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A propósito del debate abierto con el artículo «Y en eso se fue Fidel» de Pascual Serrano

Fuentes: Rebelión

Es comprensible el debate que ha suscitado (aprobación y animadversión) el artículo valiente (y digo valiente porque no es fácil ir en contra de la denominada «verdad» sobre Cuba que se ha impuesto en el mundo denominado libre), que el periodista Pascual Serrano ha escrito en el diario «Público» el pasado día 2 de enero, […]

Es comprensible el debate que ha suscitado (aprobación y animadversión) el artículo valiente (y digo valiente porque no es fácil ir en contra de la denominada «verdad» sobre Cuba que se ha impuesto en el mundo denominado libre), que el periodista Pascual Serrano ha escrito en el diario «Público» el pasado día 2 de enero, bajo el titulo «Y en eso se fue Fidel».

Esa «verdad» establecida nos dice que Cuba es una dictadura comunista cruel y asesina, donde los niños se mueren de hambre y donde el pueblo sufre persecución permanente y donde se asesina a los disidentes. Y esa «verdad» se fundamenta en que la mayoría de los cubanos están en contra del sistema político imperante en el país. Esa «verdad» se ha repetido millones de veces y a través de miles de medios de comunicación y al final se ha convertido en una «verdad» que no se «puede» cuestionar.

El periodista Pascual Serrano, se atreve a escribir contra esa «verdad» y por ello nada contra corriente, cuando trata de explicar aspectos reales de la vida cubana que no coinciden con lo que insistentemente se «nos informa» sobre lo que está pasando en Cuba.

Es absolutamente correcta la afirmación que hace el señor Serrano en su articulo, de que «Si hace 17 meses, cuando el presidente cubano Fidel Castro se retiró por problemas de salud de la primera línea política, hubieran preguntado a los españoles cuál sería la situación de Cuba al comienzo de 2008, pocos hubieran afirmado que la normalidad y la institucionalidad sería absoluta. Esto no quiere decir que lo sucedido -o no sucedido- en Cuba haya sido algo imprevisto o sorprendente, sino que es una muestra del desconocimiento y desinformación que sufre la comunidad internacional sobre la realidad cubana».

En dicho articulo no se niega que haya problemas en Cuba, ni se defiende que aquello sea un paraíso, pues se dice claramente que «Por supuesto Cuba tiene muchos problemas, incertidumbres y necesidad de cambios. Se trata principalmente de la vivienda, el transporte y la mejora de la producción alimentaria para su población», pero se analizan dichos problemas de una manera objetiva, y se dice a continuación «Pero lo sugerente es que son problemas que ya se vislumbran más fácil de resolver en el socialismo que en el capitalismo. En vivienda la solución es construir, mientras que en España, el mercado no lo resuelve teniendo dos millones de casas vacías. El transporte es más fácil solucionarlo en La Habana mediante una buena red de autobuses, o tranvías, que en ciudades colapsadas como Caracas o México D.F. Y en alimentación, el reto es comenzar a producir en la mitad de las tierras cultivables que se tienen ociosas. Es verdad que también hay problemas de ineficiencia y corrupción, pero en Cuba ninguna persona se embolsa millones de dólares recalificando terrenos como en España, y ningún ministro gasta 150.000 euros en viajes en aviones privados ni 183.000 en protocolo, como hizo Eduardo Zaplana según revela el periodista Alfredo Grimaldos en su último libro. Convencer a los ciudadanos para que trabajen eficazmente en el socialismo no es fácil, en el capitalismo basta con matar de hambre a quienes no lo hagan, por eso uno de los retos de Cuba es encontrar los mecanismos de incentivación que no generen desigualdades insultantes e intolerables. Esa discusión tampoco se ha evitado, Raúl Castro lo abordó claramente en su discurso del pasado 26 de julio».

Claro que en Cuba no hay un sistema político como el existente en España; claro que en Cuba no hay diferentes partidos políticos que se presentan a las elecciones; claro que en Cuba hay grandes problemas en torno a la vivienda, al transporte, a la producción de alimentos, a los salarios, etc. Y claro también que Cuba es una país con un embargo económico impuesto por los Estados Unidos (la máquina económica y militar mas poderosa de la tierra) y claro también que Cuba es un país pobre y con escasos recursos al que permanentemente se le está atacando de mil manera por el imperio que hoy manda en el mundo, precisamente para impedir un desarrollo económico y político ordenado y sosegado en dicho país y ello a pesar de las reiteradas resoluciones condenatorias del citado embargo por parte de las Naciones Unidas.

Claro que muchos cubanos tienen dificultades económicas para resolver sus problemas de cada día, pero esas dificultades las hay en muchos países del mundo capitalista. Pero los cubanos tienen resueltos otros muchos problemas, que compensan en gran medida esos anteriores ya descritos y que en otros muchos países subdesarrollados o empobrecidos. En ese país existe una sanidad gratuita y universal para todos el mundo, hay una escolarización total de la población infantil, hay unos altísimos niveles en el acceso a los estudios universitarios (aunque dichos servicios tienen problemas como los hay incluso en el mundo llamado desarrollado). Y aunque lo diga «la verdad» impuesta, en Cuba no se mueren los niños de hambre; en Cuba no hay desaparecidos políticos; en Cuba no hay cientos de miles de familias viviendo en chabolas de latas, como ocurre en buena parte de los países sudamericanos.

Y aunque no se lo quieran creer los partidarios de la «verdad» única sobre Cuba, la mayoría de los cubanos no están en contra de su histórico dirigente Fidel Castro Ruz ni de su régimen político surgido de la revolución de «los barbudos», aunque si quieren cambios y quieren modificar muchas cosas en su país que a la mayoría no les gusta, pero quieren hacerlo sin cuestionar su revolución de 1959, ni su sistema político y económico, y prueba de ello ha sido el proceso que se ha desarrollado en septiembre y octubre de 2007 mediante la celebración de 215.687 reuniones o asambleas en todo el país, en fábricas, barrios, universidades, etc., donde participaron mas de cinco millones de personas y donde ellos mismos (los propios cubanos y cubanas) señalaron de manera muchas veces muy dura y con un alto nivel de crítica, los problemas, los errores, los abusos, etc. existentes o que se están cometiendo en el país y a la vez han efectuado un millón y medio de propuestas para analizar y resolver dichos problemas.

Ese periodo de asambleas y reuniones, yo lo viví directamente en La Habana y en Santiago de Cuba y pude hablar con decenas de hombres y mujeres que habían participado en las mismas, y pude conocer el ambiente participativo y de entusiasmo que se estaba despertando entre una parte muy importante de la población, y sobre todo la confianza en que se iban a producir cambios próximamente que mejoraría la situación del país y su sistema político y económico.

Respondiendo a estos deseos que entiendo mayoritarios entre los cubanos y cubanas, el presidente en funciones Raul Castro, señaló en un discurso pronunciado el día 28 de diciembre pasado que «Coincidimos con quienes han alertado sobre el exceso de prohibiciones y medidas legales, que hacen más daño que beneficio. La mayoría pudiéramos decir que fueron correctas y justas en su momento, pero no pocas de ellas han sido superadas por la vida y detrás de cada prohibición incorrecta, búsquese un buen número de ilegalidades», señalando además claramente que «Este proceso ratifica algo fundamental: quien ocupa un cargo de dirección debe saber escuchar y crear el ambiente propicio para que los demás se expresen con absoluta libertad. Es algo que debe incorporarse de manera definitiva al estilo de trabajo de cada dirigente, junto a la orientación, la crítica o la medida disciplinaria oportuna».

Sobre los problemas que aquejan al pueblo cubano el señor Castro señaló también en su discurso, que entre las propuestas presentadas por las asambleas «También se analizan decisiones dirigidas a la paulatina solución de diversos problemas en la educación, la salud, el transporte, la vivienda, la recreación, por solo mencionar algunos de los temas acuciantes, parte de los cuales podrán resolverse o al menos mejorarse en plazos razonables, sobre todo aquellos originados por causas de carácter subjetivo», explicando también que «no todos los problemas y carencias se deben a deficiencias internas. También influye una coyuntura económica internacional que no podemos soslayar, caracterizada por el crecimiento acelerado del costo del combustible y alimentos que compramos, por solo mencionar dos renglones básicos, aunque la realidad es que casi todo lo que importamos ha subido de precio y continúa subiendo».

Es verdad que Cuba necesita cambios, pero esos cambios los deben de hacer los propios cubanos y cubanos sin injerencias de nadie.

Cambios que deberían ser facilitados con el cumplimiento de las reiteradas resoluciones de las Naciones Unidas que han pedido a Estados Unidos a que termine el ilegal y criminal embargo económico contra ese pequeño país del Caribe.