, porque creemos en los saberes tradicionales. No hay ningún agricultor, ganadero o pastor en las zonas rurales que no haya heredado conocimientos de sus abuelos. Nos juntamos y nos formamos mutuamente sobre cómo producir de forma agroecológica. ¿Por qué la agroecología? Porque gran parte de la tierra ya no sirve para producir alimentos tras el uso de fertilizantes intensivos y herbicidas. No queremos utilizar ninguno de esos productos científicos. Debemos intentar utilizar nuestros propios recursos, cuidar de la madre tierra y el medio ambiente, porque es de ella de donde obtenemos nuestro abono.
¿Qué es lo que cultivan normalmente las mujeres y qué alimentos producen?
El
maíz no porque es un cultivo predominantemente masculino, y no podemos
contar con que ese sea nuestro único alimento. Ahora estamos estudiando
la producción de sorgo, mijo africano, cacahuetes, nueces bambara,
frijoles… cultivos a pequeña escala. También verduras tradicionales,
como hojas de calabaza, okra, batatas, judías…
Volviendo a tus años de trabajo, organización y activismo con las mujeres agricultoras de Zimbabue, ¿qué te gustaría destacar?
Durante el tiempo que estuve liderando, creamos la creación del Foro de Pequeños Agricultores Orgánicos de Zimbabue (ZIMSOFF).
Establecer los objetivos que queríamos alcanzar fue fácil, y ahora
estamos viendo cómo podemos cumplirlos uniendo fuerzas con otras
organizaciones afines. Liderar proyectos siendo mujer no es sencillo,
así que necesité el apoyo de otras personas, porque no se puede pensar
en construir una casa con un solo ladrillo; son necesarios decenas de
ellos para que se mantenga en pie.
¿Te refieres al apoyo de otras mujeres?
Sí,
pero también al de algunos hombres. Todos hablamos de soberanía
alimentaria y agroecología. También hemos dialogado con nuestros
parlamentarios y ahora comprenden mejor nuestras demandas. La Escuela de
Agroecología tiene un muy buen nivel y el gobierno la apoya.
Otra iniciativa que me gustaría destacar son nuestros programas de alimentación escolar. Creo que es fundamental que las infancias disfruten de comer alimentos saludables. Trabajar con los líderes locales tampoco ha sido fácil, así que lo que hemos hecho es traerlos a nuestras reuniones. Especialmente en las ferias de semillas y alimentos… Aprovechamos para traer a los líderes locales, provinciales, administrativos, etc. que podemos, y les expresamos nuestras opiniones. Últimamente si queremos hacer una actividad es muy fácil escribirles o llamarles. Les decimos que queremos organizar un evento y dicen “dinos la fecha y adelante”.
O sea que confían en vosotras y os apoyan.
Exacto.
Aunque es verdad que no es tan fácil atraer a las mujeres y hombres
jóvenes: muchas veces quieren ganar dinero rápido y saben que la
agricultura requiere mucho trabajo. Por eso siempre hacemos hincapié en
que se trata de un proceso de educación y aprendizaje. La agricultura no
requiere tanto trabajo si se hace en grupo. Les decimos que no pueden
hacerlo solos y que hay métodos alternativos. Hoy estás en mi granja,
mañana estás en la de otra persona. Cada mes juntamos algo de dinero
para dárselo a alguien. Al principio los jóvenes no se involucraban,
pero ahora han visto que algunos han conseguido comprar muebles para sus
casas, comprar animales de ganado, o incluso enviar a sus hijos a la
escuela.
Además de la primera Asamblea de mujeres del
Foro Nyéléni este año, en la que participaste, también se celebró la
primera Asamblea de juventud. Se comentó que muchos jóvenes prefieren
emigrar a las ciudades antes que quedarse en el campo.
Sí,
es un tema que se plantea constantemente. [En el campo] hay tantas
dificultades que resulta complicado movilizar o sensibilizar a los
jóvenes en ese sentido. Por eso intentamos decir tanto a los jóvenes
como a las mujeres rurales que si no hablan por sí mismos nadie lo hará
en su nombre. Es una cuestión de que la juventud se una, elabore
estrategias y ponga su agenda sobre la mesa. Estos jóvenes también
podrían buscar el apoyo de movimientos ya asentados y fortalecer
alianzas. Lo mismo con las mujeres. En el Foro hablamos de
transformación sistémica pero cuando yo vuelva a casa y hable con las
mujeres de las áreas rurales, ¿crees que entenderán algo de todo eso? Se
trata de compromisos más profundos, de educación y formación; de
traducir los documentos a nuestras propias lenguas maternas. Si vuelvo a
casa y les leo la Declaración y la Agenda Política Común que hemos
escrito en el foro en inglés, ellas solo escucharán pero no aportarán
nada ni contribuirán.
En algún
momento has mencionado que la juventud se siente atraída por el dinero
rápido. ¿Por eso prefieren los jóvenes emigrar incluso fuera del país?
Nuestros
jóvenes están tan ‘educados’ que no se les puede convencer de que se
queden en la granja. Te dicen que quieren ganarse la vida por su cuenta y
prefieren emigrar, por ejemplo, a Sudáfrica, o a otros países donde
creen que encontrarán mejores oportunidades. Ahora hay un gran problema
con la minería ilegal, que es una actividad muy peligrosa. Lloramos
todos los días porque nuestros jóvenes se matan entre ellos por esta
actividad. Si un hombre consigue una gran cantidad de dinero tras vender
oro, se le echan encima, lo matan y le quitan el dinero. Es un caos, y
es un problema que no se limita a Zimbabue, sino que se extiende por
Ghana, Nigeria, República Democrática del Congo, y otros países de
África. Necesitamos presionar para que nuestros gobiernos pongan en
marcha políticas que promuevan la minería legal y desincentiven la
ilegal.
La migración del Sur al Norte Global (por
ejemplo, la migración de jóvenes africanos a España y otros países
europeos) también tiene que ver con el extractivismo, el legado colonial
y el sistema corporativo global.
Justamente
hablamos de soberanía alimentaria y agroecología para denunciar que las
empresas multinacionales no respetan nuestras semillas indígenas y por
eso introducen sus propias semillas, híbridas y transgénicas. Así que ya
sea desde España, Francia, Europa, América, África, debemos luchar
contra estas empresas multinacionales. No tenemos armas y no tenemos
recursos, pero tenemos solidaridad y estrategias y tal vez podamos
llegar a espacios como los de Naciones Unidas, donde se toman decisiones
en materia de política global. De hecho, ya hemos estado en Ginebra,
Nueva York, Roma. Uno de nuestros logros fue la adopción de la
Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y
de Otras Personas que Trabajan en las Zonas Rurales, que ahora es una
herramienta a la que puede recurrir todo el mundo.
En 3r Foro Global Nyéléni se ha hablado de convergencias y alianzas mundiales. ¿Cómo podrían las agricultoras de Zimbabue y de España, por ejemplo, intercambiar conocimientos?
Sea en Zimbabue o en España, las mujeres tienen un acceso a la tierra limitado. Pero podemos exigir el acceso a tierras fértiles; para eso hay que presionar a nuestros gobiernos. Es un reto, pero juntas hemos construido una voz fuerte y unida y hemos estrechado nuestra colaboración con otros movimientos afines. Esto es muy importante porque las políticas agrarias se formulan en niveles superiores. Si tenemos una voz unida internacionalmente, será más fácil transmitir este mensaje.
Respecto al intercambio de conocimiento, se pueden realizar visitas de aprendizaje. Por ejemplo, traer agricultoras de España a Zimbabue para que estén con nosotras en nuestras granjas y que aprendan cómo trabajamos, y al revés. Los agricultores y agricultoras aprendemos observando. No todos ni todas sabemos leer y escribir, pero mirando, se puede aprender fácilmente unos de otros.
‘El cambio sistémico es ahora o nunca’ es el lema del 3r Foro Global Nyéléni. ¿Por qué?
Porque ya hemos hablado suficiente ¡y hay que pasar a la acción!