España pagará un túnel que beneficia a los intereses estratégicos marroquíes
La reactivación del viejo proyecto de un túnel bajo el Estrecho de Gibraltar —con un coste estimado de 8.500 millones de euros para España y con estudios de campo previstos para 2030— ha vuelto a colocar sobre la mesa un debate incómodo: ¿a quién beneficia realmente esta infraestructura? La cuestión ha sido planteada recientemente por el blog Contando Estrelas, cuyas observaciones resultan pertinentes en un momento en el que la política española hacia Marruecos se ha alineado de forma inédita con los intereses de Rabat.
El diseño preliminar apunta a un trazado entre Punta Paloma (Tarifa) y Punta Malabata (Tánger), unos 27 kilómetros de recorrido submarino. Y aquí surge la primera paradoja: la distancia entre Cádiz y Ceuta es de solo 17 kilómetros. Una conexión con Ceuta sería más corta, más económica y reforzaría la comunicación con una ciudad española sometida a una presión política constante por parte de Marruecos. Sin embargo, esta opción no forma parte del proyecto, que prioriza de nuevo la conexión con el reino alauí.
El túnel plantea un problema inmediato: la frontera extracomunitaria. Marruecos no pertenece a la UE y cualquier tránsito ferroviario o automovilístico debe someterse a un régimen de controles fronterizos similar al de Ceuta y Melilla. Presentarlo como un corredor fluido ignora tanto las obligaciones jurídicas de España como la realidad de la inmigración irregular que Rabat sigue utilizando como instrumento de presión política. El riesgo de crear una vía directa de entrada a Europa sin garantías suficientes es evidente.
Pero hay una dimensión más profunda: la geopolítica del Estrecho. Un túnel España–Marruecos no solo refuerza la posición estratégica de Rabat, también puede situar a Ceuta y Melilla en una situación de dependencia indirecta. Si la conexión prioritaria con la Península pasa a ser un corredor Marruecos–España, las dos ciudades autónomas quedan, de hecho, desplazadas. En un contexto en el que Rabat ha cerrado unilateralmente sus aduanas con ambas ciudades y mantiene un pulso económico permanente, el proyecto parece un premio inmerecido a quien ejerce la presión.
El análisis de Contando Estrelas subraya otro punto clave: la exclusión de Ceuta y Melilla del espacio Schengen, una decisión adoptada por el Gobierno español hace tres años y nunca revertida. Esta exclusión —que se justificó con el argumento de “facilitar el tránsito” con Marruecos— ha debilitado la posición de ambas ciudades en el marco europeo. Y al mismo tiempo, Rabat ha bloqueado los pasos fronterizos y restringido la actividad comercial, con el objetivo evidente de asfixiar su economía. En este contexto, apostar por un túnel masivo que refuerza aún más la posición marroquí resulta difícil de explicar.
Tampoco puede obviarse el marco más amplio: el proceso de descolonización del Sáhara Occidental, el creciente papel militar y diplomático de Marruecos, y la estrategia española de reorientar su política exterior hacia un alineamiento casi automático con Rabat. Desde el giro unilateral de Pedro Sánchez en marzo de 2022, cada decisión relacionada con Marruecos merece una lectura estratégica. Y la construcción de una infraestructura de miles de millones que conecta directamente el territorio español con un Estado que sigue ocupando ilegalmente el Sáhara Occidental encaja en esa dinámica de concesiones acumulativas.
El debate no es técnico. Es político. ¿Por qué España asume el coste económico y el riesgo estratégico de una obra que beneficia sobre todo a Marruecos? ¿Por qué se descarta reforzar Ceuta y Melilla, territorios españoles sometidos a un hostigamiento constante? ¿Y por qué se impulsa un proyecto de esta escala sin un debate transparente, en plena reconfiguración del equilibrio militar y diplomático del Estrecho?
Mientras las respuestas no lleguen, el túnel aparece como la metáfora perfecta del momento: España cediendo terreno estratégico mientras Rabat consolida su posición, tanto en el Estrecho como en su ocupación del Sáhara Occidental. La infraestructura aún no existe, pero la dirección política que revela es inequívoca.
Carlos C. – PLATAFORMA «NO TE OLVIDES DEL SAHARA OCCIDENTAL»


