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Magnífica propuesta de la patronal… si no le faltara una pata

Fuentes: Ganas de escribir

El presidente de la patronal Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), Antonio Garamendi, ha hecho una propuesta muy interesante, e incluso me atrevería a decir que magnífica. Ha pedido que los trabajadores cobren su sueldo en bruto para que sean conscientes de lo que suponen las cotizaciones sociales y otras cargas para las empresas.

Me parece muy buena idea por tres razones principales.

En primer lugar, porque, como él mismo dice, los trabajadores y a partir de ellos sus familias y allegados, podrían ser mucho más conscientes del esfuerzo que hacen cuando contribuyen a las arcas del Estado. Lo que es lo mismo que decir lo mucho que cuesta mantener los servicios públicos de sanidad, educación, administración de justicia, policía, ejército, pensiones, ayudas sociales de todo tipo, investigación, entre otros. Sin duda, siendo más conscientes de ello, todos seríamos más cuidadosos y evitaríamos los despilfarros y malos usos que sin duda deben producirse.

En segundo lugar, me gusta mucho esa idea, sobre todo en los relativo a las cotizaciones sociales, porque de esa manera se podría percibir con claridad su auténtica naturaleza, la cual es malinterpretada habitualmente no sólo por muchos empresarios, sino también por algunos miembros de la judicatura.

Efectivamente, es habitual decir que las cotizaciones sociales son impuestos sobre el rendimiento del trabajo, cuando en realidad también pueden considerarse como salarios. En concreto, salarios indirectos, puesto que gracias a ellas -directa o indirectamente- se reciben ayudas y servicios públicos de salud, o diferidos, pues sirven para financiar las pensiones.

Me parece magnífico que la propia patronal sea la que proponga que los trabajadores (y ella misma) sean plenamente conscientes de que las cotizaciones sociales son salario y que deben contemplarse como tales, sintiendo que el ingreso (indirecto y diferido) de los trabajadores en realidad aumenta cuando se elevan.

En tercer lugar, porque al ver ese aumento en su nómina, los trabajadores podrían calcular más fácilmente si con esa cantidad adicional sería suficiente para ahorrar lo necesario para hacer frente al gasto privado de sanidad, formación o cuidados cuando los necesitaran, o para tener una pensión privada digna al jubilarse, en el caso en que desapareciera la Seguridad Social o disminuyera el gasto público y, por tanto, esos impuestos que Garamendi considera axfisiantes.

Por esas tres razones yo apoyaría la propuesta de la patronal española, si no fuera porque está coja, pues le falta una pata o complemento.

Si la patronal reclama ese tipo de transparencia en la nómina para que los trabajadores tengan una información mucho más real de lo que ganan y de lo que dan al Estado en forma de impuestos, me parece que lo elemental, lógico y complementario, y lo justo, es que se haga lo mismo en lo referente al ingreso empresarial.

Esto último sería muy importante porque vivimos en una ficción tremenda. Se dice defender la economía de mercado porque éste es un mecanismo superior de provisión, al ser capaz de fijar precios de eficiencia (los más bajos y los que retribuyen a cada factor en función de su contribución a la producción) que a su vez actúan como el mejor sistema para indicar a los productores lo que les conviene producir para obtener el máximo beneficio y a los consumidores para lograr la máxima utilidad. Sin embargo, lo cierto es que los precios que fija el mercado no respetan una condición esencial que debería darse para que esto anterior pueda conseguirse: reflejar todos y cada uno de los costes y beneficios implicados en la producción y el consumo.

Lo diré de modo más claro para que se me entienda mejor. Las empresas fijan sus precios, lo que pagamos por sus productos, sin tener en cuenta un buen número de costes que generan al conjunto de la economía y la sociedad, y sin registrar muchos beneficios que reciben de ellas.

Por un lado, las empresas (como todos los sujetos económicos) producen muchos costes a terceros por los que no pagan nada, o sólo una parte muy pequeña. Sencillamente hablando, no aparecen en sus balances costes como contaminación de aire, del agua o del suelo, gasto de infraestructuras de todo tipo, enfermedades laborales, ineficiencias por control de los mercados, daños no reconocidos por mala calidad o producción defectuosa, incluso daños de tipo cultural o identitario, entre otros. Cuando las empresas no registran estos costes en sus cuentas no quiere decir que no existan.  Significa que los pagan otros sujetos que no los han generado.

Por otro, las empresas reciben ingresos o beneficios de su entorno que no computan como tales: utilizan constantemente infraestructuras financiadas públicamente, educación, formación y atención sanitaria del personal que emplean, conocimientos acumulados que han sido producidos gracias a la investigación y el desarrollo financiados con fondos públicos, seguridad jurídica y policial, en muchos casos rescates y garantías públicas, información necesaria para vender sus productos producida y financiada por el Estado, estabilidad social para que los negocios puedan funcionar,  trabajo de cuidados no remunerados y sin el cual no podría funcionar ninguna empresa, redes sociales que crean el mundo que permite que haya consumo y ventas de las empresas, acceso gratuito o subsidiado a multitud de recursos naturales, normas legales que les favorecen imponiendo costes a otros sujetos, o los que se podrían definir como beneficios intergeneracionales, es decir, el acervo común que vamos generando y que pasado el tiempo utilizamos como si viniese de la nada.

Muchos empresarios dicen que hay que disminuir la intervención pública y el gasto de las administraciones, e incluso algunos, engatusados por el anarcoliberalismo de moda, abogan por suprimirlos radicalmente. No saben lo que dicen. Ninguna empresa, ni una sola, podría ser rentable ni llegaría a funcionar si no recibiera esos beneficios o ingresos externos que no registra en sus balances.

Se me dirá que las empresas pagan impuestos para «pagar» todo eso que reciben. Y es cierto. Lo mismo que los trabajadores. Pero la cuestión es que no hay transparencia ninguna sobre el grado en que esos impuestos reflejan rigurosamente lo que cada sujeto recibe de los demás o lo que cuesta a otros.

Es por eso que la propuesta de la patronal me parecería magnífica si fuese completa, es decir, si tuviera en cuenta esta segunda parte y comprometiera a las empresas para lograr que los precios sean, efectivamente, lo que deben de ser (una expresión real de los costes e ingresos que genera la producción), y para mostrar lo que dan y lo que reciben de los demás sujetos económicos con la misma transparencia que se ofrece a los trabajadores.

Lo que estoy diciendo no es ninguna quimera. Hay ya experiencias en algunos países de empresas que reflejan en sus cuentas de ingresos y gastos ese tipo de conceptos que la inmensa mayoría no tiene en cuenta y que fijan precios teniendo en cuenta todos los costes. La Economía del Bien Común, por ejemplo, ha avanzado en ese aspecto y ha diseñado un balance capaz de reflejar lo que la empresa da y lo que recibe realmente de su entorno, no teniendo en cuenta solamente los costes e ingresos explícitos habituales, sino también su contribución al bienestar social, ecológico y democrático.

Es muy fácil, como hizo Garamendi al presentar esta propuesta, criticar los impuestos y decir que “No se puede llegar a más” sin hacer números, o contando sólo lo que interesa, sin que las cuentas empresariales o familiares registren lo que de verdad nos están dando las administraciones públicas a las que pagamos impuestos. Hoy día empezamos a tener tecnología capaz de elaborar un nuevo tipo de contabilidad que, en lugar de ocultar la realidad de los mercados, los intercambios y los precios, registre lo que de verdad ocurre en todos ellos. Confiemos en que se avance por ese camino, aunque es fácil presumir que estará lleno de piedras y obstáculos, seguramente puestos por quienes nunca practican el esfuerzo de austeridad, moderación y transparencia que piden a los demás, como curiosamente le ocurre siempre que habla a Garamendi.

Publicado en lavozdelsur.es el 31 de octubre de 2025

Fuente: https://juantorreslopez.com/magnifica-propuesta-de-la-patronal-si-no-le-faltara-una-pata/